Usted está aquí: domingo 27 de noviembre de 2005 Cultura ...y Sari Bermúdez desechó el discurso que leería en la FIL

Mezquinas referencias al autor de El llano en llamas en la apertura del encuentro

...y Sari Bermúdez desechó el discurso que leería en la FIL

Tomás Segovia, poeta galardonado esta ocasión, cita Pedro Páramo de manera incorrecta

El autor jalisciense, "figura tutelar de esta feria", entre lo que dejó de referir la titular del CNCA

JAIME AVILES ENVIADO

Ampliar la imagen Sari Berm�entrega a Tom�Segovia el Premio Rulfo. La Nobel Toni Morrison, entre los testigos FOTO Arturo Campos Cedillo Foto: Arturo Campos Cedillo

Guadalajara, Jal., 26 de noviembre. Sari Bermúdez olvidó sobre la mesa del presídium el discurso que iba a leer -y al final no utilizó- para inaugurar la decimonovena Feria Internacional del Libro (FIL). Era una colección de 17 tarjetas, escritas a máquina en caracteres de 24 puntos, sobre la cual trabajó intensamente, tachando, trazando cruces y corrigiendo con lápiz, en espera del turno que le permitiría intervenir tras la entrega a Tomás Segovia del decimoquinto (y último) Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.

Pero mientras perfeccionaba su pieza oratoria, escuchando las alocuciones de Trinidad Padilla, rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG); Francisco Ramírez Acuña, gobernador de Jalisco; Raúl Padilla, presidente del patronato de la FIL; Christopher Domínguez Michael, representante del jurado que falló el premio; el maestro Antonio Alatorre, que habló como amigo del homenajeado, y el propio Tomás Segovia ("nuestro T. S.", como un día lo calificó alguien), la titular del Conaculta decidió no transmitir al público los párrafos que a continuación se transcriben:

"Una de las figuras tutelares de esta feria es el inolvidable escritor jalisciense Juan Rulfo, cuyo nombre lleva el premio internacional que desde hace 15 años se entrega al iniciarse cada edición de la FIL, y que recordaremos de dos maneras: una, como él hubiese preferido, como escritor, pues en esta decimonovena feria se presentará la edición de su inmortal Pedro Páramo, esa edición que él mismo revisó y corrigió para la posteridad.

"La otra manera es la entrega del premio a uno de los mayores poetas y ensayistas de la lengua española, don Tomás Segovia. Estoy segura que él no sólo estará satisfecho con tan merecida distinción, también estará preocupado por la fama, a la que él ha rehuido, que esto le trae. Lo cierto es que en él se laurea a una de las voces más discretas pero más lúcidas e inspiradas del siglo XX hispanoamericano."

Tachón a la palabra "definitiva"

Cuando este enviado recogió del abandono en que se hallaba el discurso de la señora Bermúdez y lo leyó con avidez, le saltó a la vista el hecho de que la representante oficial del Presidente de la República hubiese tachado, quién sabe por qué, la palabra "definitiva" en la línea que rezaba "se presentará la edición definitiva de su inmortal Pedro Páramo". No le llamó la atención, en cambio, que tanto ella como el resto de los participantes en la ceremonia hubiesen guardado silencio ante la decisión de la viuda y los hijos de Juan Rulfo de quitarle ese nombre y ese apellido al premio que enalteció a la FIL para trasmutarla de simple feria municipal en "una de las fiestas culturales más importantes del mundo", como Sari Bermúdez iba también a decir con palabra que no sólo no leyó sino que en algún momento atravesó de lado a lado, con una delgada raya de lápiz, sobre la tarjeta número seis de su discurso.

Ninguno de los participantes aludió a la noticia publicada hoy por este diario, pero ninguno tampoco se prodigó en elogios a Rulfo. Pese a que el autor de El llano en llamas es el máximo narrador del siglo XX en nuestra lengua, y que era, como bien hubiera dicho Sari, la "figura tutelar" del evento, el rector de la UdG no lo mencionó en su arenga de bienvenida al distinguido y culto público.

