Opinión
Ver día anteriorSábado 15 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Apuntes postsoviéticos

Espejismos

E

l Kremlin afronta el desafío de revertir el decrecimiento de la población rusa, consciente de que fracasar en el intento puede derivar, hacia mediados del presente siglo, en la fragmentación de la Federación de Rusia y en otros cataclismos, pero –hasta la fecha– sus pretendidos éxitos en la materia son sólo espejismos.

Es claro que no funciona la política de estímulos para tener hijos frente a factores que no favorecen la difusión de familias de prole numerosa, como son el alto índice de divorcios, las difíciles condiciones de vida en provincia, la muerte prematura de los hombres por alcoholismo, violencia urbana, accidentes laborales y otras causas en principio evitables.

Los malabares aritméticos para mostrar que la situación está cambiando –como destacar que el año anterior, por primera vez desde la disolución de la Unión Soviética, nacieron apenas 20 mil rusos más que los que fallecieron o que aumentó la natalidad en 38 entidades federales, de un total de 83– ocultan que esa relativa mejoría es coyuntural, fruto de un desequilibrio en la estructura poblacional.

La generación de niñas nacidas en el periodo de Mijail Gorbachov, que formaron parte de una suerte de baby boom por la campaña antialcohólica de aquellos años, ahora están en edad de procrear, pero no se incrementa el número de partos por mujer y su descendencia tardará alrededor de 20 años en incorporarse a la fuerza laboral.

Además, los mayores de 70 años, nacidos durante la Segunda Guerra Mundial o antes, son el grupo menos numeroso de la historia de Rusia desde la época de los zares, y por tanto la cifra de muertes es más baja, sin haberse eliminado las causas que la provocan de modo prematuro.

Cuando concluya este desequilibrio pasajero, dentro de pocos años, el número de muertes volverá a superar con creces el de nacidos. La demanda de mano de obra se satisface, ya desde hace tiempo, con migrantes extranjeros, principalmente de las repúblicas ex soviéticas.

Ahora, el gobierno cree que simplificar la adquisición de la ciudadanía es una forma de incrementar el número de rusos y propone –siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y de algunos países de la Unión Europea– conceder la ciudadanía a cualquier extranjero que invierta una determinada cantidad en la economía rusa o, si se prefiere sin tanto circunloquio, a quien desee comprar el pasaporte.

Aún no se establece la suma a pagar y seguramente habrá pocos extranjeros que quieran ser rusos cuando pueden ser estadunidenses o británicos, por poner dos ejemplos cuando el requisito es el dinero. En cambio, varios millones de nuevos rusos podrán salir de la otra iniciativa que es conceder la ciudadanía a cualquier estudiante extranjero, después de vivir y trabajar tres años en este país, medida que puede beneficiar a los jóvenes, originarios de las repúblicas ex soviéticas, que de todos modos se quedan en Rusia.