Cultura
Ver día anteriorSábado 19 de julio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El artista británico dirige la Orquesta Sinfónica de Minería en la Sala Nezahualcóyotl

Ningún sello comercial se atreve a grabar un oratorio: McCreesh

Necesitaría conseguir un patrocinador muy rico, mexicano, de otro país o de otro planeta expresa a La Jornada

La música sacra es una de las grandes formas de arte de la civilización occidental, sostiene

Buscamos rasgos comunes entre esa vertiente y obras del siglo XXI, dice

Foto
Me alegra haber comenzado por hacer música antigua, porque es más fácil ir hacia adelante que hacia atrás, como lo han descubierto algunos directores famosos, dice Paul McCreeshFoto Juan Arturo Brennan
 
Periódico La Jornada
Sábado 19 de julio de 2014, p. 3

Esta semana se encuentra en México el destacado director británico Paul McCreesh (Londres, 1960), reconocido como uno de los más autorizados especialistas en la interpretación auténtica de la música antigua, para ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica de Minería con un programa cien por ciento clásico a base de Gluck, Mozart y Haydn.

Después del primer ensayo, McCreesh charla con La Jornada sobre su repertorio, pasiones, estilo de dirección y proyectos.

–Pareciera ser que tiene usted una fijación, por otra parte comprensible, con Venecia. Su ensamble se llama The Gabrieli Consort and Players, su sello discográfico lleva el nombre y la imagen del león alado veneciano…

–En realidad no es una fijación; en cierto sentido, es por ahí por donde empecé mi carrera musical. Claro, amo a Venecia y hay algo especial en el color, la opulencia y la extravagancia veneciana que me llama la atención. En cierta manera es un accidente, porque comencé estudiando música del siglo XX y pude haber fundado un ensamble moderno.

“Sin embargo, me alegra haber comenzado por hacer música antigua, porque es más fácil ir hacia adelante que hacia atrás, como lo han descubierto algunos directores famosos.

“Cuando comencé con mi grupo, The Gabrieli Consort and Players (aunque ya no somos estrictamente un grupo de música antigua), me di cuenta de que en la música veneciana hay una gran paridad entre las voces y los instrumentos; desde entonces me ha gustado trabajar con orquestas y coros, y eso sigue siendo una obsesión para mí. El trabajo que hago con coros influye claramente en el que hago con orquestas, y viceversa.

“Soy uno de los pocos directores en este negocio que es capaz de, o para decirlo mejor, que está suficientemente loco para hacer un día un programa con un coro a cappella, y al día siguiente otro con una orquesta barroca, y después una gran sinfonía romántica o una obra de Strauss; necesito esta variedad en mi vida, es muy importante para mí.

Así que quizá soy veneciano en lo que se refiere al color y la opulencia, pero no estoy obsesionado con esa música, probablemente porque he dirigido tanta música veneciana. A veces me gusta explorar otras conexiones venecianas; por ejemplo, la conexión Stravinski o la Wagner, que son muy interesantes.

–Además de sus ejecuciones y grabaciones de obras estándar del repertorio, usted se ha hecho famoso por las reconstrucciones históricas que ha realizado de grandes rituales y ceremonias, a partir de la música de Gabrieli, Praetorius o Morales. Debe ser un trabajo agotador y a la vez fascinante de investigación…

–Se refiere usted a un periodo de unos 10 años en el que realicé varias reconstrucciones de música litúrgica. Eso no fue consecuencia de un deseo latente de entrar al sacerdocio ni nada por el estilo; se debe a otros factores.

“De entrada, pienso que la liturgia es una de las grandes formas de arte de la civilización occidental; es importante que conozcamos y reconozcamos las formas y estructuras de esta música, ya que los servicios litúrgicos son una forma artística altamente desarrollada, y en el periodo renacentista se convirtieron en una mezcla muy elaborada de lo procesional con el uso de los edificios, del arte, de la arquitectura y, claro, de la música.

“Me parece que todo ese paquete está interconectado y creo que todos hemos asistido alguna vez a algún concierto de un gran coro en el que nos ofrecen interminables secuencias de motetes o movimientos de misas, y eso no significa mucho para mí porque está sacado de contexto.

“Hubo un momento en mi carrera en el que quise experimentar un poco con la planeación de programas, cómo presentar esta música de una mejor manera, y la liturgia era una muy buena herramienta para trabajar en esa idea. Y sí, la docena de discos que grabé con ese repertorio han sido muy exitosos, y creo que una de las razones para ello es que tuve la intuición de no elegir primero una liturgia y después tratar de encontrar la música adecuada; yo sabía qué piezas quería interpretar y después encontré la liturgia en la que funcionaban, y creo que esa es la razón del éxito.

“Si hay alguna falla en esas reconstrucciones, probablemente sea que hay demasiada música, y quizá sea demasiado elaborada, pero es algo que deseaba hacer; creo que el último disco que hice con este concepto es de hace 20 años.

“Hoy mi vida es la de un director sinfónico convencional, pero creo que siempre seré conocido como un ‘reconstruccionista’ o como un músico antiguo, lo cual es ridículo porque paso la mayor parte de mi tiempo dirigiendo Elgar, Britten o Strauss, pero así son las cosas; quedamos definidos por a) nuestra juventud o b) por lo que hemos grabado.”

–Siendo usted reconocido, a pesar de todo, como un especialista en música antigua, ¿cómo aborda el trabajo de un repertorio clásico como el de esta semana, por ejemplo, ante una orquesta sinfónica tradicional que no está acostumbrada al estilo histórico de interpretación?

