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Fue el primer país europeo que pidió ayuda a la UE y el Fondo Monetario Internacional

A un año del rescate financiero de Grecia, persiste la crisis de deuda en la eurozona

Cada vez más visibles, las consecuencias políticas y sociales como el alza del desempleo

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Manifestación en ciudad de Keratea, cerca de Atenas, donde los inconformes con los planes de austeridad del gobieno lanzaron explosivos a policías antimotinesFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de abril de 2011, p. 21

Bruselas, 23 de abril. Un año después de que Grecia solicitó ayuda financiera internacional, la eurozona no logró dejar atrás la crisis de la deuda pública, pese a que tomó decisiones sin precedentes para ahuyentar los temores de los mercados, como la creación de un fondo de rescate.

El 23 de abril de 2010, Grecia, confrontada a la explosión de su déficit y deuda públicos, se convirtió en el primer país en acudir en ayuda de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), fragilizando los propios fundamentos de la eurozona, hasta entonces considerada una unión monetaria fuerte, resistente a las turbulencias de los mercados.

Atenas se benefició de préstamos por un monto total de 110 mil millones de euros (140 mil millones de dólares). Le siguieron Irlanda y Portugal. Dublín obtuvo en noviembre 85 mil millones de euros y Lisboa pidió un rescate hace dos semanas, que se prevé esté listo para mediados de mayo por alrededor de 80 mil millones de euros.

Pero las dificultades persisten: en Grecia, la creciente deuda se suma a una recesión que hace temer que el Estado no pueda rembolsar sus créditos; en Irlanda la situación de los bancos sigue siendo objeto de inquietud. Otros países con dificultades presupuestarias y económicas, como España o incluso Bélgica, figuran en la lista de potenciales próximos blancos de los mercados.

La crisis tiene igualmente consecuencias políticas y sociales cada vez más visibles, como lo demuestran las protestas contra los programas de austeridad o las fisuras que se abren entre los gobiernos del sur y el norte de Europa sobre el nuevo sistema de solidaridad financiera.

Es el caso de Finlandia, donde los nacionalistas conservadores dieron la campanada en las elecciones legislativas de este mes haciendo de su rechazo a una ayuda financiera a Portugal su caballo de batalla.

La situación sigue siendo frágil, con los mercados muy nerviosos, y con situaciones políticas muy difíciles, subraya Jean Pisani-Ferry, economista del instituto de estudios europeos Bruegel.

Para Nicolaus Heinen, economista de Deutsche Bank, todavía no hemos pasado página a la crisis, pero la situación ha mejorado mucho.

Desde hace un año, la zona euro se transformó, creando un verdadero arsenal de defensa contra las crisis de la deuda, incluido un fondo de rescate para los países en apuros, que toma prestado en los mercados gracias a las garantías aportadas por sus 17 estados miembros.

Para la UE, estos cambios suponen una revolución, puesto que hasta ahora ningún mecanismo de ayuda financiera se había previsto para la zona euro, creada en 1999.

Hemos pasado una crisis de una intensidad sin precedentes. Por lo tanto, hemos debido adoptar medidas sin precedentes, subraya el jefe de ministros de Finanzas de la zona euro, el luxemburgués Jean-Claude Juncker.

La unión monetaria también se dispone a endurecer su disciplina presupuestaria para evitar nuevas derivas en la gestión de las finanzas públicas.

Para el jefe de los liberales del Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, se evitó lo peor con la creación del mecanismo de rescate, pero sólo se ha hecho la mitad del trabajo, expresó a la agencia de noticias Afp, juzgando que es necesaria una gobernanza económica con un verdadero automatismo a la hora de imponer sanciones a los estados laxistas, algo que las capitales europeas tratan de limitar.