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Basada en textos de Alejandro Jodorowsky, fue una iniciativa del Foro Shakespeare

En Cabaret Pánico se confrontaron a sí mismos los internos de la penitenciaría

La puesta en escena, que cerró temporada el pasado domingo, fue interpretada por 11 integrantes del taller de teatro de Santa Marta Acatitla

La familia y la sociedad, dos de los temas recurrentes

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Un momento de la obra, resultado del trabajo de nueve mesesFoto Jesús Villaseca
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Otro momento de la obraFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 22 de diciembre de 2009, p. 9

Once hombres vestidos de frac, parados en fila sin mover un músculo, rostros serios, reciben a las visitas que van entrando al auditorio de la penitenciaría de Santa Marta Acatitla para presenciar la singular obra Cabaret Pánico.

La presencia de los 11 internos, integrantes del taller de teatro de la prisión, es imponente. El público –internos, familiares y visitantes– va tomando asiento en las filas de butacas en U, mirando hacia el centro del auditorio, en lugar de hacia el escenario. Tres o cuatro custodios vigilan la puerta y un par está recargado en la pared, enfrente.

Lo que sigue es una conmovedora puesta en escena en la que los presos se interpretan a sí mismos, y al hacerlo, se enfrentan –por momentos con un ácido sentido del humor– a sí mismos, a sus miedos, a sus angustias, a sus debilidades, y también a sus pasiones y sueños. Vamos, se desnudan, incluso burlándose de sí mismos. Y todo esto dando a entender que sólo en colectivo lo pueden lograr, al contrario de la ley de la cárcel, de el más gandalla gana. En una escena, uno de ellos se va desnudando y desde el escenario se avienta a los brazos de sus compañeros, mientras grita libertad.

Involucran al público, lo cuestionan. En la escena final, le lanzan canicas, como diciendo, ahora es el turno de ustedes.

Es poco común que haya público externo. Esto fue una iniciativa del Foro Shakespeare, productora de la obra dirigida por Ítari Marta y Luis Sierra.

Cabaret Pánico está basada en textos de Alejandro Jodorowsky. A partir de éstos, los internos trabajaron con sus propias experiencias y se interpretan a sí mismos (y a un custodio, vestido de payaso). Esa fue una de las cosas que Javier González, El Greñas, quien lleva cuatro años como integrante del taller de teatro, destacó en entrevista. No es lo mismo hacer el papel del personaje de una obra clásica que interpretarse a sí mismos. El diálogo fue una guía y lo transformamos a nuestra forma de ver, explicó El Greñas, quien lleva 15 años en la cárcel por robo de autos. La condena original es de 20, pero calcula poder salir en 2010.

Para mí, el teatro es como una fuga. Dejé de drogarme. Allá (en la penitenciaría, afuera del taller) tienes problemas de gratis, porque pasó la mosca. En cambio aquí (en el teatro), se quedan afuera los problemas, dijo González.

La ágil obra está compuesta por escenas cortas que se van desarrollando por todo el espacio del auditorio: en la parte central, atrás de las butacas, a los lados y en una entrada lateral, además de una pequeña parte sobre el escenario. Así que el público está constantemente alerta, sin saber de dónde vendrá la próxima acción.

Al final de la obra, una profesora de teatro de la Preparatoria 9 los felicitó por el uso del espacio.

Interacción con el público

Los 11 personajes constantemente se cuestionan a sí mismos y confrontan a los demás. En una escena, alguien se dirige al público y lo invita a preguntarse por qué vino: ¿por morbo?... ¿se imaginaron que iban a ver gente distinta? Allá afuera hay gente más enferma. Con unos alcoholes y droga manosean a las damas. Ellos deberían de estar encerrados.

Dos de los temas recurrentes son la familia (la congoja de mamá y papá, por tener a su hijo condenado) y la sociedad (las imposiciones de una sociedad cobarde y mediocre).

La obra tiene muchos momentos de humor, sobre todo ácido. Una de las escenas que más risas provocó fue cuando apareció un predicador. Los internos, casi todos sentados hasta atrás, y algunos niños que estaban entre los parientes, se reían de los ocurrencias del sermoneador, mientras las señoras mayores, probablemente madres o esposas de internos, lanzaban risitas nerviosas o de plano sólo medio sonreían.

En una escena, un interno, vestido de mujer bailó con uno de los personajes más dominantes de la obra, que parece cholo y es, en la realidad, un ex líder de la legendaria banda de Los Panchitos, Fidel Gómez Pérez. También provocó risas.

La mujer luego cantó el juangabrielano tema Así fue (ya no te aferres a un imposible, ya no te hagas, ni me hagas más daño), mientras sus compañeros le quitaban prenda tras prenda. Al final, confesó, antes, mi mujer ideal era posesiva y celosa, ahora es lo contrario.

La obra es fruto de nueve meses de trabajo. En esta temporada hubo cuatro funciones, con entrada gratuita, la última fue este domingo y acudieron 48 personas, entre ellas varias de la comunidad del cine y el teatro. Quizá haya una nueva temporada.