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Sumergirse en el universo interno de Kahlo, plantea Jesusa Rodríguez, directora escénica

Marcela Rodríguez muestra una Frida chispeante, crítica y ácida

Mañana será el estreno nacional de su “ópera de toilette” inspirada en cartas de la pintora

 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de mayo de 2013, p. 3

Una visión poco conocida de la pintora Frida Kahlo es la que se aborda en la ópera Las cartas de Frida, de la compositora mexicana Marcela Rodríguez, que será presentada en la ciudad de México en siete funciones, a partir de este sábado 25 de mayo, como parte de la edición 35 del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez.

La obra, cuyo montaje escénico está a cargo de Jesusa Rodríguez y Clarissa Malheiros, se inspira en una selección de 12 cartas escritas por la famosa artista mexicana entre 1925 y 1954, las cuales proceden de un libro realizado por la crítica de arte Raquel Tibol, así como del acervo encontrado en 2004 en el baño de la casa de la pintora, ubicada en Coyoacán, donde permanecieron inéditas durante medio siglo.

En conferencia de prensa, efectuada el miércoles, Marcela Rodríguez aclaró que éste, el tercer título operístico en su catálogo, fue concebido ex profeso para ser interpretado por su hija, la soprano Catalina Pereda, quien, en su turno al habla aceptó el enorme desafío de encarnar a uno de los iconos del arte y la cultura latinoamericanos.

Sobre cuál es el ángulo novedoso de Frida Kahlo que se resalta en esta ópera –bautizada por su creadora como “ópera de toilette”, en alusión al lugar donde fueron encontradas algunas de las misivas empleadas en la obra–, Marcela Rodríguez destacó que tiene que ver sobre todo con el manejo del lenguaje y la capacidad literaria de la pintora.

El reto de abordar un lugar común

Al leer algunas de esas cartas, me encontré con una Frida a la que conocía muy poco: una mujer simpática, chispeante, crítica y ácida, con una capacidad increíble para escribir en verso o palabras con una sola letra, y me di cuenta que se prestaba para ser cantado, precisó Marcela Rodríguez.

Fue la letra de cada uno de esos documentos, añadió, la que sugirió la música, razón por la que los textos se respetan en la obra tal cual fueron escritos.

Cada una de las misivas, explicó la autora, funciona como un aria en la ópera, en la que, asimismo, pueden escucharse referencias sonoras muy mexicanas, como el corrido, la canción ranchera e incluso una versión orquestada del son de La Bruja, siempre desde una perspectiva contemporánea.

En realidad se pueden cantar por separado, son arias independientes; incluso en la partitura doy algunas instrucciones para que cuando se pongan en escena sea en el orden en el que el director escénico quiera hacerlo. Cada carta es un ente independiente, dijo.

La obra consta de un solo acto, con duración de alrededor de una hora, y fue escrita para soprano, flauta, clarinete, trompeta, cuarteto de cuerdas, contrabajo y percursiones, parte esta última, la musical, de la que se encarga el ensamble Tempus Fugit, con la dirección de Christian Gohmer.

Además de la cantante Catalina Pereda, el elenco está integrado por los actores Natyeli Flores, Roldán Ramírez y Carlos Brown, quienes, en conjunto, tienen la misión de dejar claro que la vida cotidiana de cualquier persona es quizá lo más surrealista que se puede experimentar.

Así lo lo dejó asentado la propia Frida en una de sus cartas: Se me tomaba por una surrealista. Ello no es correcto. Yo nunca he pintado sueños. Lo que he representado es mi realidad.

El estreno mundial de Las cartas de Frida tuvo lugar en octubre de 2011, en la ciudad alemana de Heidelberg, si bien con otro montaje y un elenco diferente, en una propuesta que la compositora catalogó de solemne y seria, lejana a su intención de mostrar una visión más pícara de la artista, apegada a la idiosincrasia y la cultura mexicanas.

Según Marcela Rodríguez, hacer una obra sobre Frida Kahlo representó un gran reto, por tratarse de un lugar común y sobre el que se considera que se ha dicho todo. Incluso, contó que en su propia casa le hicieron burla por lo original de su idea.

Frida es una artista que se ha convertido en algo así como la bandera mexicana o en la Virgen de Guadalupe, y en torno de su persona y obra se ha hecho una tremenda comercialización, al extremo de que para poder usar su nombre se deba pagar a un banco los derechos; en este caso fueron 5 mil pesos, agregó.

