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Esto ha cambiado mucho, asegura su nieto Esteban Volkov

Los restos del revolucionario reposan en el jardín del que hizo un oasis
 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de agosto de 2010, p. 3

El revolucionario ruso León Trotsky se pasó toda la vida huyendo, hasta que hace 70 años fue asesinado en México por órdenes de Stalin. Un agente infiltrado le destrozó el cráneo el 20 de agosto y el dirigente murió un día después.

Esteban Volkov siempre vuelve a la mansión protegida por pequeñas torres de Coyoacán en cuyo jardín, bajo una bandera roja, se ubican los restos mortales de sus abuelos, León Trotsky (Lev Davidovich Bronstein) y su mujer Natalia Sedova, al pie de dos árboles de jaracanda y un cactus que cuidó el propio político ruso.

Esto ha cambiado mucho, asegura el nieto de Trotsky, de 86 años, quien heredó de su abuelo sus despiertos ojos claros. El jardín de Trotsky en la ciudad de México es un sitio de tranquilidad. Los altos muros que el revolucionario hizo erigir tras el primer intento de asesinato, en 1939, lo aislan del ruido de la metrópoli.

El actual museo tiene pocos visitantes. Quienes se acercan hasta allí fotografían el sepulcro con la bandera roja y contemplan la pequeña casa cubierta de hiedra en la que Trotsky redactó sus últimos escritos contra el dictador soviético Josef Stalin.

Vi a mi abuelo por primera vez cuando vivía en el exilio en Turquía. Fui allí con mi madre Sinaida, a comienzos de 1931. Y vivimos en casa del abuelo en las islas de los Príncipes, en el mar del Mármara, recuerda Volkov.

Por aquel entonces, el revolucionario ruso y fundador del Ejército Rojo ya había vivido toda una odisea. Stalin derrocó a Trotsky y en 1927 lo desterró a Siberia, de donde fue expulsado a Turquía. El dictador soviético mató a toda su familia, entre ellos a su primera mujer, Alexandra Sokolovskaya, su hermana y hermano, uno de sus hijos y dos de sus yernos, entre ellos el padre de Esteban, Platon Volkov.

En 1933 los Trotsky se mudaron de Turquía a París. Pero a los dos años el revolucionario fue expulsado de la capital francesa después que Stalin acusase al gobierno galo de acoger a un terrorista. De ahí viajó a Oslo, donde tampoco pudo permanecer durante mucho tiempo.

Temía que los noruegos le entregasen a los rusos, explica su nieto.

Trotsky encontró su último hogar en México. La pareja de pintores Diego Rivera y Frida Kahlo abogaron por él ante el entonces presidente, Lázaro Cárdenas. Enseguida le otorgó asilo, cuenta Volkov.

En un primer momento se trasladó a la casa de Frida, por lo que se le atribuyó un romance con la pintora, aunque su nieto no da por veraz a esa historia: Casi nunca estaba solo.