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Después de 10 años, el artista español vuelve a exhibir obra en una galería comercial

Sólo debo explicaciones a la señora pintura, a nadie más: Santiago Carbonell

La muestra Sin título reúne 10 cuadros al óleo, variaciones de una mujer de espaldas

En el ejercicio de la libertad me remito a la vertiente del clasicismo realista, dice a La Jornada

Foto
Santiago Carbonell, con una de sus obras, durante la entrevista con La Jornada Foto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de junio de 2013, p. 6

Como pintor uno tiene que dar explicaciones a la señora pintura que todos los días me visita en el estudio, y a nadie más, expresa Santiago Carbonell (Quito, 1960) al preguntarle sobre la controversia desatada a raíz del retrato oficial que le hizo al entonces presidente Felipe Calderón.

Nacido en Ecuador, de nacionalidad española, y radicado en México desde 1986, Carbonell asegura que la polémica generada, tanto por lo que se le pagó (754 mil pesos), como el personaje retratado, “fue una experiencia como muchas.

“En general, no entiendo bien, debe ser un problema, no sólo de México, porque en muchísimos países se hacen retratos de los mandatarios.

“A la reina de Inglaterra, Lucien Freud le hizo un retrato muy bonito, algunos lo comentan, otros, no. Pero, no creo que sea ningún problema.

Entiendo que hay personas que son más simpáticas que otras, más agradables de pintar que otras, pero así es la vida. El mundo está hecho de multiplicidad de cosas y personas, y cabemos todos o no cabe nadie.

Eterno recomenzar

El pintor de corte hiperrealista fue entrevistado con motivo de la exposición Santiago Carbonell: untitled, que reúne 10 cuadros al óleo que presenta en la Galería Alfredo Ginocchio.

Carbonell no había expuesto en una galería comercial en 10 años, ya que suele tardar de uno a tres meses en cada cuadro. Entonces, hacer una muestra de esta índole es casi imposible.

La serie de cuadros, variaciones sobre un mismo tema: una joven mujer de espaldas, cubierta sólo con un paño sobre las caderas, partió de la idea de un eterno recomenzar.

A principios de los años 80 del siglo pasado, Carbonell trabajó bastante las espaldas femeninas a partir del realismo. Su simplicidad siempre lo sedujo.

Para la presente exposición retomó el monotema de la espalda femenina, con poco movimiento, ya que es una figura posada, de estudio, pero vinculado a un discurso en torno a los contrastes de color y, sobre todo, con la historia de la pintura y las vanguardias.

Cada uno de los cuadros tiene “su ambientación, su recuerdo, relativo a la pintura de las vanguardias, desde el dripping, el geometrismo, el grafismo, un paisaje de influencia romántica con la idea de ver qué diálogo podía sostener la pintura realista de hoy, respecto de la del siglo XX. Casi se podría decir que los fondos son cuadros en sí mismos”.

El cuerpo femenino, de hecho, es un pretexto para entablar estos diálogos: Entiendo la historia de la pintura como la de la carnación, lo carnal, lo táctil. La transfiguración de la pintura en piel es una de las cosas que más me interesa en lo pictórico. También cómo la pintura se puede volver madera. (En la parte inferior de sus cuadros hay franjas que parecen de relieve.) Sus formas pictóricas, veladas y chorreadas, están nutridas de todo lo que pudimos aprender del siglo XX y sus vanguardias. En este eterno vivir de la pintura hay que rescatar todo lo que te gusta. Mi intención es el regodeo de la pintura misma.

Pasión por la sutileza del trazo

Aunque es un pintor realista, Carbonell pasó primero por otras modalidades: “Empecé a pintar en los años 70 del siglo pasado, vivía en Barcelona y el pintor estrella era Tàpies. Estuve en la escuela e hice abstracción, experimenté mucho con los materiales, el tachismo catalán. Todo eso era relevante, pero me di cuenta que sabía dibujar.

“Al saberlo –dibujaba muy bien, mucho mejor que la mayoría–, sentí que tenía que expresarme como mejor podía, y creo que con el realismo me expresaba bien, sin que eso significara que no fuera así en las otras formas. Nunca fui un pintor costumbrista, sino que siempre estuve vinculado con la pintura moderna y las investigaciones contemporáneas. Pero, si me volví un realista fue porque tenía una gran pasión por el dibujo y por la sutileza del trazo.

Disfruto, y me divierte, lo contemporáneo. Si la modernidad buscó y luchó para tener la libertad, entonces lo contemporáneo hace uso de ella. En el uso de la libertad me remito a la pintura del clasicismo realista, pero también puedo hacer otras cosas, que se pueden mezclar como en un gran bombo de lotería a ver qué número sale premiado.

La exposición Santiago Carbonell: untitled terminará a finales de septiembre en la galería de Arquímedes 175, Polanco.