Usted está aquí: miércoles 9 de agosto de 2006 Cultura Recoge una trilogía la historia de la imaginación contemporánea

Mañana presentan los números de Luna Córnea dedicados a obsesiones y pulsiones

Recoge una trilogía la historia de la imaginación contemporánea

Existen múltiples modos en los que la fotografía se relaciona con el circo, señala Alfonso Morales, director de esa revista

Ilusión, Maravilla y Esperpento incluyen imágenes y textos

CARLOS PAUL

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Ampliar la imagen Oleos de Yishai Jusidman, arriba; la tercera imagen es una obra de Francisco Pinna de la serie de fotografías realizadas para Los payasos (1972), de Federico Fellini, como la que aparece sobre estas líneas

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Las ilusiones ópticas en las que se conjuntan imaginación y técnica y que en siglos pasados prefiguraron las invenciones de la fotografía y el cine; el heterogéneo y seductor universo circense visto como arte, entretenimiento y forma de vida, así como y el fascinante atractivo que provocan en las personas aquellos seres señalados como monstruosos o fenómenos, que al tiempo que retan nuestra noción de normalidad satisfacen el morbo, son los temas que componen la extraordinaria trilogía Ilusión, Maravilla y Esperpento, publicada por la revista Luna Córnea, en los números 28, 29 y 30, respectivamente.

Relacionadas entre sí y a la vez autónomas, esta serie de imágenes y textos, fruto del trabajo de tres años de investigación en el que colaboraron de manera fundamental Julio Rebolledo y Federico Serrano, dan testimonio en primer término (número 28) de aquellos tiempos en los que teatro, ciencia y metafísica se conjugaban para hacer de la fantasmagoría fuente de conocimiento o causa de terror o diversión.

Ilusiones ópticas

Ejemplo de ello es el testimonio del físico-aeronauta E.G. Robertson, quien en sus Memorias recreativas, científicas y anecdóticas (1840), traducidas por Lorena Gómez Mostajo, explica que entre sus investigaciones estaba ''obtener una luz muy intensa, concentrada en una superficie cuyo diámetro más pequeño fuera de 20 centímetros y el más grande de dos metros y medio", así como ''encontrar un aparato para representar con luz artificial la imagen óptica de cuerpos opacos.

''En varias ocasiones -narra Robertson- los muchachos se acercaban para pedirme la sombra de sus amantes; las mujeres, la de sus maridos; las personas jóvenes, sobre todo, la de sus madres.

''Al escuchar el relato de sus penas, yo trataba de alejarlos de su ingenuidad. Mis esfuerzos, sin embargo, resultaron infructuosos frente a una mujer inconsolable desde la muerte de su marido, a quien además yo había conocido.

''Esta mujer concibió la esperanza de que yo podría hacer aparecer la sombra de su esposo delante de ella. Debido a mi nega-tiva, ella me acusaba de obtener placer al prolongar su dolor. Así, vi a una mujer a punto de perder la razón: me dirigí a la policía y pedí permiso para aliviar su pena, creando una ilusión que no podría disiparse más que realizándola.

''Este permiso me fue otorgado; entonces me dediqué a persuadirla de que, si esta evocación era posible, el poder no podría ser usado más que una vez. Dibujé de memoria las facciones de su marido; la imaginación de la enferma haría el resto. En efecto, en cuanto la sombra apareció, ella gritó: '¡Oh, mi marido, mi querido marido! Te vuelvo a ver... Eres tú, quédate, no me dejes tan pronto'.

''La sombra se acercó casi a la altura de sus ojos; ella se quiso levantar pero la sombra desapareció: la mujer se quedó desconcertada y después derramó abundantes lágrimas. Su dolor se suavizó. Ella me lo agradeció, me dijo que tenía la certeza de que su marido todavía la veía, la escuchaba, y que eso sería, durante toda su vida, una dulce consolación."

