Usted está aquí: martes 19 de septiembre de 2006 Sociedad y Justicia La RES prácticamente condena a las telesecundarias a desaparecer

Los nuevos planes de estudio requieren equipamiento que difícilmente recibirán

La RES prácticamente condena a las telesecundarias a desaparecer

Maestros acusan a líderes charros del SNTE de debilitar el sistema con su control político

KARINA AVILES/ II Y ULTIMA

Ampliar la imagen Las bancas inservibles de la telesecundaria 05 Manuel Bernal, ubicada en Naucalpan, deben ser guardadas en los techos, pues están inventariadas y la escuela sería sancionada si las deposita en la basura. A la izquierda, el profesor Román José Villagrán, al frente de uno de sus grupos en la telesecundaria Benito Juárez, en El Molinito, estado de México Foto: Francisco Olvera

Ampliar la imagen Las bancas inservibles de la telesecundaria 05 Manuel Bernal, ubicada en Naucalpan, deben ser guardadas en los techos, pues están inventariadas y la escuela sería sancionada si las deposita en la basura. A la izquierda, el profesor Román José Villagrán, al frente de uno de sus grupos en la telesecundaria Benito Juárez, en El Molinito, estado de México Foto: Francisco Olvera

La historia de la telesecundaria dice que comenzó sus clases en salones de costura, trastiendas, talleres mecánicos y pedazos de tierra de las comunidades rurales. A 38 años de su inicio, la administración panista, en opinión de los profesores, le ha asestado uno de los golpes "más fuertes"; con el que busca desplazar el eje fundamental del sistema basado en la modalidad televisiva, por la publicitada Enciclomedia y otros equipos que ni siquiera han adquirido.

Así, el gobierno de Vicente Fox decretó, con la llamada Reforma de la Educación Secundaria (RES), el paso al mundo de las tecnologías del siglo XXI (recursos multimedia, Internet, pizarrón electrónico, entre otros), aunque todavía hoy la realidad en estos planteles es la de televisores de bulbos; pantallas descompuestas, si es que tienen, la de laboratorios de cómputo sin computadoras, la de bibliotecas sin libros, además del déficit de presupuesto, de maestros y de cualquier material elemental para dar una educación digna con calidad a los jóvenes más pobres del sistema secundaria.

De acuerdo con maestros de esta modalidad educativa, las deplorables condiciones en las que se encuentra la telesecundaria obedecen -además del evidente abandono estatal- al "control político" ejercido por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). En estas escuelas "todo pasa por los charros", resume Pedro Ramírez Vázquez, profesor de la telesecundaria 09 Benito Juárez.

Lo cierto es que, a diferencia de las secundarias técnicas y generales, estos planteles son los que tienen las peores condiciones de trabajo en su planta docente. Según un diagnóstico de la propia Secretaría de Educación Pública (SEP), el déficit del personal administrativo asciende a 15 mil 983 plazas-puesto y el de maestros a 4 mil 620.

Dichos datos, contenidos en el estudio La telesecundaria mexicana: desarrollo y problemática actual, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), establecen que lo anterior se traduce en que de las más de 16 mil 500 telesecundarias, 8.4 por ciento apenas tienen un maestro para cubrir los tres grados y el 12.5 por ciento cuentan con dos mentores, con la carga laboral que esto implica para los mentores, quienes además cumplen otras funciones.

Lucía María Pérez Novelo, directora de la telesecundaria 184, República de Cuba, lo expresa así: "En estas escuelas no hay maestros de educación física, artística, tecnológica, de talleres, y encima la tienen que hacer de médicos, de trabajadores sociales, de orientadores y de coordinadores, porque tampoco hay quien se encargue de esas funciones".

En su escuela, ubicada en el norte de Nezahualcóyotl, todos los docentes son ejemplo de lo anterior. Uno de ellos es el de la profesora Rosa María Pérez Moreno, quien al mismo tiempo debe hacerse cargo de la biblioteca, del control administrativo de la cooperativa y del laboratorio. Luego sale con toda la apuración para trabajar en otra secundaria.

"Los muertos también dan lecciones"

A las precarias condiciones que enfrentan los maestros, en los días recientes se ha sumado un peso más que para algunos podría significar el fin de este sistema: se llama RES.