–Hay un par de cosas que es necesario recordar. Primero, vine a esta orquesta, de la que nunca había oído hablar, porque me dijeron que hay aquí varios músicos interesantes, hambrientos de experimentar y aprender y pensar nuevas cosas; esto es lo que me gusta, ya pude sentirlo en el primer ensayo y eso es bueno. Segundo, no trato de hacer que esta orquesta moderna suene como una orquesta barroca más allá de cierto grado.

“Hay cosas que los instrumentos modernos hacen bien, sólo unas cuantas, y no tengo duda que la extensión lógica es tocar en instrumentos antiguos. Pero tenemos aquí básicamente una orquesta moderna con buenos músicos, que quieren tocar a Haydn, Mozart y los clásicos con un enfoque de estilo, y mucho de ese estilo depende de la forma en que uno use los instrumentos.

“Supongo que lo más obvio en este sentido se puede escuchar en las cuerdas, por lo que esto se trata de recordarles a estos músicos, o refrescarles la memoria, respecto de cierto estilo de usar el arco, un estilo que no suele usarse con frecuencia en una orquesta moderna.

“Si los músicos son listos, hábiles y musicales, es posible aprender y reaprender esto rápidamente; se trata de activar un switch ligeramente distinto en la computadora de la memoria. No es una revolución; es el mismo violín, es el mismo arco, se trata de pensar de una manera un poco distinta y usar el arco de un modo diferente. Esto ha sido muy rápido esta mañana, lo han entendido muy bien, cosa que no siempre es fácil. Esa es una de las razones por las que no paso mucho tiempo haciendo esto; no quiero ser un maestro de escuela todo el tiempo.

“Se trata, en todo caso, de motivar a los músicos a que empleen su musicalidad natural y a no decir no, no, esto está mal, tratar de que no sean negativos, intentar traer al ámbito de la expresión las cosas que uno necesita haciendo que los músicos se relacionen con algo que puedan entender de inmediato. Y es una gran ayuda para mí el conocer y dirigir el repertorio más tardío, porque eso me permite comunicar a una orquesta moderna con más rapidez lo que necesito; no es como si una orquesta moderna fuera una bestia extraña para mí.

Quisiera ser un músico con un poco de experiencia y un poco de trabajo en la parte histórica; no deseo ser un maestro de historia que dirige orquestas y coros.

–¿En qué proyectos trabaja ahora con The Gabrieli Consort and Players?

–The Gabrieli Consort and Players…, un supuesto grupo de música antigua que acaba de grabar el Réquiem de guerra de Britten. Grabamos también el oratorio Elías de Mendelssohn, y una fantástica pieza coral de Britten, a A boy is born, que tiene música contemporánea y de la era Tudor.

“Con el Gabrieli no se trata de ser definidos por un solo periodo, sino de montar proyectos interesantes, demandantes, poner la música en una perspectiva diferente. Por ejemplo, el trabajo que hacemos en nuestras grabaciones corales, que ahora están apartadas de las cosas que hacíamos en la época de las reconstrucciones, cuando montábamos música como suponíamos que pudo haber sido interpretada específicamente el 14 de junio de 1665.

“Ahora –prosigue Paul McCreesh– se trata más bien de encontrar qué puntos en común puede haber entre la música sacra del siglo XIV y la del XXI, esa es la dirección en la que vamos. Y claro, los grandes oratorios, que adoro interpretar.

“Si no tenemos cuidado, nos convertiremos en la hermana fea del negocio de la música, porque esas obras son fantásticamente caras para grabar, y no lo podríamos hacer sin el apoyo de nuestros patrocinadores polacos.

“Tenemos que seguir grabando las obras maestras de Elgar, Dvorák y Mendelssohn, porque se han convertido en la parte medular de nuestro repertorio; el peligro es seguir haciendo miles de discos con cantantes famosos cantando arias famosas. Grabaremos también algunas óperas en vivo, porque es más viable, pero los oratorios, que son un género que me apasiona particularmente, sufrirán por ello si no tenemos cuidado.

Espero que podamos continuar por este camino, porque creo que aún hay muchas cosas que decir sobre el oratorio. Para ello, sin embargo, necesitaría conseguir a un patrocinador muy rico, mexicano, de otro país, o de otro planeta, porque con las dificultades de hoy en el medio de las grabaciones comerciales, no es posible; ningún sello comercial se atrevería a tocar un proyecto de oratorio, por lo que es imperativo encontrar otros patrocinadores para hacerlo. Es difícil, pero precisamente por eso tenemos que intentarlo.

Así pues, mientras Paul McCreesh y su banda Gabrieli encuentran a sus hipotéticos y acaudalados patrocinadores, se le puede escuchar este fin de semana al frente de la Orquesta Sinfónica de Minería, en la Sala Nezahualcóyotl (Insurgentes Sur 3000), hoy a las 20 horas y mañana domingo a las 12 horas. Repertorio: Suite de Orfeo y Eurídice de Gluck, Concierto para clarinete de Mozart, con el sobresaliente clarinetista español José Franch-Ballester, Sinfonía Militar de Haydn. Y si se quedaron ustedes con el ansia de acercarse a las espectaculares visiones barrocas de McCreesh, hay que escuchar sus grabaciones de la misa navideña sobre Praetorius, la misa de San Isidoro sobre Morales, las vísperas venecianas, la coronación veneciana y, muy especialmente, su gloriosa grabación de la exuberante Missa Salisburgensis, de Biber, música poderosa y resonante como pocas.