Economía
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Recuperar algo de lo perdido, buscan mexicanos dañados por caso Stanford
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de agosto de 2009, p. 26

Un consejo de asesores integrado por personajes políticos, entre ellos el ex canciller mexicano Jorge G. Castañeda; ejecutivos que ofrecían más ganancias que nadie, paraísos fiscales, oficinas lujosas, premios, promesas. Una fórmula que a la postre devastó los ahorros de unos 3 mil 500 ciudadanos mexicanos que confiaron sus recursos a sir Robert Allen Stanford, el mago de los negocios que a la cabeza de Stanford Financial Group estafó con 8 mil millones de dólares a sus confiados –o ingenuos– clientes en varias partes del mundo. La trama está a punto de dar un giro.

Un despacho de abogados con sede en San Antonio, Texas, espera tener en unos días la respuesta de una corte federal para iniciar un juicio que permita a los mexicanos defraudados por Stanford, al amparo de una parafernalia que combinó engaños con la exhibición de relaciones con el poder político y económico, recuperar algo de lo perdido.

Edward Snyder, abogado principal del caso, dice que los ahorradores mexicanos son de los más afectados por lo que las autoridades financieras de Estados Unidos consideran un caso de estafa.

El tema es la avaricia

Los mexicanos que invertían en Stanford lo hacían con una institución no autorizada por los supervisores financieros del país para captar recursos del público, que trasladaba los recursos a un banco en Antigua, un paraíso fiscal del Caribe, sin dar cuenta de esas operaciones y de sus ganancias a la autoridad fiscal.

El despacho de abogados Castillo and Snyder, en San Antonio, Texas, presentó una demanda en una corte federal en ese estado, llamada de acción colectiva. Se trata de un procedimiento –explica a La Jornada Edward C. Snyder, el abogado principal del caso– presentado en nombre de cuatro personas, pero que busca que todo mexicano que hubiera invertido en certificados de depósito del banco de Stanford en Antigua, un paraíso fiscal en el Caribe, pueda reclamar una reparación por fraude.

El tema es la avaricia, dice Gustavo González, experto en temas fiscales que dirige el despacho TM Sourcig en la ciudad de México, cuando se le consulta sobre las formas en que inversionistas curtidos o gente instruida ponen su dinero en esquemas de defraudación como el de Stanford.

No había forma de sostener las tasas de ganancia que ofrecía Stanford (8 a 10 por ciento anual en dólares), pero los que invierten sus recursos no se dan cuenta porque los mueve la avaricia y la falta de conocimiento en temas financieros, añade González.