Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de abril de 2011 Num: 841

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Jair Cortés

Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova

Nerón (fragmento)
Desider Kostolanyi

Una carta para el autor
Thomas Mann

George Orwell, comentarista de la BBC
Ricardo Bada

La España republicana
Luis Perujo Álvarez

García Lorca en Montevideo
Alejandro Michelena

Leer

Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

Italo Svevo y Trieste

Italo Svevo (cuyo verdadero nombre era Ettore Schmitz) nació en Trieste en 1861. En ese tiempo la ciudad pertenecía al imperio austrohúngaro y era, por muchos conceptos, un centro comercial y cultural de primer orden y una encrucijada en la que se encontraban múltiples razas: italianos, alemanes austríacos, eslavos, judíos...

Ettore Schmitz, hijo de un comerciante judío y de madre italiana, se acercó, en sus primeros años escolares, a la cultura alemana, pero más tarde, al igual que muchos miembros de su generación, buscó en la lengua y en la cultura de Italia los rasgos esenciales de la visión del mundo. La mejor prueba de su voluntad de asumir la pertenencia a esa cultura fue el seudónimo con el que firmó sus obras principales: Italo Svevo. Lector de los románticos alemanes, los realistas franceses y los novelistas rusos, su cultura tenía, por una parte, un marcado carácter cosmopolita y, por la otra, la urgencia de afirmar la “italianidad” de Trieste.

Su mejor amigo y consejero literario fue James Joyce, quien pasó unos años en Trieste dando clases de inglés para sobrevivir. Las conversaciones con el irlandés y las lecturas de Freud fueron las mejores influencias sobre el trabajo literario del triestino. La crítica italiana guardó un inexplicable silencio respecto a las novelas de Svevo: Una vida, Senectud y La conciencia de Zeno. Tuvo que esperar muchos años para que se le otorgara un reconocimiento que se vio enturbiado por la virulencia de los ataques de sus enemigos. Tenía sesenta y cuatro años cuando Montale, en Milán; Valéry Larbaud, en París, convocados por Joyce, iniciaron el estudio a profundidad de la obra del escritor que, al decir de Montale, era “el más importante novelista italiano de su tiempo”. Frente a una declaración tan tajante palidecieron las críticas mezquinas que hablaban de su italiano defectuoso, de la gratuita complejidad de su estilo y del carácter estrambótico de sus personajes y tramas.

Kezich habla ampliamente en sus Palabras preliminares de las dudas y vacilaciones que tuvo antes de decidirse a hacer la adaptación teatral de La conciencia de Zeno (publicada hace algunos años por el Milagro). Afortunadamente las superó y realizó un trabajo respetuoso e inteligente para llevar a la escena a los personajes svevianos. Creo que el resultado es notable y que el público teatral podrá aumentar su conocimiento de ese ser contradictorio, apático, bondadoso, indeciso, débil, fuerte, generoso y cobarde que es Zeno Cosini, comerciante triestino que busca en el matrimonio y en el psicoanálisis sus tablas de salvación. En ese náufrago de la vida encontraremos muchos rasgos y momentos de nuestra propia existencia, una carga de humanidad tan rica y compleja que, en ocasiones, resulta irritante y angustiosa.

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