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La tercera noche de homenaje al jazzista la abrió Aleks Syntek, con Jan en la batería

Al recordar a Eugenio, lo que siento... es puro amor, dice Cecilia Toussaint

Aarón Cruz, Héctor Infanzón, Gabriel Puente y Enrique Toussaint tocaron Pulgas Freeway

Babilonia y Caminata nocturna, con Sacbé, y Neblina morada, de los momentos más emotivos

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Cecilia, abrazada por los hijos de Eugenio, Jan y Adrián, y por el suyo, JuliánFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de julio de 2011, p. 7

Lo primero que me viene, lo primero que siento es... puro amor, expresó Cecilia Toussaint en entrevista, al final del concierto-homenaje a su hermano Eugenio, el pasado miércoles, en el Lunario del Auditorio Nacional, lleno de familiares, amigos, admiradores.

Fue el tercer tributo al músico fallecido el pasado 8 de febrero. En el primero actuaron la Big Band Jazz de México y Armando Manzanero; en el segundo, Susana Zabaleta, Guadalupe Pineda, Iraida Noriega y Elizabeth Meza, y en este último, un cartel único, irrepetible.

Fue una noche de profunda melancolía, donde cada uno de los músicos se entregó a su instrumento, concentrado. Y el jazz se sintió como pocas veces, por lo significativo de la noche y el motivo que concitaba a los ahí presentes.

A las nueve de la noche comenzó el programa con Aleks Syntek y un grupo en el que Jan Toussaint tocó la batería. Los primeros aplausos fueron automáticos. Syntek cantó las de siempre, las repetidas en sus tocadas a lo largo y ancho de la República, pero que ahora se escucharon diferentes porque se tomaba conciencia de que Eugenio había trabajado en varios arreglos, a veces sólo en el sonido de las cuerdas.

Syntek se dijo amigo y admirador de Toussaint, a quien aseguró que le gustaban sus composiciones, como Te soñé. Siempre fue muy paternal, muy cariñoso conmigo, precisó.

Luego entró el Trío que acompañó a Eugenio tantas veces. Destacó su interpretación de Pulgas Freeway, que alude al nombre de la calle donde vive Chick Corea, con quien Eugenio mantuvo una amistad envidiable.

Tocaban quienes reconocieron esa noche la influencia de Eugenio, aunque ya no esté físicamente.

Estuvieron Aarón Cruz y Enrique Toussaint. Nos juntamos para esta celebración. En el piano, Héctor Infanzón; en la batería, Gabriel Puentes; Aarón Cruz, contrabajo, y Enrique Toussaint, también en el bajo. En ciertas circunstancias de la vida la subjetividad sobredimensiona lo externo. Lo que tocaron fue para citarlo en un libro de la historia del jazz: Sunset, Jaco; No, porque me acuerdo, y la citada Pulgas...

La emoción se cerró, hombro con hombro, oído con oído, con Sacbé, el grupo que cambió en muchos aspectos el jazz en México. Tocaron Babilonia, Caminata nocturna, largas y a la vez tan cortas. Quien iba a escuchar jazz no salió defraudado. De repente, sí, algunas fallas con el audio, sobre todo en la salida de sonido de algunos instrumentos.

A las 23:45 horas el concierto dio un giro y entraron los Toussaint en banda. Enrique agradeció la presencia de todos: de Alicia, viuda de Eugenio; a sus sobrinos, a su mamá.

Para ellos tocaron Julián, en la batería; Adrián, guitarra, y Jan, voz, además de Enrique. Tocaron el lado roquero de Eugenio, con Neblina morada, de Jimi Hendrix.

Adrián tuvo su rato de fama con un cóver de Grand Funk Railroad: Mirando hacia afuera, que él mismo cantó.

Esa banda se completó con una línea de metales. Los acordes de Fiebre de invierno, que Cecilia compuso con su hermano Eugenio, causaron gran impacto. En un in crescendo apareció ella y cantó con un sentimiento inusual.

Remató con La tregua, de Fito Páez, a la que Eugenio hizo los arreglos de metales.

Al oírse Sácalo, un sentimiento contenido salió de la voz de Cecilia.

Fue la noche de los Toussaint para Eugenio.