Usted está aquí: lunes 2 de octubre de 2006 Cultura Amagatsu: la base de mi danza es la universalidad

El cuerpo humano, frontispicio de la historia, señala

Amagatsu: la base de mi danza es la universalidad

El maestro de la danza butoh participa en el festival de danza contemporánea Lila López y en el Cervantino

PABLO ESPINOSA ENVIADO

Ampliar la imagen La metamorfosis acompaña al hombre desde el momento de la concepción, señala el maestro Ushio Amagatsu Foto: Pablo Espinosa

San Luis potosí, 1º de octubre. El maestro Ushio Amagatsu en entrevista: "En viajes constantes constato las diferencias culturales entre los distintos pueblos y confirmo entonces que la diferencia hace la cultura. La base de la danza es el cuerpo, que es universal en todos los seres humanos. Por ende, la base de mi danza es la universalidad. En consecuencia, lo más básico de mi trabajo de butoh es la diferencia y la universalidad".

Asienta: "Tener conciencia de que el concepto de metamorfosis es un principio básico que universaliza a los humanos es saber que nuestro cuerpo es el frontispicio de la historia universal de miles y miles de años".

A sus 57 años de edad, Ushi Amagatsu es el representante máximo de la danza butoh en el mundo, que fue fundada en los años 50 por sus maestros, Tatsumi Hijikata -quien nombró a este arte ankoku butoh: la danza que ilumina las tinieblas- y el legendario Kazuo Ohno, como una respuesta cultural a la desazón cultivada por las convulsiones modernas en general y en particular por el renacimiento cultural luego de las consecuencias atómicas -Hiroshima y Nagasaki- de la Segunda Guerra Mundial.

La danza butoh plantea, entre un cúmulo de bondades, un necesario retorno a lo primitivo, a un diálogo intenso y duradero entre el cuerpo y el universo.

El maestro Ushio Amagatsu se encuentra en México por tercera ocasión, donde en un par de visitas anteriores ha cimbrado hasta sus cimientos la energía espiritual de quienes han constatado la belleza brutal, el asombro metafísico y el poder de sus metáforas, escritas con el cuerpo.

Al frente de su ya también legendaria compañía de danza butoh Sankai Juku, Amagatsu inauguró anoche el vigésimo sexto Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López, que continuará en esta capital potosina con actividades diarias hasta el 14 de octubre.

Este mismo espectáculo, constituido por su obra más reciente, titulada Kageni: más allá de la metáfora de los espejos, significará a su vez uno de los acontecimientos centrales del trigésimo cuarto Festival Internacional Cervantino, que arrancará mañana en Guanajuato. Sankai Juku engalanó el Festival Internacional de Cultura de Chihuahua.

Nexo mente-cuerpo-espíritu

En el Teatro de la Paz de San Luis Potosí, la víspera de la primera de sus presentaciones en México, el maestro Ushio Amagatsu concedió, como una primicia, la siguiente entrevista a La Jornada, con la colaboración de la señorita Hiromi Yamanada como traductora:

-En el butoh hay una conexión instantánea mente-cuerpo, ¿Cómo se asciende al tercer elemento que nos conforma, el espíritu?

-Es una relación entre el interior y el exterior del cuerpo, donde se establece cierto ambiente, cierta condición ambiental. El espíritu se puede representar como sentimientos: puede ser amable, a veces muy enérgico, productivo, o destructivo, o en actitud de búsqueda. Esos cambios constantes van dando la relación entre el exterior y el interior del cuerpo. Se trata entonces, en la danza butoh, de que los bailarines ponen en tensión tanto el tiempo como el espacio mediante la concentración.

-¿Cómo traduce usted en sus obras la tensión cultural, es decir, los altos contrastes entre lo primitivo, lo ultramoderno y lo atemporal?

-No solamente me apego a mi cultura natal, japonesa. En viajes constantes constato las diferencias culturales entre los distintos pueblos y confirmo que la diferencia hace la cultura. La base de la danza es el cuerpo, que es universal en todos los seres humanos. Por ende la base de mi danza es la universalidad. En consecuencia, lo más básico de mi trabajo de butoh es la diferencia y la universalidad.

-El butoh recurre a elementos primitivos de la cultura japonesa; ¿qué propone en una época de acelerada modernización, en términos de diferencia, es decir, del futuro de la cultura?

-Así como lo primitivo, también utilizo la computadora, porque es útil. Los seres humanos tendemos a buscar siempre la conveniencia como algo necesario. Por otro lado, mientras materialmente la conveniencia se desarrolla cada vez más, también es muy importante identificar siempre qué es la humanidad, qué es el ser humano. Por lo pronto, ambas cosas, lo material y lo humano, resultan altamente contrastantes. Sin embargo, después de estar cierto tiempo fuera de Japón, al regresar a mi país, aunque constituye ciertamente una sociedad altamente occidentalizada, encuentro siempre una cultura muy japonesa. En el fondo de la occidentalización que ha sufrido la sociedad japonesa ha permanecido lo japonés, y eso marca la diferencia, la cultura.

La humanidad y la metamorfosis

-¿Qué respuestas tendría en este momento a las dos preguntas que acaba usted de recomendar?

-Independientemente de la región, el país o la cultura, la metamorfosis de un ser humano es siempre la misma. Podemos decir que es un aspecto común a todos los seres humanos. Hay otro aspecto universal de los humanos, que son los sentimientos. La manera de expresarlos sí difiere dependiendo del país, la cultura o región, pero el rencor o la tristeza o la percepción de la belleza, lo que podemos expresar usando sustantivos, es la forma original de los sentimientos y eso es universal también, aunque la expresión sea diferente. Esa sería mi respuesta a qué es la humanidad, qué el ser humano.

-Cuando uno observa sus coreografías, recibe una tempestad de impactos emocionales y de conceptos. De entre ese cúmulo, destaquemos tres: metáfora, ontología, metafísica. ¿Cómo refleja usted esos conceptos entre el escenario y las butacas?

-Para mí la metáfora es algo similar a la mitología. El punto de partida para cada mito quizá sea diferente en cada país, región o cultura, pero en sus términos generales son parecidos. Todos los mitos de todas las culturas son parecidos. En ese sentido puedo decir que aunque no haya ninguna regla pactada entre los seres humanos, su mundo imaginario será siempre el mismo. Es una universalidad. La metáfora es entonces algo universal.

"En cuanto a lo ontológico, no procuro materializar lo cotidiano, más bien prefiero percibirlo de manera natural. Es más, de vez en cuando tomo vino, y, todavía más, aquí en San Luis Potosí, ayer, comí mole", -ríe con sus labios y las yemas de sus dedos Ushio Amagatsu.

"En torno a lo metafísico -continúa- cuando concibo una coreografía y todas las veces que la represento en escena, siempre pienso en lo metafísico, porque hay un principio básico que inclusive los científicos han comprobado ya: la metamorfosis de un feto en el vientre materno es una metafísica que todos los seres vivos han experimentado a lo largo de miles de años. Cuando empieza el óvulo fecundado a separarse en diferentes células, toma la forma de un pez, y luego toma forma de ajolote y llega a la tierra como mamífero. Todo lo que el mundo ha experimentado durante miles de años lo hacemos durante nueve meses en el útero. Tener conciencia de eso es saber que nuestro cuerpo es el frontispicio de la historia universal de miles y miles de años."

 
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