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México D.F. Miércoles 13 de octubre de 2004

Priístas, panistas y verdes desecharon argumentos, datos y razones de PRD y PT

Soberbia, desdén e ignorancia marcaron la aprobación del 122

La reforma conlleva el ingrediente político; es la anticipación de la lucha por la Presidencia: Pablo Gómez

ENRIQUE MENDEZ Y ROBERTO GARDUÑO

La consigna política contra el Gobierno del Distrito Federal fructificó ayer en la Cámara de Diputados, donde la gran mayoría de legisladores de PRI, PAN y PVEM manifestaron abierta ignorancia de lo contenido en el dictamen de reforma al artículo 122 constitucional, por el cual votaron a favor, sin considerar los daños económicos y financieros que a fin de cuentas afectarán a los habitantes de la capital del país.

Los argumentos, datos y razonamientos esgrimidos por los diputados del PRD y del PT para regresar a comisiones el dictamen y analizarlo minuciosamente fueron ignorados con las peores armas del debate: la soberbia y el desdén, que panistas y priístas manifestaron durante casi seis horas de debate y discusión. Lo más notable entre los legisladores del PAN, Germán Martínez y Juan Molinar Horcasitas, daban la espalda a los legisladores del sol azteca y los petistas cuando utilizaban la tribuna, y en el mejor de los casos se paseaban entre curules en amenas charlas con sus compañeros de bancada.

Sesión vigilada por la PFP

Ni un ápice cambió la decisión acordada entre el PRI y el PAN que a cuestas llevaron como apéndice al Partido Verde. Ante el inminente aplastamiento, nada. Ante la suerte echada, sólo restaba el debate. Discusión que los promoventes de la reforma rehuyeron con ignorancia.

reforma_122_2Al inicio de la sesión, vigilada por elementos de la Policía Federal Preventiva vestidos de civil e instalados en los corredores laterales del salón de plenos y en el balcón de prensa, el presidente de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, pidió a la secretaría que diera a conocer el quórum, conformado por 425 legisladores.

De inmediato Beltrones Rivera solicitó a la secretaría consultara al pleno si se dispensaba la segunda lectura del dictamen de reforma al artículo 122 constitucional. Desde su curul, el perredista Iván García Solís demandó subir a tribuna para proponer una moción suspensiva. ''La propuesta de reforma constitucional que hoy se presenta a la consideración de esta asamblea vulnera en su viciado procedimiento los principios de deliberación, información, enmienda, legalidad y publicidad consustanciales a su desempeño legislativo democrático.''

En automático, como ya se preveía, la aplanadora PRI-PAN-PVEM desechó sin problema la propuesta de moción suspensiva. En ese momento comenzó un largo debate que se extendió por casi seis horas, tiempo suficiente para evidenciar la ausencia de argumentos frente a los datos, cifras y hechos que, de ser tomados en cuenta, por lo menos suscitarían la sospecha o las dudas en torno a la viabilidad de la reforma propuesta.

Jesús González Schmal, abogado reconocido y ahora diputado por Convergencia, exigió a la Cámara de Diputados aceptar su responsabilidad de proveer recursos al Distrito Federal, entidad que no tiene el carácter de estado federado y que por lo mismo no tiene antecedentes en el gasto y en el presupuesto local en materia educativa, y que debe ser subsidiariamente otorgado con presupuesto federal hasta el momento en que alcance el estatus jurídico político de un estado soberano.

¿Quebrar al DF?

''Es en esta medida que podemos salvar este momento crucial para argumentar y salvaguardar la labor educativa en el Distrito Federal, proponiendo que ya en el curso de la discusión tenga que considerarse la condición específica y particular del DF, que no puede definitivamente igualarse y asimilarse a la de los estados que hoy comprenden la República Mexicana.''

En seguida, Joel Padilla del PT preguntó al resto de los diputados: ''¿Qué propósito se persigue? La respuesta tiene que buscarse inevitablemente en el ámbito político. Hay que quebrar las finanzas públicas del Distrito Federal y el gobierno de López Obrador para menguarlo políticamente y que en el año 2006 no sea candidato a la Presidencia de la República, o que sea un candidato débil y altamente cuestionado''.

