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México D.F. Lunes 2 de agosto de 2004

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

Patriotismo electoral

DURANTE CUATRO DIAS la plana mayor del Partido Demócrata se encerró en Boston para debatir sobre su futuro en el contexto de su convención y para postular a su candidato presidencial. Fue un parteaguas en su historia reciente, no por el cambio de su proyecto ideológico ni de su estructura partidaria, sino porque las prioridades del país desde septiembre de 2001 han cambiado sensiblemente. Hace cuatro años hubiera sido inimaginable que la política exterior, las cuestiones militares y la seguridad interna hubieran ocupado un espacio tan destacado como en esta ocasión.

EN SU DISCURSO de aceptación, el ahora candidato formal John Kerry empleó casi el mismo tiempo para hablar de la política estadunidense en Irak, las deterioradas relaciones de Estados Unidos con el mundo entero y de la seguridad interna, que para referirse a la economía, los empleos y la seguridad social. Símbolo de los tiempos, ante los miles que abarrotaban el auditorio y los millones que lo siguieron por televisión, sus primeras palabras fueron: "Mi nombre es John Kerry y me reporto para cumplir con mi deber", acompañadas de un saludo militar. Extraño para un hombre que vivió los horrores de la guerra en Vietnam y regresó de ahí para integrarse al movimiento pacifista que criticaba la política militarista del gobierno. Ajeno a su talante fue que insistiera en poseer las credenciales para ser comandante en jefe del ejército más poderoso de la Tierra. Palabras que hubieran sido más a tono para el general Dwight Eisenhower cuando aceptó la nominación republicana a la presidencia en 1952. Pero así están las cosas, y los tiempos exigen actuar en consecuencia. Ese es el garlito que George W. Bush le ha planteado y al que, dadas las circunstancias y las encuestas, no puede negarse.

DESDE LUEGO SE REFIRIO "a la urgente necesidad de crear empleos y un sistema de salud al alcance de todos", así como por fortalecer la educación. También enfatizó su propuesta de incrementar los impuestos a 5 por ciento de la población que recibe la mayor proporción del ingreso en el país. Apeló a la unión del pueblo estadunidense dejando atrás el divisionismo que este gobierno ha creado, e invitó a los republicanos a realizar una campaña con propuestas, no con ataques. Durante todo su discurso, "esperanza" fue el estribillo reiterado a coro con un auditorio electrizado por una vehemencia vista pocas veces antes en su candidato.

EL PARTIDO DEMOCRATA se dispone a pisar un terreno que no es precisamente su fuerte ni el que le atrae más simpatizantes: exaltar la supremacía estadunidense y su fuerza militar como respaldo. Es ahí adonde los ha llevado la retórica del presidente George W. Bush y su equipo de trabajo. Dependerá de los demócratas si pierden el rumbo y se envuelven en la bandera del patriotismo a ultranza, recurso que sus oponentes han explotado en la cosecha de votos.

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