Usted está aquí: viernes 23 de diciembre de 2005 Economía Camuflan ingresos de fin de año carestía y microaumento salarial

Camuflan ingresos de fin de año carestía y microaumento salarial

MIRIAM POSADA GARCIA

Aguinaldos, cajas de ahorro, el ambiente de fiesta y la aparente abundancia que priva en esta temporada son el mejor camuflaje del microaumento salarial de un peso con 80 centavos y el encarecimento en alimentos básicos, como el jitomate, cebolla, huevos, pan, tortilla y no se diga en carne o pollo, que fluctúan entre ocho y 10 pesos en el último mes, montos que pueden ser superiores dependiendo del lugar de compra.

Sólo los ingredientes para los que el Banco de México llamó el efecto "pico de gallo", han reportado incrementos de hasta 10 pesos por kilo, como es el caso del jitomate, chile y cebolla. Fuera de lo que algún día fue la canasta básica, los alimentos para la cena navideña son prácticamente inalcanzables para la mayoría de los mexicanos.

Sin embargo, para el secretario de Economía, Sergio García de Alba, los minisalarios son casi una referencia en algunas partes del país, sobre todo en la zona norte, debido a "la gran cantidad de empleos" que se han generado en aquella región, mientras que para el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que preside José Luis Barraza, en México ya casi nadie gana el salario mínimo.

De acuerdo con estimaciones de la investigadora Laura Juárez, de la Universidad Obrera de México (UOM), desde la devaluación de 1994 al cierre del primer semestre de 2005 el salario mínimo perdió 5.57 por ciento en términos reales, de tal forma que hoy en día representa sólo 16.13 por ciento del salario nominal vigente.

En pesos contantes y sonantes, el salario mínimo pasó de 12.27 pesos en diciembre de 1994 a 7.55 en 2005 a precios de 1994, lo cual está muy alejado de los 46.87 pesos vigentes y de los 48.67 aprobados para 2006.

Laura Juárez precisó que para mediados de 2005, con un salario mínimo sólo se podía comprar 24.25 por ciento de una canasta básica indispensable elaborada por la Universidad Obrera, por lo que entonces era necesario un aumento de 312.35 por ciento que permitiera sumar 4.12 salarios mínimos y poder hacer la compra elemental, sin que ese incremento en las percepciones de los trabajadores fueran suficientes para pagar necesidades elementales, como vivienda, salud, vestido y mucho menos educación o cultura.

Así que en números actuales el 4 por ciento de incremento al salario mínimo acordado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, tampoco es mucho aliciente para los trabajadores mexicanos que a partir de enero próximo tendrán en su bolsillo 1.80 pesos más al día, insuficientes para comprar siquiera un kilo de tortillas, para pagar un traslado en microbús, un boleto del Metro o comerse unos tacos en la calle.

En el terreno de las compras

Ya en la práctica las cifras de los estudiosos son menos angustiantes que al pagar la cuenta del supermercado o revisar el monedero al terminar de recorrer el tianguis.

En menos de un mes el jitomate tipo Sinaloa pasó de 12 pesos a 22 y hasta 26 pesos, dependiendo del lugar de la compra.

Las naranjas pasaron de 3 o 4 pesos por kilo a 7 o 9 pesos, según la variedad; las cebollas se incrementaron de 11 pesos a 16, en promedio; los tomates de 12 a 19 pesos por kilo; los chiles verdes, en promedio, subieron de 64 a 76 pesos por kilo; las espinacas, berros y acelgas subieron en promedio de 4 a 7 pesos y ya no se diga de frutas, que a pesar de ser de temporada son demasiado caras para gran parte de la población, ya que un kilo se acerca a los 50 pesos.

Si las frutas y legumbres se han encarecido, ni hablar de la carnes de res, pollo y cerdo, a grado tal que lo más accesible en precio son las vísceras, como el hígado de res, que cuesta 12 pesos el kilo contra los 60 pesos de uno de bistec de res, los 95 pesos de un kilo de filete o los 43 de la carne molida de cerdo.

De acuerdo con el Quién es quién en los precios de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), los lugares más convenientes para comprar la despensa y los productos de consumo doméstico son la Central de Abasto de Atizapán y centros comerciales como Chedraui, Soriana, la tienda de los trabajadores del sector eléctrico, la tienda de la UNAM, la del ISSSTE o la Bodega Aurrerá, incluso sobre el mercado sobre ruedas.

En el sondeo realizado entre el 15 y el 21 de diciembre, la Profeco encontró que en algunos de estos centros comerciales el kilo de carne molida se vendió a 42.90 pesos contra 56.25 del mercado sobre ruedas, y la milanesa de res estuvo en 37.35 pesos en contraste con 54 pesos también del mercado ambulante.

La dependencia detectó que las tiendas donde los alimentos tienen los precios más caros son Sumesa, Comercial Mexicana, Bodega Gigante, el Mercado de Portales, Gigante, mientras que las tiendas Wal-Mart no aparecen en la relación de precios mínimos ni máximos de la Profeco.

 
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