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Ver día anteriorSábado 17 de septiembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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José Angel Córdova: poco clínico y muy tecnócrata
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o es claro cómo pudo el doctor José Ángel Córdova atreverse a asegurar que le interesaba tener un Seguro Social y un Issste muy fuertes, porque han sido pilar del avance de la salud, cuando sus acciones institucionales operaron justo en sentido contrario.

Aparentemente muy seguro de sí mismo, y con la mira puesta en la gubernatura de Guanajuato, en noviembre de 2010 pontificó que para que las políticas públicas funcionen hay que establecer una relación con los gobernados, así como liderazgo y gobernanza; implantar cambios, acciones y estrategias que modifiquen los aspectos sociales relacionados con la salud. Claro que, agregó, el gobernante tiene que responder a inquietudes, ideas y necesidades de los gobernados. En salud son: acceso a médicos de calidad, con calidez y sin costo.

¿Y cómo? Sencillo, para Córdova se trataba de pagar la salud con recursos fiscales eliminando las cuotas obrero-patronales a cambio de un impuesto general que financie los servicios médicos. Con ese dinero y una reforma al Seguro Popular –sostenía– se cubrirían todos los tratamientos de enfermedades de alto costo. Es decir, tal y como publicita la fórmula de Levy-Beltrones, enterrando al IMSS y al Issste.

Exactamente lo que también postulan la Coparmex, el director de finanzas del IMSS, Eduardo González Pier, y el director de afiliación y cobranza del Seguro Popular, David García Junco.

Para Gerardo Gutiérrez Candiani es momento de replantear el sistema de seguridad social, porque está agotado. No está preparado para absorber a informales o en autoempleo que tarde o temprano van a demandar servicios de salud o pensiones. La crisis del sistema de salud, estima, no podrá superarse con aumentos en las cuotas obrero-patronales.

Coparmex quiere impulsar la convergencia de todos los programas para conformar un solo Sistema Nacional de Salud, al que se integren autoempleados, diversificando el sistema de pensiones, para que hasta los de más bajos recursos cuenten con una. Por ejemplo, cubriendo cuotas de ahorro para el retiro con cargo a un impuesto equivalente al de Régimen de Pequeños Contribuyentes.

Antes, en junio de 2010, Córdova ya se había pronunciado por la necesidad de una segunda generación de reformas a la Ley General de Salud para modificar la composición del fondo de protección contra gastos catastróficos del Seguro Popular. Entonces sostuvo que los recursos adicionales podrían provenir de impuestos, porque el objetivo global como nación sería que la salud se pague con recursos fiscales, con opción a que las empresas dejen de cubrir cuotas, incluso la correspondiente a los trabajadores, a cambio de un incremento en un impuesto general dedicado a la salud. También señaló que otra posibilidad sería aumentar uno o dos puntos porcentuales el IVA.

En enero de 2011, ante industriales de la Concamin, Córdova volvió a pronunciarse por una reforma legal para crear un fondo único que financie la salud integrado con los recursos de IMSS, Issste y Ssa. Este financiamiento para todos que se pagará por intervención, consideró, elevaría la competitividad del sector, separando la atención a la salud de los otros seguros que prestan las instituciones.

Tampoco es claro cómo pudo Córdova atreverse a insistir en que con esas reformas se lograría salvar al IMSS y al Issste, descartando que la privatización del IMSS sea la solución (sic).

Nosotros tenemos la firme convicción y deseo de que el Seguro Social sea fortalecido, que se den las reformas que Calderón y el director del instituto han señalado. Nadie quiere que el IMSS quiebre. El camino para salvarlo es subsidiarlo e impulsar reformas para separar el seguro de enfermedades y maternidad de otros, para que haya suficiente presupuesto.

Sobre todo cuando, frente al déficit de especialistas, propuso subrogar servicios a médicos jubilados del propio instituto

Pero, sin duda, lo más contrastante es el abismo que privó entre este moderno discurso del tecnócrata-Córdova frente al que, como clínico-Córdova, ofreció y, por supuesto, incumplió al asumir el encargo con Calderón.

En diciembre de 2006 el clínico-Córdova consideró que hacer programas sin haber vivido en carne propia lo que pasan médicos y enfermeras a diario, a veces limita la apreciación. Las quejas se originan, agregó, en la falta de recursos y sobredemanda; a que los médicos tengan que ver muchos pacientes en un tiempo corto, sin incentivos y con un salario apenas digno, es imposible pedirles que den todo cuando trabajan en situaciones tan complejas.

Su designación despertó una avalancha de entusiastas pronunciamientos por parte de la Iglesia católica, la industria farmacéutica, sociedades, asociaciones, academias, federaciones, consejos, fundaciones, uniones, redes, colegios médicos y facultades que, con justa razón, aplaudían el arribo del primer medico de carne y hueso en 24 años.

Antes de salir del gabinete, ya improvisado como neotecnócrata, Córdova estimó que aunque anualmente fallecen 520 mil mexicanos, sólo 10 mil guardan relación con la violencia derivada de la guerra de Calderón contra el narcotráfico. Esas muertes, declaró, están muy por debajo de las 75 mil por diabetes y sus complicaciones y no tienen comparación con las producidas por enfermedades cardiovasculares, pero es posible que la cifra aumente.

Finalmente, Córdova se retira sin superar la prueba de honrar su genealogía clínica. Pobre Ssa, pobres IMSS e Issste, pero, sobre todo, pobre Guanajuato y pobre suerte de los abandonados pacientes del Sistema Nacional de Salud de Córdova y Calderón.

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco