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José Francisco realiza una serie de glifos sobre páginas impresas de La Jornada

No creo en la evolución del arte; busco un nuevo juego de valores

Para la fundación de esta casa editorial donó obras y siempre tuvo la intención de trabajar con la imagen de este periódico

Cultiva el collage por el placer artesanal de recortar y montar

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de mayo de 2009, p. 3

El tiempo que José Francisco (Villahermosa, Tabasco, 1940) colaboró como pintor en la planeación del Museo Nacional de Antropología dejó una marca en el artista.

Por ello, en la actualidad trabaja en la serie Glifos, de diferentes formatos, cuyo motivo retomó del más abstracto de entre varios signos mexicas grabados de la zona del altiplano.

Aparte de su estancia en el museo que se ubica en Chapultepec, inaugurado en 1964, José Francisco siempre ha estado relacionado con la cultura prehispánica, la cual aparece de forma más o menos abstracta en las cosas que hago.

Glifos, sin embargo, es totalmente intencional. Además, tiene la peculiaridad de estar realizada sobre las páginas impresas de La Jornada, en particular del suplemento La Jornada Semanal.

Para la fundación de esta casa editorial, el artista donó varios cuadros, y dada esta familiaridad José Francisco siempre tuvo la idea de hacer algo relacionado con la imagen de este periódico, sobre todo las fotografías.

Sus técnicas mixtas están trabajadas con crayón, lápiz y acrílico bastante aguado, lo que en algunos casos hace que el papel se corrugue, efecto que le gusta porque de alguna forma se vuelve una textura. También recorta y pega encima del papel periódico.

Facilidad para hacer juguetes

Entrevistado en su casa de San Lorenzo Acopilco, delegación Cuajimalpa, José Francisco expresa que el collage es un recurso que siempre utiliza y que atribuye a una cuestión de placer artesanal: recortar y montar.

En contraste con otros niños de su época, recuerda el artista, nunca fui violento. Aunque “no se me daba lo de la aritmética, en cambio, sí tenía facilidad para fabricar juguetes, es decir, el trabajo manual. Nunca tuve un juguete comprado. Los hacía con palitos, conchitas y todo eso, porque siempre viví cerca del mar –fue llevado a Coatzacoalcos y Ciudad del Carmen, antes de arribar al DF a los 10 años de edad.

“Cuando llegué a la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), vi el patio (en la antigua Academia de San Carlos), con aquellas esculturas, y me dije: ‘esto es lo mío’.”

Recuerda haber tenido una tía a la que toda la familia decía que estaba loca, y sí lo estaba, pero era un genio. Ella fue la que me puso a pintar sobre cartón. Después entré a San Carlos.

Foto
José Francisco junto a uno de sus collages, captado el jueves en su casa-estudio, durante la charla sostenida con el artistaFoto Cristina Rodríguez

–¿Se opuso su familia?

–No, para nada. Si hubiera querido ser bailarín, allí sí.

No obstante que estudió en la ENAP, la relación de José Francisco con las artes plásticas casi, casi comenzó en el museo de Antropología (1962-1964).

“Fue una casualidad. La jefa del departamento de códices, Zita Basich de Canessi, necesitaba una persona con buen pulso, para calcar los códices y exhibirlos, con un pincel Winsor & Newton, cortado de la punta, y trabajarlo como chino con el pincel vertical para seguir la línea de los códices.

“Era muy fácil –prosigue José Francisco–, porque como no bebo ni fumo, siempre he tenido buen pulso. Cuando ella vio el trabajo, dijo: ¿cuánto quiere ganar? Así de plano, porque muchos hicieron la prueba.

Usar el color fue maravilloso porque me acostumbré a manejar las combinaciones. Había que imitar el color preciso del códice, además trabajábamos con puros materiales Winsor & Newton, muy buenos, que apenas descubría. Cuando entré a San Carlos trabajé con tierras, emulsión de huevo, al temple, sobre cartoncillo minagris.

En ese entonces ni siquiera me atrevía a ir a una galería. Más bien sentía que lo que hacía tras estudiar en San Carlos eran cosas que cualquiera podía hacer después de determinado tiempo. Me di cuenta de que necesitaba vivir para ver si de allí salía algo personal. Me fui a Nueva York, donde permanecí un año.

En la urbe de hierro colaboró en proyectos escenográficos para algunos teatros en Broadway. También tomó un curso de grabado en el Instituto Prat.

En su producción, el artista suele recurrir a la figuración, aunque de modo discreto. Respecto de los cambios en su trabajo, apunta: “La obra primera era más sensual y colorista. Ahora me he vuelto un poco más oscuro, sin que eso sea negativo.

Al contrario, hay una relación entre oscuridad y valor del color que no tenía; no se trata de una evolución, porque no creo en la evolución del arte, sino de una necesidad, un nuevo juego de valores.

Pronto también aparecerá un libro sobre José Francisco en la serie Artistas en México, colección monográfica que edita el Taller Gráfico Bordes.