De alguna manera empezó así en el siglo XIX el desarrollo de los aparatos productores de ilusiones ópticas, las cuales se convertirían en espectáculos de terror o diversión de nuestra falible mirada, cuyo ciclo continuaría con las películas de ficción o fantasmagorías fílmicas, que tienen entre sus representantes más emblemáticos al realizador Georges Méliés.

Bitácora de un oficio ambulante

A la maravilla que se cultiva en las carpas se remite el número 29 de Luna Córnea. El universo y sus entretelones de trapecistas, magos, payasos, malabaristas, domadores de fieros o dóciles animales desfila por este segundo volumen de la trilogía, de más de 400 páginas.

En esta publicación se realiza una revisión histórica del circo como un arte, un enterramiento y un modo de vida, plasmada en imágenes por fotógrafos de distintas épocas y países, pues ''existen muchos modos en los que la fotografía se relaciona con el circo", explica en entrevista Alfonso Morales.

Para el director de Luna Córnea, así como hay una relación que se da entre el fotógrafo y el espectáculo circense como tema, ''también hay un uso, de parte del circo, de las imágenes fotográficas, lo cual es distinto. El circo puede usar las imágenes como memoria familiar o promoción, y ese encuentro entre fotografía y circo es lo que aborda el título Maravilla. En esta edición la fotografía es bitácora de un oficio ambulante, de las imágenes que han ayudado al establecimiento de una leyenda, a la transmisión de la memoria familiar o a la captura de una hazaña efímera".

El volumen destina una sección a las diferentes familias circenses: los Orrín, los Suárez, Los Cárdenas Suárez, los Fuentes Gasca, los Atayde, los Olvera, los Codona, los Esqueda y los Vázquez, entre muchas otras. No podría faltar un apartado sobre Ricardo Bell, ''el mayor clown que ha conocido el circo mexicano".

Por último, en Esperpento, quizá el volumen ''más extravagante", se documenta la fascinación que ejercen esas ''criaturas", ''fenómenos" o ''monstruos". Seres cuyas anomalías físicas confrontan nuestra noción de normalidad y satisfacen el morbo, y que se han convertido también en espectáculos circenses.

Enanos, gigantes, esqueletos vivientes, niños lobos, mujeres arañas, mujeres serpientes, ''tanto en el circo como en la fotografía conforman un museo de curiosidades y transformismos humanos".

El circo sigue vigente

El interés por documentar esta trilogía, titulada El circo y sus espectáculos afines -que igual se editó para conmemorar el décimo aniversario del Centro de la Imagen, celebrado en 2004-, se centra en poder reflexionar sobre ''el sentido de la imaginación contemporánea".

Dicha documentación, comentó Morales, ''permite demostrar que la historia de la imaginación se compone de viejas obsesiones y pulsiones; hoy simplemente actualizadas.

''Creemos que es muy importante dar cierta historicidad a cómo funciona la imaginación, teniendo como soporte la fotografía" de autores como Charles Eisenmann o Diane Arbus, complementadas, por ejemplo, con semblanzas de Tom Thumb, el Fakir Harry o los récords registrados por Robert L. Ripley, y una serie de ensayos entre los que destaca el escrito por Robert Storr sobre el tema de lo grotesco.

''Si bien el espectáculo del circo se encuentra marginado respecto de las nuevas tecnologías visuales'', concluyó Alfonso Morales, ''en términos estrictos de imaginación el circo sigue vigente".

La presentación de la trilogía Ilusión, Maravilla y Esperpento se realizará mañana jueves a las 16 horas en la pista del Circo Atayde Hermanos (calzada de Tlalpan 855, estaciónVilla de Cortés del Sistema de Transporte Colectivo- Metro).

Por cortesía de esa empresa circense, las personas que asistan al acto de presentación de ese material de la revista Luna Córnea estarán invitadas a disfrutar de manera gratuita de la primera función, que dará comienzo a las 17 horas en punto.

El cupo es limitado, por lo que se recomienda solicitar los pases llamando al número telefónico 9172-4724 al 29.

 
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