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El Colegio Nacional rindió homenaje al autor de La muerte de Artemio Cruz

Carlos Fuentes borró el estigma de ser escritor mexicano: José Emilio Pacheco

La destrucción especulativa de la avenida Insurgentes da nuevo valor testimonial a La región más transparente, dice

El poeta pide rescatar sus magníficas caricaturas y excelentes parodias

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Cecilia Fuentes Macedo y Silvia Lemus, hija y viuda de Carlos Fuentes, respectivamente, junto al retrato del homenajeado en El Colegio NacionalFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de junio de 2013, p. 5

Nunca existió alguien ni volverá a existir nadie como Carlos Fuentes, expresó el poeta José Emilio Pacheco en el homenaje que la noche del lunes El Colegio Nacional rindió a su ilustre miembro fallecido el 15 de mayo de 2012.

Pacheco, quien en su discurso abordó la obra literaria de Fuentes, señaló que el novelista “borró para siempre el estigma de ser escritor mexicano. Antes de él, para leer en el camión o el tranvía un libro de nuestros autores, había que forrarlo en papel de estraza como si fuera una novelita pornográfica.

Si López Velarde descubrió tras la Revolución la novedad de la patria, Fuentes encontró la novedad de la capital. Para quienes nacimos y crecimos aquí no tenía ningún atractivo la avenida San Juan de Letrán, Insurgentes, el Zócalo o Chapultepec.

Sin embargo, La región más transparente, primera novela de Fuentes publicada en 1958, desfamiliarizó ese paisaje urbano que dábamos por conocido y nos mostró su riqueza, su complejidad y, ante todo, su misterio.

A 55 años de su aparición “quizá sea más fácil encontrar restos de la Santa, escrita por Gamboa, que La región más transparente. Sólo los comandantes de la Luftwaffe en su época de mayor ferocidad hubieran sido más eficaces que los sucesivos gobernantes de la ciudad de México, sin excepción, para arrasar con todo, inclusive, con la memoria.

“Del puente de Nonoalco a la Ciudad Universitaria la avenida Insurgentes es irreconocible hasta para quienes hoy tienen 20 años. Esta destrucción especulativa le da a la novela de Fuentes un nuevo valor testimonial que su autor nunca hubiera soñado. La región más transparente tuvo una resonancia que no ha vuelto a lograr ninguna otra novela mexicana”.

Pacheco recordó a quienes el 7 de abril de 1958, cosa insólita en México, hicimos cola ante las puertas cerradas de las librerías para adquirir los primeros ejemplares de ese libro.

Intérprete de Iberoamérica

Situada en el último año del alemanismo, “La región... –prosiguió Pacheco– vino a romper con la imagen idealizada que nos inculcaron de niños en la radio, la prensa y la escuela. La Revolución no había sido el triunfo del pueblo que celebraban los murales y las películas, sino a lado de sus indiscutibles realizaciones el triunfo de una nueva clase dominante que se adueñó del poder para enriquecerse de modo ilimitado o muy limitado comparado con los ladrones de ahora como Granier y compañía”.

Lo que La región... exponía de manera proliferante y laberíntica, se aclaró en La muerte de Artemio Cruz: Un revolucionario que asciende hasta convertirse en un plutócrata es la negación misma del hombre que fue en su juventud. Al mismo tiempo, 1962, Fuentes publicó Aura, “una continuación de una línea fantástica ya iniciado en (el libro de cuentos) Los días enmascarados, que llegará hasta sus producciones finales”.

Para el también ensayista y traductor, Fuentes fue un novelista experimental que se arriesgó en cada libro. Nunca se repitió ni volvió sobre lo que ya había hecho con mayor o menor éxito.

Pacheco pidió rescatar además el sector humorístico de la obra de Fuentes, como sus magníficas caricaturas y sus excelentes parodias, así como su crítica de cine.

La ceremonia fue presidida por el historiador Enrique Krauze, presidente en turno de El Colegio Nacional, quien recordó que Octavio Paz recibió a Fuentes en esta institución el 17 de octubre de 1972. Resaltó una actitud en la que el homenajeado fue lúcido y tenaz: su vocación iberoamericana.

Al final del acto, como marcan nuestros estatutos, apuntó Krauze, se develó un retrato del escritor por su viuda, Silvia Lemus, y su hija Cecilia Fuentes Macedo.

Fausto Vega, secretario administrativo de El Colegio Nacional, dijo que Fuentes llevó el cuadro al recinto dos o tres meses antes de morir. Aunque tiene firma, no está claro quién es el autor.