Usted está aquí: jueves 13 de marzo de 2008 Cultura La versión monumental de Carmen provocó embeleso en el público del Auditorio Nacional

■ Con numeroso elenco presentaron dos funciones de esa ópera de Georges Bizzet

La versión monumental de Carmen provocó embeleso en el público del Auditorio Nacional

Ericka Montaño Garfias

Si Tosca encarna los celos femeninos, Carmen personifica la seducción, la traviesa astucia de mujer para obtener lo que desea, ya sea un hombre o la libertad. Carmen no pide, toma. No soporta las ataduras, aunque sean en nombre del “amor”.

Ella es Carmen la gitana, protagonista de la popular obra de Georges Bizzet, que el martes por la noche tuvo la primera de dos funciones en el Auditorio Nacional, en su versión monumental.

Tres horas de pasiones, incluido el intermedio. Minutos después de las nueve de la noche se inició la acción. No se levantó ningún telón. En el fondo del escenario, sobre una pantalla gigante, se proyectaron imágenes que recordaban los viejos cicloramas. Así se dio forma a los lugares imaginados por Bizzet para contar la historia de Carmen y don José; de Micaela y Don José; de Carmen y Escamillo, la vida gitana. Ahí estaban la plaza de Sevilla, la fábrica de cigarros, la taberna, las montañas, la plaza de toros.

A los lados del escenario dos pantallas dejaban ver las caras de los cantantes, los detalles de la ropa, los micrófonos pequeñísimos ajustados desde la oreja.

Se trata de la versión de la directora escénica turca Yerta Kara. La música estuvo a cargo de la Orquesta de las Américas, dirigida por el alemán Walter Haupt. En esta monumental puesta en escena, que se repitió ayer en su última función, participaron 300 personas, entre cantantes, bailarines, coro y músicos. Poco faltó para que el público, que pagó entre 250 y mil 500 pesos por boleto, se levantara de sus asientos. Estaban cautivados por las interpretaciones de Astrid von Feder, José Luis Dussauge, Eugenia Garza y Claudio Malgenisi, en los papeles de Carmen, don José, Micaela y Escamillo, respectivamente. Embelesados por la historia que va más o menos así:

Carmen, seductora, llega a la plaza donde están los guardias. Don José, en ese entonces brigadier de la Guardia de Dragones, estaba prendado de Micaela e ignora a la gitana sensual, más que suficiente para que Carmen se encapriche, otros dirán “para que se enamore”. Sus artes lograrán que don José caiga a sus pies.

El hombre renuncia a todo, se convierte en desertor y bandolero, huye con ella a las montañas creyendo que será libre y tendrá el amor de Carmen para siempre. Pero Carmen ya no lo ama. Lo cambió por el torero Escamillo.

Carmen y don José, convertido en un remedo de lo que fue, se encuentran fuera de la plaza de toros de Sevilla, donde Escamillo ofrecía una memorable faena. José se humilla para que la gitana regrese a su lado, pero Carmen ya había elegido al otro. Ella quiere ir con Escamillo. Don José lo impide. Carmen, desafiante, se acerca. Sabe que va a morir.

 
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