Usted está aquí: sábado 7 de enero de 2006 Cultura Eros y Tánatos

Eros y Tánatos

La última obra de Mozart, numerada 626, como todas las suyas refleja la naturaleza humana en su integridad: lo apolíneo y lo dionisiaco, la luz y la oscuridad, Eros y Tánatos. Rodeada de leyendas y lugares comunes, la hondura y altura del Requiem conserva su magia, su misterio y todos sus valores insondables.

Su carácter póstumo y el hecho de ser una obra inacabada ha despertado lo mismo especulaciones rosas y de todos colores, así como estudios serios. Al igual que otras obras inconclusas, como la décima sinfonía de Mahler, por ejemplo, existen versiones que terminaron otros autores.

En el caso del Requiem mozartiano fue su alumno Franz Xaver Sussmayr (1766-1803) quien, a petición de la esposa de Mozart, completó la obra que se interpreta por doquier. Después de Sussmayr, Franz Freystadler y Joseph Eybler retrabajaron esos materiales para nuevas versiones.

En los anaqueles de novedades discográficas esplende en estos días una versión moderna del Requiem de Mozart, realizada por el compositor Robert D. Levin, quien completó o bien retrabajó otras obras del catálogo mozartiano.

Bajo el sello Telarc y con una calidad de sonido impresionante, pues fue grabado con novedoso sistema DSD, circula ahora la versión del Requiem a cargo de Robert Levin interpretada por la Sinfónica de Atlanta, bajo la dirección de Donald Runnicles.

El trabajo de Levin consistió en reagrupar los materiales, añadir breves pasajes y hacer correcciones a la redacción de Sussmayr. Vive así el Requiem una vida refrescante.

 
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