Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El taller de Ónix
L

os intentos de acercar al melómano incipiente a la música (y los músicos) a través de mecanismos distintos al de la mera asistencia a los conciertos no son nada nuevo.

Entre las varias posibilidades que hay en este rubro se encuentra el ensayo abierto al público, que permite al asistente ponerse en contacto con algunos de los procedimientos utilizados por directores y orquestas para poner a punto las obras a interpretar.

En este sentido destaca, por ejemplo, la ya tradicional oferta de ensayos abiertos (algunos sábados por la mañana) que la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México propone a su público.

Hace algunas semanas, el ensamble Ónix ofreció la primera de varias sesiones dedicadas precisamente a fomentar ese acercamiento diverso entre los que hacen la música y los que la escuchan, en un formato más complejo y detallado que el simple ensayo general de orquesta, y con buenos resultados.

Es claro que la primera gran diferencia está en el hecho de que Ónix se dedica a interpretar música contemporánea, lo que de inmediato incide en la conformación y abundancia (o no) del público potencial. Es decir, no es lo mismo anunciar un ensayo abierto de la Novena sinfonía de Beethoven, o la Octava de Mahler, que ofrecer sendas partituras de Moss, Dzubay o Higdon.

Los cinco músicos que conforman la plantilla básica de Ónix se instalan en el escenario de la Sala Nezahualcóyotl. A su alrededor, muy pero muy cerca de ellos, una cincuentena de sillas para los asistentes. (El público excedente, una treintena más, a la sección de coro de la sala). Alejandro Escuer, director artístico de Ónix, introduce el concepto y la sesión, con buenas ideas para romper los convencionalismos del formato de concierto y las barreras usuales entre los músicos y los oyentes.

Después, el ensayo detallado de dos partituras contemporáneas: Música para cinco, del mexicano Samuel Zyman, y Tang tales, del estadunidense Lawrence Moss.

Entre otras muchas cosas muy instructivas, la sesión permite apreciar la manera en que los miembros de un ensamble de cámara que trabaja sin un director formal se reparten las labores de guía y conducción según las necesidades y prioridades de la partitura.

Así, el oyente es testigo de ciertos mecanismos y procesos democráticos que son prácticamente impensables en el caso de una orquesta sinfónica y su director. Si bien es cierto que la cercanía con los músicos ofrece una singular sensación de inmediatez e intimidad, me pregunté esa noche si no estábamos demasiado cerca de los músicos, y si ellos no se sentían un tanto hostigados y acorralados. Si así fue, no lo evidenciaron, y el ensayo de ambas obras procedió de manera fluida y productiva.

La pieza de Zyman, con sus cimientos sólidamente plantados en el pulcro cuidado formal y estructural, y con un trabajo rítmico rico y energético. La obra de Moss, más dirigida hacia la exploración tímbrica y a la construcción de atmósferas sonoras de un cierto orientalismo muy sutil.

Al final del ensayo, una breve sesión de intercambio entre músicos y público, en la que no faltaron las preguntas necias y los intentos de cátedra de los soberbios, nada de lo cual es responsabilidad de Ónix.

Entre las posibles preguntas pertinentes sobre esta muy atractiva propuesta de Ónix, me queda sobre todo una, relacionada directamente con el ámbito experimental de la ciencia: el hecho de que hayamos estado tan cercanamente presentes, mirando y escuchando, ¿cambió algo en la dinámica del ensayo o de sus resultados musicales? ¿La observación alteró de alguna manera lo observado? Sea como fuere, el caso es que la sesión resultó muy ilustrativa en muchos sentidos, y si bien me pareció que una parte sustancial de los asistentes eran músicos o estudiantes de música, queda claro que estos talleres de Ónix son perfectamente aptos para cualquier melómano interesado en un mayor acercamiento al quehacer musical de nuestro tiempo.

Por lo pronto, quedan dos sesiones más del taller de Ónix, el 27 de marzo y el 8 de mayo, a las 19:30 en la Sala Nezahualcóyotl, con entrada libre. Hay que ir, ciertamente.