En un salón de techo de asbesto, a medio construir, la profesora María Isabel Villa da clases al único grupo de primero de secundaria, en el que en "teoría" se aplica la reforma.

Detrás de un angosto escritorio, María Isabel ya no sabe a cuál de los dos libros que tiene abiertos le debe hacer caso. Uno es el viejito, con el antiguo plan, y el otro es del cambio curricular que, para el caso de las telesecundarias, se denomina "modelo renovado".

Angustiada, cuenta que en el nuevo texto se les instruye "a consultar la biblioteca", "pero ¿cuál? Si no hay, también dice que pongamos los discos compactos, y ¿en dónde están?, dice que utilicemos Enciclomedia y no tenemos. Además, las lecciones que pasan en el televisor te dan una clase y el libro otra. Ni siquiera el horario coincide con la programación (televisiva) del supuesto programa renovado. Ahora ya no sé cuál es el horario de transmisión, de trabajo, de los videos, aunque si éstos se utilizaran no tendríamos cómo hacerlo, porque no hay nada de lo que los libros dicen".

Impotente, casi a punto del llanto, confiesa que, en 23 años que ha trabajado en esta escuela -la telesecundaria Quetzalcóatl 54, ubicada en Ahuizotla, Naucalpan-, "es la primera vez que me siento frustrada en todos los aspectos: por un lado, el material y, por el otro, no entiendo cómo funciona la RES".

Es tal el desprecio y el fomento de la desigualdad que hace de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que antes de la reforma -cuenta José Luis López, jefe del "laboratorio" de la telesecundaria 0005T- en los propios libros se pedía hacer experimentos con "un frasco o un biberón en lugar de un matraz". Ahora, en plena reforma, los textos remiten al maestro y sus alumnos a la Enciclomedia, a discos compactos y al pizarrón electrónico que no tienen.

Aquí, en las telesecundarias, lo poco que hay de materiales es tan viejo, que en los videos para apoyar las lecciones aparecen maestros que ya están muertos. "Y aun así siguen saliendo", dice la maestra Pérez Novelo.

En estos planteles ya no queda nada. Los han despojado de casi todo: de los turnos vespertinos, de los profesores, de los trabajadores de limpieza; es más, hasta de los técnicos que arreglaban los televisores descompuestos y de los espacios para los propios supervisores, quienes a falta de oficinas se meten en recovecos de las escuelas, como el caso de Sixto Vidales, quien despacha al lado de un lavadero en la telesecundaria 0005T, Manuel Bernal Mejía.

Sólo hay algo que no les han quitado: los cerros de fierros en las azoteas -que fueron butacas y otros materiales- y que ni siquiera pueden arrojar a la basura porque "están inventariados" y si los pudieran tirar tampoco podrían hacerlo porque no tienen dinero para pagar un "flete".

Pero todo esto, añade el profesor Pedro Ramírez Vázquez, no se entiende sin la complicidad del SNTE. La organización que pudiera existir para hacer el reclamo al Estado de los derechos constitucionales que corresponden a los alumnos y a los maestros para tener una escuela digna es difícil, porque el objetivo del sindicato oficial es "mantener controlados a todos los profesores".

En su escuela, una tripa que se extiende en un terreno invadido por el rumbo de El Molinito, en el estado de México, el maestro dibuja un organigrama, sólo para mostrar una red integrada por directores, subdirectores, jefes de departamento, de sector, supervisores, cuyo trabajo es el de ejercer presión sobre los maestros de a pie; esto, para mantener en el silencio la acumulación de agravios y de irregularidades.

Los profesores no entienden por qué tanto abandono y complicidad del gobierno y del SNTE. Pareciera que la única alegría que queda en estos planteles es la de revivir aquel 21 de enero de 1968, cuando las teleaulas iniciaron sus transmisiones en la capital del país y siete estados de la República, con la misión de enseñar a los adolescentes que difícilmente podrían ser atendidos por la oferta convencional.

Pero esta satisfacción apenas dura unos segundos. El "golpe" que le ha dado el gobierno de Vicente Fox a este sistema, alertan, puede ser irreversible porque al introducir una nueva barra de programación televisiva, otros libros y un equipo como Enciclomedia, que tampoco tienen, se han quedado en la nada y sin nada. "Ese es el futuro que el gobierno ofrece a la telesecundaria", lamenta el maestro Carlos Velázquez.

 
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