Sociedad y Justicia
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Mezclan violencia con la venta de sustancias ilegales, advierte Sylvia Ortega

Proliferan grupos porriles en escuelas y en la ciudad, acepta la directora del Colbach

Erradicarlos requiere decisiones firmes, aunque se corre el riesgo de criminalizar a los jóvenes

 
Periódico La Jornada
Viernes 3 de abril de 2015, p. 34

La directora general del Colegio de Bachilleres (Colbach), Sylvia Ortega Salazar, reconoció que el porrismo es un fenómeno creciente no sólo en el entorno de los planteles educativos, sino de la ciudad de México, cuya erradicación requiere de decisiones firmes y costosas.

Alertó que se necesita una cultura de la legalidad y terminar con la impunidad. A estos jóvenes que están en las bandas ofrecerles una salida, y si no, la reclusión. Son muy jóvenes algunos de ellos, y son recuperables, pero hay que hacerlo.

En entrevista, luego de que estudiantes del plantel 4 Lazaro Cárdenas, de Culhuacán, denunciaron en una carta pública difundida por La Jornada que el 24 y 26 de marzo pasado grupos porriles se enfrentaron de forma violenta –situación que se ha repetido en cinco ocasiones–, reconoció que son sucesos frecuentes, es una actividad creciente. Los porros siempre han estado en los entornos escolares y mezclan la violencia con actividades ilegales, como la venta de sustancias ilícitas.

Agregó que dichos grupos también incurren en la extorsión a estudiantes y el robo a miembros de la comunidad, lo que es frecuente en el entorno de los planteles, no sólo del número 4, sino de la ciudad. Son bandas de porros que se enfrentan entre sí. Y al estar involucradas actividades ilícitas, hay intereses que suscitan disputas cada vez más peligrosas por la cantidad de armas que involucran y el uso extendido de drogas y alcohol, que generan conductas singularmente agresivas.

No obstante, enfatizó que se corre el riesgo de criminalizar a los jóvenes, porque en el imaginario social los estamos haciendo personas peligrosas. Estamos censurando su apariencia y, sobre todo, les tenemos miedo. Hemos perdido la capacidad de convivir con esta franja mayoritaria (de población) que vive en la ciudad.

La funcionaria reconoció que los porros tienen vínculos con los planteles educativos, lo que propicia que una vez que se ha desatado el enfrentamiento entre grupos rivales “comiencen a lanzar petardos con clavos o con algo que dañe, lo que naturalmente asusta a nuestras comunidades.

Tenemos protocolos para desalojar (planteles) o actuar en caso de que se lance un petardo. Avisar con códigos de emergencia a la Secretaría de Seguridad Pública. Cuando tenemos el aviso de que la agresión va a venir, la escuela, la dirección, los maestros y los padres tienen mayor conciencia de cómo participar; lo importante es prevenir, señaló.

Enfatizó que la policía capitalina tiene identificados no sólo a los grupos porriles y sus líderes, sino sus conexiones, labor que, dijo, es responsabilidad de los encargados de la impartición de justicia. Lo que nos corresponde como escuela se está haciendo: generar ambientes donde los chavos se sientan seguros y atender las necesidades socioemocionales de los adolescentes urbanos sujetos a este entorno de violencia, concluyó.