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La escritora y traductora recibió la medalla Bellas Artes por su trayectoria

Elsa Cross destaca entre las voces centrales de la poesía hispanoamericana

La meditación ha propiciado mucho de mi literatura, manifestó la galardonada

 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de noviembre de 2012, p. 6

La poeta, ensayista y traductora Elsa Cross (1946) fue el centro de una doble celebración hace unos días al recibir la medalla Bellas Artes y presentar su Poesía completa (Fondo de Cultura Económica), que incluye 28 libros y refleja casi 50 años de un trabajo iniciado en 1964 con todos los miedos del mundo.

El poeta Ursus Sartoris, quien presentó el libro junto con el poeta David Huerta, destacó: Elsa Cross es una de las voces centrales de la poesía hispanoamericana, su escritura se distingue por estar dotada de una extraordinaria movilidad visual, posee un timbre expresivo y concentrado que la hacen aparecer diáfana y luminosa en cada verso.

Sartoris mencionó de Cross poemas memorables y de largo aliento, como La dama de la torre, Bacantes, Canto malabar, Pasaje de fuego y El diván de Antar, cuya perfección y complejidad nos muestra tanto la gran elevación de su poesía, como también sus constantes saltos al abismo.

Dijo que desde la publicación de su plaqueta Naxos, en 1966, Cross comenzó la creación de una obra muy personal, claramente diferenciada en el contexto de la poesía mexicana.

Es una especie de reconocimiento de su mundo interior, el viaje iniciático de la conciencia en el laberinto de la mente, el abandono del deseo y el encuentro con el ser. Un paisaje mítico y espiritual entre la errancia y la expiación, el éxtasis y la profecía, la embriaguez y el sueño, rasgos de las dos categorías estéticas y artísticas que Nietszche define del mundo clásico griego: lo apolíneo y lo dionisiaco.

También destacó la influencia o imbricamiento de la poesía de Cross con las filosofías y la espiritualidad de Oriente. El viaje a la India de 1978 fue fundamental, pues abrió las puertas para otra clase de embriaguez, una nueva expansión poética que coincide con el éxtasis amoroso del dios Shiva.

Fue en Ganéshpuri, recordó Sartoris, donde Cross estableció una estrecha relación con su gurú y con el sidda yoga, su gran sendero espiritual. De ello surgieron libros fundamentales, como Canto malabar, uno de los más limpios y perfectos entre los producidos por la poesía mexicana del último tercio del siglo XX.

Foto
Elsa Cross, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Francisco Olvera

Poeta visionaria

David Huerta leyó un poema del libro Cuaderno de Amorgós, de la poeta, a la que consideró una visionaria, y luego dijo: Vuelvo a los poemas de Elsa Cross con la alegría de quien toma un vaso de agua por primera vez, pero siempre bebemos agua por primera vez.

Dijo ver la poesía de Cross como una pródiga Venecia en el mapa de la poesía mexicana, como una ciudad de palabras levantada para redimirnos un poco de nuestros aturdimientos civiles, de nuestras torpezas políticas, de los errores innumerables de la convivencia, de las obsesiones seculares que nos limitan, nos obnubilan y nos dejan exhaustos.

Huerta hizo un comentario sobre Nadir, leyó el séptimo de los poemas de la sección Galaxidi, destacó ideas e imágenes como el aprendizaje del vacío y el silencio del mirlo blanco en la nieve. Y agregó:

Son tantas cosas y se necesitarían tantas palabras, pero Elsa Cross ha sido admirablemente capaz, puesto que esa frescura y esa fuerza de la imaginación son su naturaleza, la índole misma de su espíritu, de encerrarlas con destreza en el balso precioso de su poema griego, visionario, iniciático, en apenas 15 versos.

Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes, destacó la singularidad de la poesía de Cross, por su notable contribución a este empeño nuestro de merecer lo universal y por el diálogo que ha propuesto entre tradiciones y formas poéticas. La llamó una de nuestros clásicos y le entregó la medalla. Ella agradeció la presea y dijo que era una honra y gran alegría.

Al final, Cross se recordó como la muchacha a la que, en 1964, mordió un perro llamado Hamlet y a la que un amigo, con vocación de astrólogo, le predijo que iba a ser poeta y que escribiría muchos libros.

Reconoció a sus maestros de meditación. Han sido un soporte interior constante. La meditación ha sido algo que ha propiciado mucho de esta escritura.