Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de abril de 2011 Num: 841

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Jair Cortés

Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova

Nerón (fragmento)
Desider Kostolanyi

Una carta para el autor
Thomas Mann

George Orwell, comentarista de la BBC
Ricardo Bada

La España republicana
Luis Perujo Álvarez

García Lorca en Montevideo
Alejandro Michelena

Leer

Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Jorge Moch
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El paso de Volpi

Cuando Jorge Volpi llegó a la dirección de Canal 22 algunos, quizá todavía no curados de espantos, albergamos ilusiones. Después del oleaje de la incertidumbre en que al canal lo tuvo sumido la convalecencia de Enrique Strauss –la que aprovecharon entonces, hace cinco años, los buitres cuentachiles para quitarle presupuesto a la emisora cultural más importante del Estado–, y habiendo sido testigos de sus buenos oficios, sumados al quehacer de anteriores directores, como José María Pérez Gay, algunos supusimos que la llegada de un escritor –que filias y fobias aparte es una referencia en la literatura mexicana contemporánea– traería aire fresco, novedades, empuje, sobre todo a partir de la simplona premisa de que Volpi, siendo un hombre joven, traería engranes de fuerza.

Pero algo pasó que el empuje no fue tanto. Rumores nunca faltan. Que si la guía de Sergio Vela, quien lo nombró, al frente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), languidecía entre el abandono presupuestal y la grilla barriobajera (eran los tiempos al frente de la omnipotente Secretaría de Educación en las postrimerías olvidables del foxismo de la inefable Josefina, la que dicen que le tira a ser la primera presidenta de México), y que ya desde mediados de 2009 el autor de En busca de Klingsor quería bajar del carro, que de bajada iba, de la gestión de Vela. Que si dedicaba el director del canal más tiempo a sesudos encierros con la literaria musa, pues escritor es y será siempre Volpi, que a la resolución de pedestres menesteres televisivos. Lo cierto es que por un lado no se vio el significativo paso de Volpi como no fuera, dicen sus detractores, más que para meter a sus cuates al canal. No fueron pocas las ocasiones en que productores de programas culturales se quejaron de la indiferencia de Jorge, de que privilegiaba aquiescencias sobre calidad de producción y horas de vuelo. Algo de ello se pudo colar a la parrilla programática de Canal 22 –allí las acres críticas de la inclusión de series animadas japonesas, por ejemplo–, aunque en obsecuencia habrá que decirse que también su dirección apoyó proyectos particularmente interesantes y necesarios para la apreciación y divulgación del mosaico cultural mexicano, como De raíz luna, la serie sobre poesía y producción artística indígenas de Mardonio Carballo. Volpi, sin embargo, quizá desperdició la ventajosa posición de dirigir el 22, desde donde pudo haber hecho mucho más por airear propuestas de jóvenes productores, guionistas, videoastas y animadores mexicanos, amén del serpollar de talentos que hay en tantas actrices, tantos actores ignorados por la televisión majadera y comercial en este país, en lugar de convertir Canal 22 en paulatino receptáculo de refritos del Discovery Channel o la BBC.

A su salida, un flemático Volpi –no se ha ido sin lanzar puyas– se congratulaba de al menos dos logros de su gestión: el lanzamiento de un reality show operístico, Ópera prima, y la ampliación de las transmisiones de la señal de Canal 22 para abarcar en televisión abierta una mayor cota territorial, básicamente al ofrecerlo a las audiencias de ciudades como Guadalajara o Veracruz, aunque este último punto sigue padeciendo de continuos traspiés de tenor técnico y las transmisiones del 22 en muchas ciudades del interior del país suelen ser más bien intermitentes.

Pero tampoco se trata de hacer leña del árbol caído (árbol que parecería caer hacia arriba, a una agregaduría cultural en Italia, al menos por lo que le reste de vigencia al régimen calderonista) y hay que reconocer una verdad de Perogrullo: que con el raquítico presupuesto con el que cuenta Canal 22, cualquier innovación –o permanencia– es casi un acto de magia. O de fe.

Fe es lo que falta, al menos, ante la aparición a cuadro de la nueva directora, Pura González Luna, cuyos antecedentes tienen más que ver, sobre todo en la temible víspera de un año electoral que será particularmente fangoso, con cuestiones de propaganda e imagen corporativista gubernamental que con el apoyo y la divulgación de proyectos culturales. Volpi, empero, se apresuró a afirmar ante la prensa que no cree que el canal se politice. Muchos creemos otra cosa. No es amable un panorama que, de cualquier modo en manos de una derecha por antonomasia indiferente a la preservación y estímulo de la creación artística y el impulso cultural, ya se antojaba surcado de foscos horizontes.