Usted está aquí: miércoles 9 de agosto de 2006 Mundo Libaneses huyen del sur sólo para ser asesinados por las bombas en Beirut

Fanática búsqueda de supuestos espías que pintan edificios para teleguiar ataques

Libaneses huyen del sur sólo para ser asesinados por las bombas en Beirut

Un taxista de Nueva York que viajó a ver a su familia la perdió en su totalidad en un bombardeo

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Trabajadores del dep�sito de cad�veres del hospital de Sid�n cubren el cuerpo de una ni�a muerta por un bombardeo de la aviaci�n de Tel Aviv FOTO Ap

Beirut, 8 de agosto. Hay bulldozers levantando toneladas de escombros en el barrio de Shiyah, y una nube de polvo y humo de más de un kilómetro se eleva sobre los destruidos barrios pobres en los suburbios del sur de Beirut, y un hombre alto con una camiseta gris -que es nada menos que un taxista de Brooklyn- está ahí al borde del llanto, mirando lo que con toda probabilidad es la tumba de su abuelo, su tío y su tía.

La mitad de la casa de la familia fue arrancada de sus cimientos y la totalidad del bloque de departamentos junto a esa casa, todos habitados por civiles, fue aplastado al nivel del suelo unas horas antes por dos misiles que estallaron en la calle Asaad al Assad.

¿Qué se le dice a un hombre que está esperando a que saquen más cadáveres de debajo del concreto? El último de ellos era el de un hombre cuyo rostro parecía dibujado en polvo antes de ser limpiado y su cuerpo era casi del grosor de un papel; con esa perfección, el concreto que le cayó encima aplastó sus huesos y músculos.

Mohamed Husseini salió de Nueva York para tomar vacaciones veraniegas con su joven esposa y su pequeño hijo; ellos estaban seguros en el centro de Beirut. El quería ver el hogar familiar y a los parientes con que creció.

"Mire lo que han hecho los israelíes", dice sin quitar los ojos de los pisos de los departamentos, ahora están separados por sólo un par de escasos centímetros. "Estoy confundido ¿sabe? No sé qué hacer. Puedo volver con mi esposa y mi hijo, pero el resto de mi familia está ahí. Ellos vivían en el sur y sobrevivieron. Luego vinieron a Beirut y aquí es donde murieron",

Ellos son -no digamos todavía que eran- el abuelo de Mohamed Husseini, Mohamed Yassin, el tío Hussein Yassin y la tía Hila. Pero para la noche del martes todavía ninguno había sido hallado.

¿Y los del edificio de junto? Al menos 17 civiles, muchos de ellos niños, murieron. Un niño de 12 años llamado Hussein Ahmed Mohsen yacía muerto en la morgue del hospital Mount Lebanon, al igual que una mujer que falleció una hora después de ser rescatada, luego que los misiles cayeron encima de su hogar a las 7:30 de la tarde del lunes anterior.

Casi todos los habitantes del edificio con destino trágico eran miembros de la familia Rmeiti. También provenían del peligroso sur de Líbano, y 15 de los muertos venían del mismo poblado.

Trozos de la pared del departamento todavía colgaban sobre las ruinas y en uno de ellos podía verse un corazón pintado, y la palabra "Brasil", como resabio de lo que fue el apoyo por una selección de futbol en la Copa Mundial en una era de inocencia.

Luego, una escena que provoca furia. Un "observador" de Hezbollah exigió ver mi acreditación de prensa y perdió interés en cuanto la leyó. Pero un joven libanés en camiseta amarilla que estaba en el lugar fue agarrado por el cuello de la playera por ese hombre, y entregado a un grupo de individuos altos y musculosos que lo obligaron a entrar a un automóvil.

Ahora todos buscan espías, esos hombres -y mujeres- que supuestamente "pintan" los complejos de apartamentos de Beirut por encargo de Israel, para que sus misiles den en el blanco.

Pero una triste y siniestra reunión en el hospital Mount Lebanon indicaba que el edificio no fue "señalado" por nadie. Ahí me encontré con Ali Rmeiti, empleado del aeropuerto de Beirut que estaba cubierto de heridas sangrantes, con la cara desencajada y que sacudía la cabeza, incrédulo.

"Estaba yo en el balcón con mi esposa Huda y mis hijos, eran como las siete y media. No escuché nada. Nada. No me di cuenta de lo que pasó. Todo estaba muy negro. Luego vino el segundo estallido y todos nosotros, con balcón y todo, salimos volando hasta la calle", relata.

Huda Rmeiti yace junto a su esposo con una sonda de alimentación intravenosa y tiene más heridas sangrantes que Alí. Tengo que preguntarles en tono optimista cuántos de sus hijos estaban en el balcón porque yo estoy enterado -y ellos no- de que tres de los cuatro niños murieron cuando el balcón se estrelló sobre la calle.

¿Por qué fue bombardeado ese edificio? Los israelíes han asesinado a cientos de civiles libaneses, y han atacado hasta los convoys con refugiados a los que ellos mismos les ordenaron salir de sus hogares.

Guerra en tiempo real

Pero la cuñada de Al Rmeiti, una mujer delgada que usa un velo y un vestido amarillo y negro tiene una versión que coincide con las de otros dos sobrevivientes. Antes de que estallaran los misiles, dijo, un avión israelí sin piloto voló sobre el barrio de Shiyah; era una de esas naves de reconocimiento que envía imágenes en tiempo real a Tel Aviv.

Este Um Kamel, que es como los libaneses llaman a estos aparatos teledirigidos, chilló mientras hacía su recorrido y al mismo tiempo, sin advertencia alguna, alguien apareció en la calle Asaad al Assad conduciendo una motocicleta y disparó un rifle al aire, justo cuando pasaba enfrente de los departamentos habitados por la familia Rmeiti.

Luego el motociclista se fue, probablemente era sólo un idiota, más que un provocador en moto; algún muchacho que quería probar estúpidamente su hombría.

No se pueden destruir aviones sin piloto con un rifle, como bien sabe cualquier miembro de Hezbollah. Pero poco después los dos misiles llegaron e impactaron en los hogares de inocentes.

Quizá haya dos lecciones morales en esto, una obvia y la otra familiar. No le dispares a aeronaves de Tel Aviv. Además, no creas ni por un momento que los israelíes se abstendrán de disparar sus misiles contra tu casa cuando su juguetito mortal detecte a un hombre armado.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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