Pasajes hilarantes

Si bien la soledad es el tema que priva en la ópera, la compositora destacó que también se alude al accidente de juventud que Frida Kahlo tuvo a bordo de un tranvía y cuyas secuelas la acompañaron el resto de sus días, así como el profuso intercambio epistolar que mantuvo con su esposo, el pintor Diego Rivera, desde Nueva York, París y Coyoacán.

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La soprano Catalina Pereda, de pie, en el papel de Frida KahloFoto Cristina Rodríguez
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Ensayo de la ópera Las cartas de Frida, con el actor Roldán Ramírez (La Muerte) y la cantante Catalina PeredaFoto Cristina Rodríguez

De igual manera, hay pasajes hilarantes, entre ellos la crítica y la burla que hace de los surrealistas, para concluir con el estrujante texto que dejó en su diario poco antes de morir, a los 47 años, el que cierra con la frase Espero alegre la salida y espero no volver jamás.

En lo que respecta al planteamiento escénico de la puesta, Jesusa Rodríguez, por su parte, explicó que Clarissa Malheiros y ella coincidieron en situar la historia en un baño para evocar el sitio donde fueron encontradas algunas de las cartas, pero también por ser el lugar donde las personas hacen las más surrealistas e inimaginables cosas.

La creadora escénica y actriz, hermana de la compositora, manifestó que este proyecto le resultó harto caro desde el principio, debido a la cercanía que su familia, en especial su madre, mantuvo con Frida Kahlo, al ser vecinos en el centro de Coyoacán.

Pero no sólo por esa razón, aclaró, sino también por el indeclinable compromiso político y social que enarboló la artista a lo largo de su vida, algo que hace mucha falta en el México de estos momentos, de tanto dolor y marcado por la simulación (gubernamental) de que todo está bien.

¿Dónde están los artistas comprometidos, como Frida y Diego, ésos que salían a las calles y estaban decididos a dar su vida por una idea y un compromiso?, espetó Jesusa, quien recalcó que lo más atractivo y gozoso para ella de este montaje es precisamente tener la oportunidad de abordar la figura de una creadora comprometida y congruente.

Y es que Frida, aun en los últimos días de su vida, hecha pedazos y en un estado de dolor insoportable, salió a la manifestación por la paz. Eso lo debemos copiar, el país se está cayendo y creo que hay que gritar por todas partes, como lo hicieron ellos, consideró.

Las siete funciones de Las cartas de Frida serán en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000), del 25 de mayo al 2 de junio. Jueves y viernes, a las 20 horas; sábados, a las 19, y domingos, a las 18 horas.

El espectador se enfrenta a una visión poco tratada, donde el tema principal es la soledad

Ángel Vargas

¿Qué de nuevo puede decirse de Frida Kahlo?, fue el reto que encararon las hermanas Marcela y Jesusa Rodríguez para hacer posible la ópera Las cartas de Frida. La primera, en su condición de compositora, mientras la segunda, como responsable de la puesta en escena, en mancuerna con Clarissa Malheiros.

Si bien Marcela superó ese escollo al recurrir a la vertiente literaria de la pintora, musicalizando 12 de sus cartas, Jesusa planteó un montaje en el que deja de lado los episodios más conocidos de la esposa de Diego Rivera, para sumergirse en su intrincado y apasionante universo interior.

Así, el espectador se enfrenta a una visión poco tratada de Frida, en la que el tema principal es la soledad, aunque de igual manera queda revelado un personaje que se impuso a sus fantasmas, así como al dolor físico y emocional mediante la inteligencia, el humor, la crítica y el apego a sus convicciones.

Escenografía austera

Esta propuesta de las hermanas Rodríguez está sustentada en una escenografía austera, compuesta por enormes pliegos de papel, los cuales hacen las veces de cartas, vestidos o lienzos pictóricos; una bañera y un lavabo, y una marioneta gigante de cartón, que representa a un demonio. También, en la parte posterior del escenario, se proyectan en video reproducciones de cada una de esas cartas de la artista.

Fuera de ello, todo lo demás se deja a un buen diseño de iluminación, un par de actores que representan a los changos de Frida, y al desempeño vocal e histriónico de la soprano Catalina Pereda, quien carga con la responsabilidad de dar vida a esa popular pintora, en cuyos escritos reflexiona acerca de su creación artística, sus relaciones personales, el dolor físico y la critica de forma ingeniosa a los surrealistas.

La parte musical está a cargo del ensamble Tempus Fugit, dirigido por Christian Gohmer, que da cuenta de una compleja aunque atractiva partitura en la que pueden advertirse alusiones al paisaje sonoro mexicano, con corridos, canciones rancheras y sones.