Usted está aquí: martes 4 de diciembre de 2007 Economist Intelligence Unit Internet: el libro ha muerto

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Internet: el libro ha muerto

A Jeff Bezos le gusta leer libros: eso está claro. El fundador de Amazon.com, una librería en línea que vende de todo, desde comida para gourmets hasta herramientas eléctricas, es un lector tan voraz que incluso afirma haber terminado El cisne negro, de Nassim Nicholas Taleb, quizás el libro más vendido y que menos se termina de leer desde Breve historia del tiempo, de Stephen Hawking. Su esposa es novelista. Y él adoctrina afanosamente a sus hijos no sólo en el hábito de la lectura sino en su otra pasión, Star Treck: les da novelas sobre las aventuras de la nave Enterprise.

Así, Bezos sostiene que su audacia ha llegado adonde nadie lo había hecho: la progenie Bezos no lee libros en papel, sino en el nuevo lector electrónico de libros de Amazon, el Kindle. Bezos lanzó Kindle el 19 de noviembre. En su presentación, citó los jeroglíficos antiguos, los códices y la invención de la imprenta, estableciendo claramente la histórica importancia mundial de Kindle. El libro es el último bastión de lo analógico, dijo, y ahora ha entrado a la era digital. “Esto es lo más importante que alguna vez hayamos hecho.”

En realidad, el lector Kindle debería haberse llamado iBook, aunque es posible que Steve Jobs se hubiera opuesto. Costará 399 dólares, lo mismo que un iPhone, e intenta hacer por los libros lo que iTunes de Apple e iPod hicieron por la música. Los lectores podrán descargar libros enteros, incluso la mayor parte de los bestsellers más conocidos, por 9.99 dólares cada uno, en menos de un minuto. Periódicos, revistas y blogs estarán también disponibles por una modesta suscripción mensual: una jugada atrevida en un momento en que los blogs son gratuitos e incluso el Wall Street Journal está a punto de dejar de cobrar por su contenido en línea.

Hace mucho que se había pronosticado el triunfo de los libros electrónicos pero, hasta hace poco, las tentativas de lanzamiento habían sido insatisfactorias. Un gran problema, que según Bezos se ha solucionado con su nueva tinta digital, es que la lectura en pantalla cansa la vista y menoscaba, de esta manera, el tranquilo placer que proporciona la lectura en papel.

Ésta es, seguramente, la tentativa más seria hasta ahora para insertar la venta de libros en la era digital. Amazon posee ya un catálogo de 88 mil libros. La tinta Kindle no daña la vista; pesa 10 onzas, su batería dura 30 horas y utiliza una red de distribución ampliamente accesible. La verdad es que parece curiosamente más funcional que el Apple-chic, pero seguramente es mejor (y es más probable que permanezca en el mercado) que el lector Sony, que fue lanzado el año pasado. El lector Sony tiene que descargarse con una computadora y no tiene ninguna función de búsqueda.

Quizás anticipándose a la acusación de que Amazon es un minorista que intenta entrar en el negocio de aparatos electrónicos, Bezos insiste en que el lector Kindle es menos un aparato que un servicio, algo sobre lo que la firma sabe todo. Por ejemplo, Kindle ofrece almacenaje y una conexión permanentemente activa de Internet a 3G.

Establecer un precio justo requerirá de cierta experimentación, tanto por el lector Kindle como por los libros que se leen con él; aunque Amazon parece haber aprendido de los errores de la industria de la música e intenta establecer un modelo de “pago según consumo” para los libros digitales antes de que los clientes creen una alternativa gratuita por sí mismos. ¿Funcionará? Ciertamente, en Amazon sucede algo que atrae a los inversionistas. El mes pasado, el precio de sus acciones cerró cerca de la marca histórica que alcanzó durante los días previos a la burbuja de 2000, a pesar de que se han reducido ligeramente desde entonces.

Google y otros están poniendo millones de libros en línea, y pueden enviarse en bloques de mil palabras a una BlackBerry. La editorial Harvard Business School Press vende libros de negocios en línea por capítulos. Amazon regalará capítulos iniciales como muestras gratuitas.

En resumen, hoy en día la innovación mantiene vivo el negocio del libro. De verdad, quizá sólo una esquina del sector editorial permanece inmune al virus de la innovación: la edición masiva de libros que, de algún modo, toma de seis meses a un año para convertir un manuscrito en un libro listo para su venta. Si Bezos (o cualquier otra persona) llega a resolver el problema de introducir el tiempo de Internet en esta parte de la industria editorial, el tradicional mundo de los libros realmente habrá muerto.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

 
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