México SA
Se apestó la fiesta
Del autoelogio a la tronadera
Vienen más discursos o guerra sucia
El IMSS y las transas de empresarios
Estaban los de siempre muy contentos porque México "en el año 2040 puede ser una de las cinco economías más grandes del mundo... (y) una de las cinco más prósperas"; en pleno festejo porque la "sólida estabilidad se ha visto reflejada, por ejemplo, en una mejor calidad crediticia de nuestro país"; en abierta celebración porque la nación ya superó el trauma de Porfirio Díaz y hoy, en cambio, "tenemos una posición geográfica estratégica que nos sitúa al lado del mercado más grande del mundo, Estados Unidos"; brinde que te brinde porque "contamos con una de las más extensas redes de tratados comerciales, que nos dan acceso preferencial a un mercado de más de mil millones de consumidores en 44 países", y, en fin, en festividad continua por lo bien que han hecho las cosas, cuando de repente... ¡¡¡PUM!!!
Comenzó el tronadero de bombas en instalaciones de Petróleos Mexicanos, el cual no sólo les apesta la fiesta sempiterna y el autoelogio permanente, sino que de plano les abre un nuevo agujero en la ya de por sí perforada política de seguridad nacional. De nueva cuenta, como ya es costumbre, los agarraron papando moscas. Y si con una guerra declarada (Calderón dixit) no pueden, habrá que imaginarse con dos.
Tarde, como siempre, el aparato de seguridad del Estado intenta reaccionar, y a menos que el inquilino de Los Pinos logre multiplicar los panes, nadie sabe de dónde saldrán los batallones de uniformados para atender sus urgencias: en un frente, el Ejército, la Armada y los mismos pero vestidos de gris volcados en la guerra contra el narco; en otro, sobre todo a partir del ¡¡¡PUM!!!, los elementos que queden, si es que quedan, se destinarán a "reforzar la vigilancia en las instalaciones estratégicas", como las de Pemex. Entonces, ¿quién se encarga de lo demás?
En medio de la fulgurante arenga sobre la "bonanza nacional" (reedición de aquel viejo cuento alemanista sobre el cuerno de la abundancia, pero con maquillaje de "cambio" con "continuidad") y en ejercicio abierto de la manipulación informativa gubernamental (no cabe duda de que el ex baterista de Timbiriche nunca debió salir de allí) sobre lo que realmente sucedió en las instalaciones petroleras, resurge un grupo armado con el que se puede estar o no de acuerdo, especialmente a la hora de seleccionar objetivos en el país, pero que de cualquier suerte, al asumir y hacer pública su autoría, les ha puesto los pelos de punta a los del festín, en pleno "sueño mexicano".
¿Con qué responderán los de siempre y su gerente en turno? ¿Con más discursos sobre justicia social, o con guerra sucia? Total, sobra tiempo, porque ya sólo faltan 33 años para que México, hipotéticamente, se convierta en "una de las cinco economías más grandes del mundo... (y) una de las cinco más prósperas".
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, la terapia, el IMSS y sus finanzas: "habría que contestar muchas preguntas en torno al Instituto. Una de ellas, es que los patrones no dan de alta a sus trabajadores; en caso extremo, los dan de alta, pero como temporales. Otra es que los inspectores del Instituto protegen a los patrones, por módica suma, y cuando acumulan un lustro de retraso, se acogen a los convenios y pagan solamente un año de adeudos, o les perdonan la deuda. A los empresarios les rebajaron 30 por ciento las cuotas y también la parte que le corresponde al Estado. La mayoría de las clínicas privadas pequeñas compran lo robado al IMSS. Y no hay que olvidar al IMSS Oportunidades, antes llamado Coplamar, que era una institución separada del Instituto y sólo se apoyaba en su administración; ahora también sus trabajadores pertenecen al IMSS, con todas las prestaciones y vicios que se han tenido siempre. No es todo: hablando de vicios, el personal atiende mal, y buena parte de ello es atribuible a que una gran mayoría de los trabajadores (médicos y demás) tienen varios trabajos al mismo tiempo. Por ejemplo, un médico que labora en tres lugares, ¿a qué hora duerme, come, se baña? Esto mismo pasa con los demás empleados. ¿Y Hacienda qué ha hecho? Ni siquiera presentan declaración de impuestos, ya que según ellos ya se los descuentan en cada uno de esos trabajos, pero olvidan que si se juntan todos el pago de impuestos es mucho más alto, por lo que hay no sólo evasión fiscal, sino que le quitan el trabajo a otros que andan en las calles de taxistas. O trabajando en las Farmacias de Similares. Un contador de esos buenos puede explicar cómo el IMSS pierde dinero por las transas de los empresarios" (Emilio Cancino, [email protected])... Uno más: "efectivamente, las licitaciones que realizan los organismos de salud (IMSS, ISSSTE, etcétera) no van encaminadas a reducir costos, sino a captar dinero de las empresas licitantes, y la que más ofrezca a los directivos es la que gana. Tengo 15 años de experiencia en el ramo de cirugía de mínima invasión, y nuestros paquetes son hasta 50 por ciento más económicos que los ofrecidos por las empresas que ganan la licitación con transas, pero como no somos amigos, ni hermanos, ni cuñados, ni hijastros, ni etcétera de los políticos ratas de México, no podemos ni siquiera participar en las fraudulentas licitaciones. La figura de la licitación debería desaparecer por fraudulenta. Un ejemplo simple: se licitan guantes quirúrgicos de látex de ciertas características. Digamos que existen dos proveedores que cumplen (A y B). El proveedor A lo vende a 5 pesos y el B a 7. En una cirugía difícil o tardada, el cirujano cambia dos veces los guantes del proveedor A porque no aguanta la jornada, y con el del proveedor B consume un sólo par, pero como la licitación se da a quien cotiza más barato, entonces se la lleva el proveedor A. Finalmente gastamos 10 pesos con el proveedor A, porque se tienen que utilizar dos pares de guantes de 5 pesos cada uno. Si la licitación la ganara el proveedor B sólo gastaríamos 7, pero vivimos en la cultura de la impunidad y la aplicación de la ley y el estado de derecho en el discurso no se lleva a cabo en la realidad". (Alvaro Albarrán González, [email protected]).