Usted está aquí: martes 7 de febrero de 2006 Economía Migración: el Partido Republicano y el voto latino

Migración: el Partido Republicano y el voto latino

La disputa sobre el tema es poco usual para el liderazgo de un instituto que ha operado en completa coordinación con los estrategas de la Casa Blanca

Miembros del Comité Nacional Republicano se reunieron en días pasados para votar una resolución que repudia la propuesta de Bush de crear un programa de trabajadores huéspedes

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen Jornaleros mexicanos en espera de ser contratados en territorio estadunidense. La percepción de que el Republicano es un partido antinmigrante ayudó a hacer de California un estado dominado por los demócratas Foto: Elizabeth Coll

Washington. La profunda brecha que sobre políticas de inmigración se ha abierto en el Partido Republicano alcanza los niveles más altos de la maquinaria de dicho organismo, debido a que miembros de su Comité Nacional, el cual trabaja en franca mancuerna con la Casa Blanca, se reunieron en días pasados para votar una resolución que repudia la propuesta del presidente George W. Bush de crear un programa de trabajadores huéspedes.

Un miembro del comité, el cual hace las veces de grupo nacional de dirección del partido, reunió suficientes firmas para obligar a realizar la votación, con lo cual suscitaron un feroz debate público sobre un asunto en el cual Bush ha marcado una dirección muy clara.

Bush propuso dejar que trabajadores del exterior, así como algunos de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que hay en Estados Unidos, obtengan trabajo de manera legal como trabajadores temporales. Pero en términos de la dirigencia del partido este programa sólo ''produciría más inmigración ilegal e incrementaría los delitos en nuestro país''.

Los estrategas republicanos esperaban diferir los enfrentamientos para plantear una resolución alternativa que incluya un programa de trabajadores huéspedes y, al mismo tiempo, imponga medidas más duras para la seguridad en la frontera, que desanimen la inmigración ilegal.

Desacuerdos y tensiones

El desacuerdo ilustra el reto que debe enfrentar Bush para tratar de acabar con las divisiones dentro del Partido Republicano sobre cómo resolver la creciente crisis de la frontera, sin comprometer el voto latino por parecer antinmigrante.

La cuestión ha expuesto las tensiones entre componentes cruciales de las bases republicanas. Intereses empresariales, como los de compañías agrícolas y de manufactura que donan millones de dólares a los candidatos republicanos y dependen de la fuerza laboral de los inmigrantes, desean un plan de trabadores huéspedes. También algunos senadores republicanos.

Tanto los intelectuales conservadores como la dirigencia de la Cámara de Representantes se oponen a cualquier programa de trabajadores huéspedes. Muchos argumentan que los trabajadores indocumentados se ''roban'' los empleos de los estadunidenses y se burlan de la ley.

El asunto de la migración es uno de los puntos que abordará la agenda del Senado el próximo mes; también será un tema que definirá muchas de las competidas elecciones al Congreso de este año.

La declaración del Comité Nacional Republicano salió a la luz cuando el activista antinmigración Randy Pullen, uno de los miembros del comité nacional del estado de Arizona, obtuvo las 10 firmas necesarias para obligar a la votación.

En Arizona, donde el gobernador demócrata ha declarado estado de emergencia por el incremento del cruce ilegal de la frontera, votantes y activistas republicanos tenían ''muchas preguntas sobre adónde va el partido (Republicano) en lo que se refería a este asunto''. Al respecto, Pullen dijo: ''No hay una declaración clara sobre este tema."

La resolución de Pullen pide al Congreso y al presidente que aprueben leyes que restrinjan la inmigración ilegal y retengan fondos federales a cualquier estado o gobierno local que sirva de ''refugio'' de inmigrantes indocumentados por su falta de cooperación con las autoridades migratorias. Pullen señala que la resolución ''refleja en buena medida la postura del pueblo estadunidense: que se asegure la frontera y se termine con la inmigración ilegal. Y no quiere amnistías para quienes están en el país ahora''.

La resolución propuesta no afecta directamente la plataforma del Partido Republicano o la agenda del Congreso, pero cualquier voto de los principales activistas republicanos que incluya el punto de vista de la Casa Blanca impone un escenario difícil ahora que Bush busca hacer del asunto de la inmigración indocumentada tema prioritario para 2006.

Pullen afirma que intentó sacar adelante su resolución a pesar de la invitación de algunos miembros del comité a firmar una propuesta alternativa. En lugar de firmar, Pullen se dedicó a hacer llamadas hasta muy noche en busca de apoyo para su resolución.

La propuesta alternativa, que va de acuerdo con la postura de Bush, respalda un ''programa funcional'' que permite a los trabajadores extranjeros ''entrar a Estados Unidos para trabajar por un periodo fijo de tiempo''. La resolución también pide garantías para que los trabajadores puedan ser identificados y rastreados una vez que estén en el país.

El patrocinador de ese texto alternativo, Bill Crocker, de Texas, dijo esperar que la mayoría de sus compañeros del comité se opusieran a Pullen. ''No creo que nadie aquí quiera oponerse o avergonzar al presidente'', señaló Crocker en una entrevista. Afirmó que el asunto resultaba particularmente sensible porque los republicanos tratan de atraer a los votantes latinos en estados claves como Arizona, Nuevo México, Florida y California. Bush y sus estrategas han buscado invertir la percepción -a la que le dio forma la Propuesta 187 de la campaña de 1994, la cual apoyó el gobernador republicano Pete Wilson- de que el Republicano es un partido antinmigrantes. Esta percepción ayudó a hacer de California un estado dominado por los demócratas.

''Es un tema en extremo sensible porque tiene que ver con la vida de 11 millones de personas, y hay mucha gente que quiere que la traten lo mejor posible'', dijo Crocker. ''Texas, Arizona, California y otros estados se las tienen que ver con una población hispánica en aumento cuya lealtad les encantaría ganar a los republicanos. Lo que menos necesitamos es tratarlos con desconsideración."

La vocera de la Casa Blanca, Erin Healy, rehusó hacer comentarios sobre el debate del Comité Nacional Republicano. Dijo que Bush continúa apoyando ''una reforma migratoria que incluya seguridad en la frontera, aplicación de las leyes nacionales y el programa de trabajadores temporales''.

El vocero del comité, Brian Jones, reconoció que hay ''una vigorosa discusión dentro del Partido Republicano'' sobre inmigración, que se ''refleja en nuestras juntas actuales''. Pero él busca hacer poco caso de las divisiones.

''A todos nos unifica la creencia de que el primer paso de cualquier programa de inmigración es hacer más seguras nuestras fronteras'', comentó Jones.

La disputa sobre la inmigración es poco usual para el liderazgo de un partido que habitualmente ha operado en completa coordinación con los estrategas de la Casa Blanca en cada iniciativa política, como privatización de la seguridad social, reducción de impuestos y leyes sobre la educación. El debate refleja tiempos turbulentos en el partido, en tanto que Bush y otros funcionarios intentan distanciarse de los escándalos y otros problemas que han conducido a porcentajes de aprobación descendentes.

FUENTE: EIU

 
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