Opinión
Ver día anteriorSábado 3 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los de Abajo

Hay esperanza

L

a palabra que reina en Grecia es la incertidumbre. Nadie sabe qué va a pasar tras las nuevas medidas económicas. Los paros laborales son la constante. La más reciente huelga general en medio del Mundial de futbol ocasionó que las transmisiones de los partidos fueran mudas, pues los trabajadores de radio y televisión participaron en el paro. Aquí lo inaudito se está volviendo costumbre.

Poco a poco la gente va perdiendo su trabajo. Nadie hace planes para el futuro lejano. Se trata de llegar a fin de mes. En medio de tanta desesperanza son sumamente valoradas las experiencias que, aunque pequeñas, representan un camino, una posibilidad, un atrevimiento.

En el centro de Salónica, en la región de Macedonia, hay un restaurante de lujo llamado Barcelonika en el que se sirve comida internacional, griega y mediterránea. El pasado 15 de mayo los propietarios anunciaron a la decena de trabajadores que cerrarían el lugar y que todos serían despedidos sin liquidaciones ni pago de vacaciones ni nada. Ellos respondieron que no, que lucharían por la autogestión, y así lo hicieron.

Desde hace meses, relata Dina, mesera y actual integrante del proyecto autogestivo, los propietarios iniciaron los intentos de despidos y los trabajadores decidieron bajarse el sueldo con tal de que nadie se fuera. Incluso, cuenta, llegaron a preguntarle cuál era el presupuesto semanal para salarios, para que ellos se repartieran esa cantidad en partes iguales con el fin de que nadie fuera despedido.

A la imposición del cierre, los trabajadores respondieron jurídicamente, en un terreno en el que los dueños sabrían que podían perder, pues muchos trabajaban sin seguridad social y sin los contratos de ley. El acuerdo inicial fue que les dejarían trabajar el restaurante durante el verano, pero que en septiembre u octubre regresarían, con la promesa de no despedir a nadie, mejorar los contratos de trabajo, seguridad social y todo lo que marca la ley.

A Dina se le ilumina el rostro cuando relata la historia. En medio del escepticismo reinante en Grecia, ella no tiene empacho en afirmar que hay esperanza, pero tenemos que pensar colectivamente y no en resolver los problemas de manera individual.

Ahora, dice Dina, tenemos el gran reto de que funcione. Todas nuestras opiniones tienen el mismo peso y se paga igual a cada uno, independientemente de las horas que pueda cumplir, pues no todos tienen la misma fuerza física y síquica. Es otra manera de ver el trabajo.