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Suma una larga lista de campeones, encabezada por Rosario Espinoza

El trato afable de Onofre, su arma para forjar monarcas olímpicos y mundiales
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de diciembre de 2013, p. a15

Un entrenador es reconocido por sus logros, pero cuando hace campeones olímpicos como María del Rosario Espinoza (Pekín 2008), y mundiales como Uriel Adriano (2013), llama la atención por sacar el potencial de los competidores y llevarlos a la cima del podio. Es el caso del ex preparador nacional de taekwondo José Luis Onofre.

Su afable trato es su mejor arma para provocar a los exponentes de este arte marcial a llevar su rendimiento al extremo, porque verlo dictar instrucciones en público o privado es como mirar a un catequista convencer de su credo a los demás.

No me arrepiento de nada de lo que he hecho hasta ahora como competidor ni como entrenador, porque en cada momento he sido honesto y siempre he entregado todo lo que está de mi parte para obtener lo mejor, platica con esa sonrisa que pocas veces abandona.

Sin dejar de mover las manos como acompañamiento de sus palabras, el nacido en esta ciudad y quien hace poco cumplió 30 años de escribir parte de la exitosa historia deportiva de México, no se lleva solo el mérito de las medallas, porque reparte esa gloria obtenida entre los miembros de su equipo y los padres de los competidores. A su entender, es la labor de conjunto la que forja monarcas.

Aunque recuerda como extremadamente gratos los años en los que fue el comandante del equipo nacional de la especialidad, no vive del pasado: Fue una gran época para el taekwondo mexicano, porque se ganaron medallas de todos los colores y en muchas latitudes del mundo, pero el ciclo se cerró y ahora tengo otra labor igual de importante, que es detectar talentos para que el buen paso no se diluya en el futuro.

De su mano crecieron y subieron al podio, además de Espinosa y Adriano, Guillermo Pérez (oro olímpico), Edna Díaz (campeona mundial), Rodolfo Osornio (bronce mundial), Alejandra Gaal (oro panamericano), José Luis Ramírez (bronce mundial) y Érick Osornio (plata Universiada), así como una lista que se alarga hasta el Mundial de Puebla del año anterior.

Aunque lucha contra su humildad para reconocer que fue uno de los principales constructores de la época dorada del taekwondo, Onofre –quien fue jefe de este deporte en el Instituto Politécnico Nacional–, piensa que además de lo que se aprende en las clases, es la práctica diaria lo que crea al buen profesor.

Es esa retroalimentación que tuvo con los representantes nacionales y la que tiene ahora en los municipios, en los campus de la Universidad del Valle de México, donde detecta a los futuros medallistas, porque si de algo está seguro es de que el taekwondo nacional será exitoso por muchos años, porque esto no es pasajero.

Aunque inicio estudios de ingeniería automotriz, cambió a contaduría y ahora espera terminar la de entrenamiento deportivo. En su casa se considera un buen padre, un guía familiar que ha sabido canalizar el potencial de su esposa Ericka Adriana y de sus hijos Luis Eduardo y Jimena, todos ejecutantes de lo que se ha convertido en una pasión familiar, más que un simple pasatiempo de fines de semana.

Reconoce que hay grupos de interés en el taekwondo nacional, aunque tamiza al precisar como ocurre en todos los grupos que se forman.

Prefiere no profundizar en el asunto, aunque sí proponer –en un plano hipotético– la creación de una asignatura en la enseñanza escolar, para que les enseñen taekwondo a los niños. Se daría atención médica a los entrenadores y profesores, y se buscaría establecer convenios en el ámbito internacional para el aprendizaje de los preparadores.

–¿Qué tal si se llega a cumplir parte de sus ideas? –se le pregunta

–Sería otro gran logro para el deporte del país –opina sin atribuirse ser creador de la estrategia.