En un acto sin precedente en el DF, fueron esparcidas desde los alto de la columna del Ángel
El sonido de La marcha de los santos, interpretada por Calacas Jazz Band, para despedir a uno de los más distinguidos miembros de la comunidad del jazz, alteró el ritmo de las actividades dominicales del lugar
Lunes 3 de marzo de 2014, p. a12
El dixieland, estilo del jazz que generalmente se toca en la calle o para desfilar, marcó ayer el ritmo del adiós al jazzista Enrique Nery, muerto el pasado domingo 22 de febrero, y cuyas cenizas fueron lanzadas al viento desde lo alto de la columna del Ángel de la Independencia, en un hecho insólito en la capital del país.
A las 11 de la mañana, mientras miles de ciclistas de todas las edades iban y venían sobre avenida Reforma, decenas de integrantes de la comunidad jazzística de México, familiares y amigos, acudieron a la cita en la fuente de la Diana Cazadora, que sería el punto de partida de la marcha fúnebre que en esta ocasión sería alegre, dramática, silenciosa, musical, plena de amor, de amistad, de un largo adiós.
Sobre la acera de Reforma, unas 15 personas se entregaban a la terapia grupal, bailaban música tropical y rocanrol, e instadas por su instructor gritaban que nadie les impediría ser felices. Cada domingo, esa parte de la ciudad es de los capitalinos, de quienes tienen biclas o patines, o patín del diablo. Familias enteras: papá, mamá, hijos, abuelos, nietos, tíos y hasta niños en su caballo de metal transitan y se divierten, algunos con el fin de quemar grasa.
Ciclistas, bailadores... pararon para dar paso a la síncopa
De repente, entre ese panorama urbano, de bailadores de música tropical, vendedores de globos y chicharrones, de gente con ene protestas sociales, contra las reformas estructurales, de limosneros y personas que crudean acostados en las bancas, irrumpió una música que pocas veces se escucha en el antiguo paseo dedicado a Carlota. Es la síncopa, la improvisación.
Algunos ciclistas-leninistas se detienen para ver qué pasa; lo mismo hacen los transeúntes y unos más que han salido a correr con afán de ejercitarse. Es la curiosidad del gato a pleno Sol, que cae a plomo sobre los que no llevan gorra o sombrero.
El ritmo cotidiano de la mañana dominical ha sido alterado por una comunidad en constante crecimiento, que ha acudido para despedir a uno de sus miembros distinguidos, pianista del que muchos recuerdan entre risas por los chistes ocurrentes que lo caracterizaron. Germán Palomares, la voz del jazz del IMER y amigo de Nery durante 40 años, recordó cómo en una comida le dijo con seriedad al músico que ya no fumara ni comiera mugres
, a lo que el regañado contestó: ¡Ya te he dicho que tú no eres mi mamá!
Y así, cada quien narró alguna anécdota, como cuando invitaba a comer y se paraba de la mesa para saludar a alguien: Permíteme, no tardo. Yo te invité; pide lo que quieras... mientras no pase de 30 pesos
. A sus alumnos del DIM les recetaba su: Hay más tiempo que vida
.
A la muerte de Nery, Iraida Noriega, amiga y colega, recordó que alguna vez Enrique comentó que él no quería que su funeral fuera triste, sino con música y que sus cenizas se esparcieran entre las flores de las jardineras de Paseo de la Reforma, de la ciudad que sentía suya y que quería enormemente. Fue Iraida quien instó a los jazzistas para que asistieran al velorio con su instrumento para despedir con música al maestro, el domingo 22 de febrero. Los familiares de Nery organizaron el acto de ayer y la Calacas Jazz Band tocó música de dixieland entre la Diana Cazadora y el Ángel de la Independencia. Fue un funeral alegre por momentos y con varios clímax.
Con La marcha de los santos, Reforma fue un Nueva Orleans, por unos instantes. En el punto de llegada los asistentes cantaron esa pieza. Entre otros, Héctor Infanzón, Alberto y Edgardo Aguilar, Antonio Malacara, Ernesto Márquez. La familia subió a lo más alto del monumento. El nieto de Nery llevaba la urna y con otros cuatro familiares tomó un puño de cenizas y lo lanzó, presa de emoción, al aire. Lo mismo hicieron los demás. A pesar del Sol plomizo, un viento regó ese polvo. Polvo eres y en polvo te convertirás. La ceniza se dispersó y fue a caer en la ropa y el pelo de muchos de los presentes. Hubo abrazos, llanto. El adiós se volvía intenso. El contrabajo de la Calacas se impregnó de ceniza y el músico, Alfonso, sintió la trascendencia, el paso de la vida a otra dimensión. La urna de color gris quedó vacía y sólo se vieron los girones de un moño negro.
Un acto mágico
Hay quienes expresan que el acto fue mágico y simbólico. El cielo estaba despejado. Fue un funeral alegre, una fiesta respetuosa. El luto se diluyó. Ahí estaban Gabriel Puentes, Diego Maroto, Aarón Cruz, gente del Sindicato Único de Trabajadores de la Música, Raúl de la Rosa, Susana Harp, varios integrantes de la familia Laboriel, Bejuco...
Vendrán más homenajes: el de El Convite, de autoridades de cultura de la ciudad y del país, así como el de los amigos de toda la vida.
Para Alejandro, baterista de Calacas Jazz Band, fue un honor tocar para Nery el tema Una caminata cerca de ti, fúnebre y solemne. Hasta los ciclistas se detuvieron.
Margarita, de la misma banda: Sus alumnos en el DIM lo vamos a extrañar. Nos aconsejaba que cuando se nos fuera la nota pusiéramos atentas las orejas y caras de listos
.