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Una señora suspendida
Kikí Dimoulá
Llueve…
Una señora resalta en la lluvia
sola
sobre un balcón a la deriva.
Y la lluvia es como piedad,
y es esa señora
como fisura en la lluvia de cristal.
Su mirada camina en la lluvia,
fuertes pisadas de pena
llenando
su camino pluvial. Mira…
Y cambia de postura sin cesar,
como si algo más grande que ella,
algo insuperable,
se hubiera detenido
enfrente en aquello que mira.
Ladea el cuerpo
toma la inclinación de la lluvia
–parece una gruesa gota–
pero siempre lo insuperable frente a ella.
Y es la lluvia como un remordimiento.
Mira…
Tiende las manos fuera del barandal
las da a la lluvia
toca las gotas
se ve claramente la necesidad
de cosas tangibles.
Mira…
Y, de pronto
como si alguien le hiciera señal de “no”,
intenta entrar.
Dónde adentro–
suspendida como resalta en la lluvia
y sola
sobre un balcón a la deriva.
Véase La Jornada Semanal núm. 734, 29/III/2009
Versión de Francisco Torres Córdova
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