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Hace 10 años se publicó la novela; ahora toma un nuevo respiro

El sefardí romántico sorprende por su vigencia: Muñiz-Huberman

Parte de la historia desarrolla en la Segunda Guerra Mundial, que dejó un ánimo de cinismo, de no creer en nada, señaló la escritora en entrevista

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Creo en la humanidad; algún día encontraremos la esperanza que necesitamos, dijoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de febrero de 2015, p. 5

Angelina Muñiz-Huberman escribe al menos un libro por año, a veces más. Hasta el momento ha publicado más de 50 títulos entre novela, cuentos, poesía y ensayo, y ahora uno de sus libros toma un nuevo respiro en las librerías: El sefardí romántico, que se publicó por primera vez hace 10 años.

La verdad no lo había releído, dice en entrevista la autora nacida en la localidad de Hyères, Francia, en 1936. “Me ha sorprendido, porque creo que sigue vigente, a pesar de que se refiere a sucesos de la primera mitad del siglo XX; hay unas descripciones de manifestaciones en las calles, de temas que uno dice: ‘¡esto está pasando ahora!’.”

El sefardí romántico tiene como personaje principal a Mateo Alemán II y parte de la historia se desarrolla en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española. Mateo (Mordejai) es un aventurero, seductor, quien desde que nació tuvo culillo de mal asiento (...) porque era un sefardí de pura cepa, como describe Muñiz-Huberman en la primera página. Gracias a ese espíritu inquieto de un personaje de ficción, el lector puede hacer un recorrido por lugares, países, intelectuales, músicos y filósofos, épocas, cambios, guerra, nazismo, fascismo y el exilio. México fue su destino.

Mateo está creado a partir de personas reales, entre ellos el padre de la escritora, Alfredo Muñiz. “Este libro, que parece que no es nada autobiográfico, sí tiene muchas partes de mi vida o de mi familia. Muchos de los que aparecen aquí sí existieron, y son familiares.

“Específicamente, El sefardí romántico es la figura de mi padre, pero dividida en dos personaje, en Mateo y en su amigo Fred, los dos tienen rasgos, aunque no ciento por ciento es la vida de mi padre. No trato de hacer una novela histórica real”.

–¿Se acabaron ya estos grandes personajes aventureros?

–Estamos en un momento muy difícil, y precisamente creo que en este libro están las raíces de ese momento, que atribuyo a las dos guerras europeas que fueron devastadoras y que acabaron también con el sentido de la rectitud, de la honestidad, del amor al prójimo, porque las dos guerras, sobre todo la segunda, con esta maquinaria de muerte de los campos de concentración de los nazis, es algo que no se entiende.

“Hace unos días fue el recuerdo de la liberación de Auschwitz y son hechos que creo que cansaron tanto, decepcionaron tanto, que la gente dejó de ser creyente, se pasó al escepticismo, al cinismo, a no creer en nada y es un fenómeno que veo en todas partes. Vemos en los periódicos, la televisión, lo que está pasando en todos lados, es una pérdida, y no sé por dónde va a ir.

Por otro lado, creo en la humanidad y algún día encontraremos este resurgir, esta esperanza que necesitamos. Es lo extraordinario del ser humano: por un lado es capaz de las mayores atrocidades, pero también de los mayores sacrificios. Lo que acaba de pasar en el hospital de Cuajimalpa, ver cómo la gente ha reaccionado y fueron a ayudar y hacer lo que pudieron. Tenemos las dos cosas: el extremo de la maldad, lo tenemos aquí con Ayotzinapa, y el otro con la gente ayudando a las víctimas del hospital. Sí hay esperanza, si no la tuviéramos no podríamos vivir.

Lo que deja este libro al lector es que por una parte tenemos ese gran desengaño y al mismo tiempo tenemos el deseo de salir adelante y lograr algo. Aunque la novela termina con la muerte de este personaje, que ha vivido su vida plenamente, es un testigo, es alguien que ha sido fiel a sí mismo, no es un hombre famoso, no es un héroe, tiene miedo, a veces le pasan cosas, pero fue fiel a sí mismo. Eso es lo que enseña ese personaje: ser fiel sea lo que sea, porque a final de cuentas no tenía oficio ni beneficio, dice la ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 1985 por su libro de cuentos Huerto cerrado, huerto sellado.