Un grado más arriba
Protesta social
Felipe futbolero
¡Viva el narco!
Apoyo minero al SME
El PRI ante el problema de los electricistas
Banorte y los impuestos
Suegro incómodo
¡EU y la AIE distorsionaron las cifras del petróleo para bajar su precio!
Tabasco, anegado una vez más
¿Y las obras hidráulicas?
A un mes del decretazo
La caja de Pandora
yer por la mañana un hombre armado ingresó a una escuela secundaria de la localidad de Pine Plains, al norte de Nueva York, mantuvo como rehén durante unas horas al director de la institución y fue aprehendido por la policía, en un incidente que, por fortuna, no arrojó heridos ni víctimas mortales. Significativamente, esto ocurrió el mismo día de la ejecución de John Allen Muhammad, popularmente conocido como el francotirador de Washington
, quien en 2002 llevó a cabo una serie de asesinatos indiscriminados en gasolineras, estacionamientos y centros comerciales de la capital estadunidense.
No a la privatización energética; no a la agresión contra el SME
n un contexto de aguda crisis económica y desempleo creciente, el Estado mexicano liquida inconstitucionalmente a más de 44 mil trabajadores activos, a los que se suman los trabajadores jubilados de Luz y Fuerza del Centro (LFC). La toma de las instalaciones por la Policía Federal Preventiva (policía militar), el 10 de octubre pasado, y el decreto presidencial de extinción de dicha empresa muestran el despliegue armado y policial del neoliberalismo (en el que el uso de la fuerza antecede a la política).
n torpe y hasta inhumano paquete fiscal bastó para evidenciar, esta vez hasta con rasgos trágicos, lo ya bien conocido: el sometimiento voluntario y la pequeñez de la hermandad PAN y PRI ante los grupos de presión. Sus peripecias aseguran, por tiempo indefinido, la persistente decadencia del país. No tienen, siquiera, una disculpa aceptable, aunque fuera cómica (la otra alternativa era peor: Francisco Labastida). La conjunción de los grupos empresariales de gran tamaño con el renovado cacicazgo de los gobernadores impuso sus muy particulares ambiciones sobre los intereses y el bienestar del conjunto social.
residente Calderón: cuando Vicente Fox ocupó su mismo puesto escribí un artículo similar al de hoy. Similar, pero no igual. Similar porque a Fox le mandé sus preguntas y porque a ambos se las dirijo mientras eran presidentes; similar, también, porque soy yo quien me repito, pero, imposible no hacerlo: el país esta cada vez más enfermo, no por epidemias externas, sino por inoperancias internas. El artículo no es igual porque usted no es Fox, porque ya no es posible que se apilen más preguntas y porque quizás usted sí responda.
sta semana, los obispos reunidos en Cuautitlán analizan la inseguridad y la violencia generalizada en el país que ha llegado a afectar las mismas estructuras religiosas con secuestros, asesinatos, amenazas, extorsiones a sacerdotes y religiosos, y hasta el saqueo de templos. Los obispos mexicanos tienen una magnífica oportunidad de hacerse eco del reclamo popular que raya en el hartazgo y el desaliento.
l imaginario vulgar asocia los términos fascista
y nazi
a la violencia, y a lo que fueron en Italia y Alemania: masas exultantes frente a líderes que golpeaban marcialmente los talones haciendo el saludo romano, antorchas iluminando cruces gamadas, monumentalismo arquitectónico y escultórico, los campos de exterminio en Europa Central, y la guerra relámpago
(blitzkrieg), táctica de combate inventada por el oficial inglés Lidell Hart en la Primera Guerra Mundial.
ara enfrentar el problema del calentamiento global existen soluciones reales. Pero ninguna de ellas es favorecida por los centros de poder corporativo o sus aliados en los gobiernos, porque implican sacrificios de rentabilidad para los principales emisores de gases invernadero. Por eso el mercado de carbono es sistemáticamente presentado como el instrumento más efectivo para encarar este grave problema. Es más, parece ser la respuesta dominante: corporaciones gigantes, gobiernos y hasta organizaciones ambientalistas apoyan esta solución
.
odemos conocer a un país en sus mercados –en la vida menuda que allí transcurre como quería Gide–, pero esencialmente en el trato que da a sus minorías y en su nota roja.