Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 17 de noviembre de 2013 Num: 976

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Scerbanenco,
el escrutador

Ricardo Guzmán Wolffer

Para desmitificar a
Gabriela Mistral

Gerardo Bustamante Bermúdez

Else Lasker-Schüler: tan compuesta y a deshora
Ricardo Bada

Molotov: una bofetada
fiera y perfumada

Gustavo Ogarrio

Pushkin: trueno de cañón
Víctor Toledo

Bailar La consagración
de la primavera

Norma Ávila Jiménez

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Germaine Gómez Haro
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El eterno masculino

El desnudo ha sido un tema central de la historia del arte desde la Grecia antigua. Con todas sus connotaciones estéticas y sociológicas, la representación del cuerpo desnudo lleva a las más diversas interpretaciones. Si bien el desnudo ha inspirado las obras más excelsas, pasando por los diferentes cánones de belleza que obedecen a los distintos períodos históricos, en pleno siglo XXI nos topamos con una realidad que resulta de una gran ambigüedad: el desnudo femenino fascina, mientras que el desnudo masculino incomoda. ¿Tabúes, prejuicios, moralismos? Lo cierto es que proliferan los desnudos femeninos en exhibiciones, reproducciones y toda suerte de investigaciones y publicaciones, mientras que por vez primera se han realizado en museos convencionales dos magnas exposiciones dedicadas al desnudo masculino: la pionera fue Nackte Männer (Hombres desnudos) y tuvo lugar en el Leopold Museum de Viena hace dos años, y actualmente se presenta en el Musée d´Orsay en París la impresionante muestra titulada Masculino/Masculino. El hombre desnudo en el arte de 1800 a nuestros días.

Nunca antes se había hecho el esfuerzo de reunir, estudiar y presentar este tema en un contexto de tal amplitud sustentado por una profunda investigación iconográfica que ha puesto en realce importantes obras de artistas tanto célebres como desconocidos, hasta ahora confinadas a las bodegas o a espacios secundarios por tratarse de imágenes non gratas. Es el caso del lienzo monumental del pintor místico belga Jean Delville, La escuela de Platón (1900), cuya participación en la muestra es considerada por los curadores “apoteósica” por ser el rescate de una obra maestra prácticamente desconocida. Se trata de una escena edénica en la que aparece el filósofo griego representado, en franca alusión a Cristo, rodeado de doce discípulos de rostros afeminados y cuerpos musculosos y contorsionados que crean un efecto de extraña ambigüedad. Los colores apastelados y las posturas amaneradas de los mancebos evocan una atmósfera simbolista de una exultante carga homoerótica. Y como esta alucinante pintura, la exhibición está llena de sorpresas.


Ex-voto, de Ángel Zárraga, detalle

Integrada por cerca de doscientas piezas entre pintura, escultura, dibujo, fotografía y video, la exposición tiene la audacia de hacer dialogar obras de los principales artistas del romanticismo, el neoclasicismo, el simbolismo y las vanguardias históricas con los creadores más polémicos de la actualidad. Si la imagen de la mujer desnuda está normalmente asociada al deseo y la lujuria, el desnudo masculino hasta finales del siglo XIX hace más bien alarde de la heroicidad y el poder. Desfilan en las salas de exhibición portentosos faunos, efebos, Apolos, Mercurios, Aquiles, Davides, San Sebastianes –entre éstos, el Ex-voto, de Ángel Zárraga perteneciente al munal, único artista latinoamericano presente en la muestra– que sirven como pretexto para plasmar el ideal de belleza apolíneo, ya sea en varones viriles de marcadas musculaturas, o en muchachos andróginos de finas proporciones que remiten al état d'esprit de su época. En los albores del siglo XX surgen con intensidad las tribulaciones existenciales que dan lugar a atmósferas crípticas que revelan la angustia de la humanidad ante la corazonada de la debacle. La pintura expresionista es el ejemplo más contundente de la transformación que se da de la belleza ideal decimonónica a la percepción desgarrada del ser humano y su entorno. Si bien el género del autorretrato se remonta al siglo XIV, no es sino hasta el siglo XX que el artista se despoja de sus ropas para exhibir su desnudez física y espiritual, con la excepción del Autorretrato desnudo, de Durero (ca 1505), única obra antigua de este género que se conoce. Artistas como Egon Schiele, Christian Schad y Richard Gerstl, inauguran esta tradición que en el arte contemporáneo será llevada a sus últimas consecuencias.

Entre el caleidoscópico repertorio de creadores actuales que integran la muestra, atrapan mi atención las siete obras de los franceses Pierre et Gilles, controvertida pareja sentimental y artística que trabaja al alimón sus obras de deliberada esencia kitsch y que en muchas ocasiones han levantado tolvaneras por su contenido explícitamente gay, tildadas inclusive de pornográficas. Estas piezas marcan la pauta de acidez y un sano humor negro que es el claro reflejo de la época turbia que estamos viviendo.


La escuela de Platón, de Jean Delville