Usted está aquí: domingo 19 de febrero de 2006 Cultura Cara a cara, muestra de William Coupon en el Auditorio Nacional

Consta de 76 imágenes de músicos, políticos, atletas e indígenas, entre otros

Cara a cara, muestra de William Coupon en el Auditorio Nacional

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen William Coupon no tenía la idea de retratar celebridades que suelen gozar de una corta vida mediática Foto: Guillermo Sologuren

En los principios de su carrera William Coupon no tenía la idea de retratar a las "celebridades", que suelen gozar de una corta vida mediática, porque quería hacer algo más duradero. De hecho, su trabajo abarca muchas facetas y estilos, algunos de los cuales se han reunido para la exposición Cara a cara, de 76 imágenes, que será exhibida todos los días hasta finales de marzo en la galería del Auditorio Nacional, cuya entrada es libre.

Dadas las características del lugar, la mitad de las fotos son de personalidades del mundo de la música, pero la otra mitad es una mezcla de políticos, atletas, boxeadores e indígenas. Cabe recordar que Coupon realizó una muestra de fotos de los tarahumaras, producto de un viaje realizado en 1989, en el desaparecido Centro Cultural /Arte Contemporáneo.

El trabajo de Coupon se distingue por el empleo de un telón de fondo.

"En un principio -explica- quería presentar algo sencillo. De alguna manera había una referencia más pictórica, en el contexto de las pinturas holandesas. El formato de la toma media, como de conversación, es muy familiar.

"Primero compré un pedazo de lino en la calle Canal, de Nueva York, y lo pinté. Luego, pensé, oh, color, puedo hacer colores con base en la pintura. Básicamente pinté 15 telones de fondo, pero acabé usando más bien dos, dada la facilidad de transportarlos. Cuando me volví más solicitado, tuvo que viajar con todo eso. Resultó un buen formato, ya que encontré que el contraste entre los retratados era más pronunciado si empleaba un telón de fondo común para todos."

El deseo de Coupon de fotografiar personas en la calle, a los transeúntes, los pasados por alto, lo llevó a fijarse en la subcultura de los jóvenes punks en Nueva York, una reacción a la comercialización de la era disco. Entonces se dirigió al antro de moda, el Mud Club, con su telón de fondo, unas luces anticuadas y empezó a retratar al personal. Algunos de sus retratados se volvieron famosos, como David Byrne, de Talking Heads.

Coupon se hizo amigos del dueño del club, quien lo invitó a colgar sus fotos en sus paredes.

Describe el club como del tamaño de una caja de zapatos, pero que se atascaba todas las noches con una extraña gama de personas, algunas muy inteligentes, talentosas y creativas, que realizaban actividades como el performance. El papel de Coupon era en esencia el de un voyeur, porque aunque eran personas de su edad, no se sentía parte de ellos, sólo documentaba los sucesos.

Ya que el Mud Club era el lugar a donde ir, llegaban personas de las compañías disqueras y de las revistas que, a su vez, vieron las fotos de Coupon. Así empezó a recibir sus primeras comisiones y retratar a las celebridades.

La primera foto a color que tomó en su vida fue una de la cómica y cantante Bette Midler para Atlantic Records.

No siempre resulta fácil conseguir a sus personajes. La revista Smithsonian le encargó fotografiar al músico Quincy Jones, pero ya lleva cuatro meses en espera de que su publicista le dé la cita. También recuerda que voló a Ginebra para retratar al presidente palestino Yasser Arafat, pero sólo tuvo tres minutos para hacerlo.

Una vez sentados sus sujetos, Coupon gusta mostrarles algo de su trabajo, a la vez que les pregunta cómo se quieren ver, con respuestas varias.

Recuerda que Jean Kirkpatrick, entonces embajadora de Estados Unidos ante la ONU, respondió: "quiero parecer la intelectual que soy". En la actualidad también espera la luz verde para fotografiar a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, para la revista Rolling Stone.

No todo ha sido miel sobre hojuelas. De 1994 a 1998 Coupon dejó Nueva York para vivir en Santa Fe, Nuevo México. Cuando quiso regresar a la Gran Manzana y retomar su carrera con otro tipo de trabajo, nadie se interesó.

Así, tuvo que adoptar un nuevo nombre, Salvador Fresno, armar nuevos portafolios con su trabajo digital y ambiental, imprimir nuevas tarjetas personales y cambiar el número de su celular. Y, funcionó.

Ahora, le publicaban como Salvador Fresno. Este episodio duró alrededor de un año porque ante la cantidad de trabajo decidió que iba a resultar difícil cobrar con un nombre ficticio, así que el señor Fresno pasó a mejor vida.

El trabajo de Coupon tiene una faceta personal que consiste de fotos digitales hechas en general de la arquitectura vernácula estadunidense que define cierta región del país. Es como una rebanada de la vida, no posada, y no necesariamente con personas.

 
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