A su vez, el gobernador Ramírez Acuña, manchado todavía con la sangre y las lágrimas de la represión del 28 de mayo del año pasado en los sótanos de la policía de esta ciudad, ni siquiera se acordó de Rulfo y prefirió zalamear a Mario Vargas Llosa y a Toni Morrison, que estaban presentes en la sala.

Aunque Raúl Padilla, con más desparpajo, no tuvo empacho en evocar de un plumazo, con diplomática cortesía, al "extraordinario escritor Juan Rulfo", en seguida, tal vez para atenuar su audacia, rindió culto a la memoria de Octavio Paz, para quien el galardonado Tomás Segovia era "un escritor fundamental" que mucho lo "deleitó con su obra", misma a la que Guillermo Sheridan, había dicho Padilla antes, no dudó en concederle el original adjetivo de "luminosa".

Christopher Domínguez se limitó a leer el acta del jurado internacional que discernió el premio. Antonio Alatorre ofreció una semblanza de la vida y los trabajos del maestro Segovia, autor de más de 50 títulos, casi todos agotados, y mientras hablaba de la dificultad de encontrarlos, Raúl Padilla escribió este oportuno mensaje a la señora Bermúdez (sin comas ni puntos, como dicen que redactaba Nora Barnacle sus recados a Joyce): "Sari si quieres puedes mencionar que Conaculta en coedición con ediciones sin nombre y la UNAM presentan en esta 11 títulos recientemente impresos de Tomás Segovia Raúl".

Cuando el poeta homenajeado tomó la palabra finalmente, reveló que estaba afónico. No obstante, con gran esfuerzo, a los 78 años de edad, pudo susurrar al micrófono, refrescándose el gañote con pastillas de miel, una delicada y profunda disertación basada en los conceptos de la gratitud y la sorpresa, fenómenos, dijo, que se producen cuando se recibe un regalo. Y este premio, para él, que se considera marginal pero no marginado, insistió, "sigue siendo una sorpresa". El momento más divertido de la mañana, sobresaturada ya de prédicas y catilinarias, fue cuando narró el cuento del pintor que muestra sus cuadros a unos zafios que le dicen que no entienden su pintura.

"¿A ustedes les gustan las ostras?, les pregunta. Sí, mucho. ¿Y las entienden? No sé que le contestarían los pobres burgueses, pero sé qué contestaría yo: precisamente por eso no las enmarco y las cuelgo en mi sala o voy a contemplarlas al museo, ni pago por ellas medio millón de dólares, cosa que también tiene su importancia", párrafo que admiró a los escuchas por el impecable manejo de las partículas "no", "y", "o" (y) "ni", que otro cualquiera habría solucionado usando, después del no, tres veces la voz "ni".

Colaborador cercano de Octavio Paz en Plural y más tarde en Vuelta, Segovia tampoco tuvo palabras para Rulfo, pero al explicar la relación entre texto y contexto y ponderar el uso de la poesía en la vida cotidiana, de pronto citó la primera línea de Pedro Páramo y desgraciadamente lo hizo mal, pues dijo: "Vine a Comala porque me dijeron que aquí murió mi padre". ¿Bofetada con guante blanco? ¿Qué se pensaría de alguien que al recibir el Premio Cervantes recitara: "En un lugar de la cancha, de cuyo nombre..."? Misterio.

Lo cierto es que cuando la periodista Nora Patricia Jara le preguntó qué opinaba de la decisión de la familia Rulfo de quitarle ese apellido al premio que acababa de recibir, "en protesta por las ofensivas declaraciones que hizo" contra el creador de Pedro Páramo -tal como la Fundación Juan Rulfo dio a conocer ayer-, Tomás Segovia se llevó la mano al corazón y preguntó enarcando las cejas y formando una o con los labios: "¿Yo?"

 
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