Tocó el turno a Pablo Gómez, el líder de los perredistas, quien acusó al gobierno de Vicente Fox de no corregir los errores y las injusticias del viejo régimen al querer llevar el Distrito Federal a una crisis de sus finanzas públicas. Y es que en la ciudad de México, dijo, se recaudan mucho más recursos que la media nacional -que se calcula en 20 por ciento-, mientras que en la capital del país ésta se encuentra en 60 por ciento de ingresos propios.

''Es un esfuerzo muy grande, recaudatorio. ¡Eso es lo que pide la Convención Nacional Hacendaria! ¡Eso es lo que todos los partidos están pidiendo: elevación de la capacidad recaudatoria de las entidades federativas!

''El Distrito Federal lo ha hecho y lo ha sabido hacer y lo hará mejor en el futuro, pero no es con embargos fiscales como se puede dar un aliciente a la entidad federativa con mayor porcentaje de recaudación propia. ¡Es un castigo que no se merece la entidad líder en capacidad recaudatoria!''

Con dureza en el tono y dirigiendo el índice hacia las bancadas del PRI y del PAN, el diputado Gómez adujo que la reforma, en su naturaleza, conlleva el ingrediente político. ''Los acontecimientos en relación con el gobierno de la ciudad se vienen produciendo uno detrás de otro. Esto no para, y va crispando el ambiente político nacional y va generando una situación de intolerancias. ¡Es la anticipación de la lucha por la Presidencia! No tiene nadie derecho a llevar un país (a ese escenario), sólo porque el gobierno es débil ¡y sólo porque un posible candidato a la oposición es el puntero en las encuestas! Es la crispación prelectoral que se abrió desde hace dos años y que no ha podido hacer frente a eso el Presidente, porque no entiende lo que está pasando en la política nacional!''

Para entonces, Gonzalo Yáñez, coordinador de la fracción parlamentaria del PT, elaboraba junto con sus compañeros una propuesta de artículo transitorio para reducir paulatinamente el impacto de los 9 mil millones de pesos a las finanzas del gobierno de la ciudad de México.

Después correspondió al coordinador de la bancada panista, Francisco Barrio, emitir una serie de argumentos que redundaban en la puerilidad, porque manifestaba supuestos y probabilidades, nada de realidades. Es más, defendió a capa y espada al estado de México. Refirió que el presupuesto destinado al Gobierno del DF es más elevado que el del Edomex, no mencionó el tema de la descentralización educativa y omitió la naturaleza jurídica de la capital del país, que antes había citado González Schmal.

El priísta Jesús Lomelí Rosas no hizo análisis jurídico del tema, sino se dedicó a hacer un recuento histórico de las prebendas de que goza, dijo, la capital del país. Y desde esa intervención los legisladores del Revolucionario Institucional se convirtieron en espectadores del debate. Pocos repararon en que el priísmo fue el promotor de la estrategia para impulsar el dictamen.

En respuesta José Agustín Ortiz Pinchetti desmitificó la idea de que la reforma busca una mayor equidad en la distribución de recursos en favor de las demás entidades federativas. ''Los recursos descontados al Distrito Federal no irán a la educación, se pondrán en manos de los gobernadores de algunas de las entidades más ricas del país para que los utilicen con otros fines.'' El legislador perredista acusó la intransigencia del Revolucionario Institucional para dialogar, y evidenció que no hubo un solo intento de negociación por parte de ese partido.

''Nosotros hemos pedido incansablemente el diálogo; la intransigencia ha sido completa, inexplicable, porque es un tema que merece un amplísimo cambio de impresiones. Creo que la nación merece que se esclarezcan todas estas cosas y que no haya falsedades ni turbiedades respecto a la intención del gobierno federal'', expresó.

Para hechos, el presidente de la Comisión de Educación, Salvador Martínez della Rocca, subió a tribuna. Acusó a Francisco Barrio de mentiroso: ''Señor... si usted quiere que haya dinero para carreteras, que haya dinero para salud, que haya dinero para inversión, que haya buenos salarios, es muy fácil, no venga a mentir que con este atraco que se le quiere hacer al Distrito Federal va a resolver estos problemas. ¡Hable con su presidente, señor Barrio!''

Con indignación y el rostro enrojecido, Martínez della Rocca dijo a Barrio Terrazas: ''¡Ponga a sus asesores a trabajar; aunque le voy a regalar un libro, señor Barrio, que dice: lo que natura no da, asesores no proveen, así que hay que ponerse a estudiar. No hay que decir mentiras y cuando se hable de lo que no se sepa, mejor guarde silencio!''

El coordinador panista subió a tribuna. Y cuando se esperaba una réplica a la acusación de ignorante, no dijo nada. Esperó a que subiera a hablar Tatiana Clouthier, quien lo defendió. ''Decía mi presidente de la Comisión de Educación, Salvador Martínez, no nos peleemos. ¿Quién ha iniciado el pleito cuando le ha faltado el respeto a Francisco Barrio?'' Y las descalificaciones de la panista no quedaron ahí. En medio de los aplausos que le brindaban sus compañeros de bancada pugnó por hacer valer la idea de que el federalismo auténtico es impulso de su partido, y en referencia a René Bejarano y Dolores Padierna, espetó: ''Mienten los que dicen que ese es un acto golpista; golpistas son los que toman maletines y mandan a sus esposas como carne de cañón''.

Al regresar a su curul, la legisladora Clouthier fue felicitada de manera especial por sus compañeros, quienes hasta le hicieron bolita. En ellos persistía la idea de que haber defendido a Francisco Barrio de las imputaciones del presidente de la Comisión de Educación era suficiente para acallar los argumentos que como avalancha emitían los perredistas.

Antes, Manuel Camacho ratificó la carencia de argumentos, sobre todo de los panistas, porque, expresó, se dice que a la ciudad de México se le quitaron privilegios políticos, derechos democráticos y se le otorgaron beneficios económicos. Eso no corresponde a la realidad histórica. ''Ya es muy tarde. La decisión está tomada y es lamentable que en el momento de la oportunidad del gran cambio que tiene el país estemos enfrascados en la disputa por cuatro, cinco, nueve mil millones de pesos y no estemos tomando las grandes decisiones que necesita el país, empezando por la reforma en educación.''

En el área de las curules de los diputados panistas Juan Molinar Horcasitas se paseaba divertido, daba la espalda a sus interlocutores del PRD y bromeaba con el priísta Héctor Gutiérrez de la Garza, quien el jueves de la semana pasada fue el encargado de solicitar a la presidencia de la Cámara que se dispensara la primera lectura del dictamen con intención de aprobar fast-track la reforma, hecho que generó la segunda toma de la tribuna por parte de los legisladores federales del sol azteca.

También con una actitud de insolencia combinada con soberbia, el coordinador adjunto de Acción Nacional, Germán Martínez, se paseaba por las curules de sus compañeros en alegres conversaciones; incluso aplacaba con las manos las intenciones de algunos panistas por pedir la palabra. A tal grado llegó el maximalismo que denotaban los diputados del PAN, que una de ellos, Yolanda Balladares, gritó desde su lugar al perredista Gilberto Ensástiga: ''¡Llorón, llorón, llorón!''

Al votarse en lo general el dictamen, el Goliat salió vencedor esta vez sobre el David. No hubo poder humano ni de grupo que diera marcha atrás a la consigna política diseminada entre priístas, panistas y verdes por afectar las finanzas del gobierno de la ciudad de México.

Fueron 479 los legisladores presentes en el salón; de ellos, 369 votaron a favor, con sus ejemplos a seguir en Francisco Barrio, Emilio Chuayffet, Manuel Velasco, Juan Molinar, Germán Martínez; ocho abstenciones, personalizadas en Jesús González Schmal, Luis Maldonado, Jesús Martínez Alvarez, Jaime Moreno y Juan Perdomo, todos ellos de Convergencia, y Roberto Campa, Pedro Avila Nevares y Pablo Tapia, del PRI, y 102 en contra, entre ellos los perredistas y los cinco diputados del Partido del Trabajo, que en todo el proceso se opusieron a la afectación de los habitantes de la ciudad de México y su gobierno: Gonzalo Yáñez, Joel Padilla, Pedro Vázquez, Oscar González y Amadeo Espinoza.

Al final quedó la propuesta del petista Oscar González, quien insistió en darle gradualidad a la reforma para que en un plazo de diez años se resten los más de 9 mil millones de pesos que se pretende cortar de un tajo al presupuesto del DF. Esa bandera podría ser retomada en el Senado, que se encargará de ratificar, modificar o, en el último de los casos, rechazar el dictamen.

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