Debe incidir en el trabajo y la familia

Sin democracia de género no puede haber democracia plena: feministas

La equidad de género corre el riesgo de quedarse como concepto y no como una realidad, si entre otros factores el feminismo no da lugar a la autocrítica sobre los espacios ganados e integra como estrategia la democracia de género, coincidieron feministas y especialistas en la materia al presentar el libro Democracia de género, una propuesta inclusiva.

Silke Helfrich, directora regional para Centroamérica, México y El Caribe de la Fundación Heinrich Böll, definió que en la construcción de una democracia política y social verdadera, la democracia de género debe entenderse como meta y como táctica en sí misma para alcanzar la equidad entre los sexos, entendiéndose por ello relaciones equitativas y democráticas.

Una democracia política real requiere novedosas interacciones de género, es decir, no puede haber democracia plena sin democracia de género, lo cual significa nuevos vínculos de poder entre mujeres y hombres a favor de relaciones más horizontales y democráticas, agregó.

La propuesta, abundó la activista alemana, no debe entenderse como un retroceso o concesión de espacios por parte de las mujeres, sino que se propone trasladar el centro de actuación a la sociedad en su conjunto, lo cual tampoco significa acabar con las acciones específicas hacia las mujeres, sino proyectarlas en un sentido inclusivo.

Mujeres y hombres parte del problema y de la solución.

Por su parte, Eduardo Liendro, del Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC), sostuvo que la inclusión de lo masculino en la construcción de la equidad de género es fundamental. Se trata, dijo, de integrar la temática masculina en espacios femeninos y viceversa.

Llamó entonces al movimiento feminista a establecer alianzas con los hombres sensibilizados quienes advierten que la democracia de género implica no solamente incidir en los espacios creados por mujeres, sino aprovechar lo ganado por ellas y sumarse -sin oportunismos- en esa búsqueda.

Insistió en que las acciones y políticas de equidad de género no deben dirigirse exclusivamente hacia las mujeres, sino también al sexo masculino, y retomó una frase que anteriormente había citado Helfrich: "los hombres son parte del problema, pero también parte de la solución".

Sobre el particular, y luego de reconocer que hace falta mayor autocrítica por parte del feminismo, la antropóloga Marta Lamas agregó: "las mujeres somos parte de la solución, pero también parte del problema".

La fundadora de GIRE lamentó también que como género, las mujeres muchas veces recurren al discurso victimario, a partir del cual cobran identidad. Esto, advirtió, ha dado por resultado que los hombres se sientan resentidos.

Insistió que la democracia de género obligadamente debe incidir en dos ámbitos puntuales: el trabajo y la familia, pues son estos espacios donde la inequidad de género se manifiesta abruptamente.

En su turno, el escritor y periodista Carlos Monsiváis dijo que a veinte años de haberse establecido el concepto de perspectiva de género como una victoria cultural, no hay continuidad en cuanto a la asimilación social del mismo.

Frente al embate de los grupos de derecha, alertó, esto puede significar una batalla perdida para el feminismo en el entendido de no llevarse a la práctica la premisa de equidad de género, puesto que ahora, ejemplificó, el término verdadero de empoderamiento está confiscado por una política atroz, que exclusivamente lo asimila con el acceso y uso del poder político, y no a la capacidad de mujeres y hombres de participación social.

"Necesitamos que las nociones académicas se conviertan en visiones sociales, culturales y políticas. Hay que definir de lo que se trata el empoderamiento, pues ha quedado en manos, como es el caso de Marta Sahagún, que no ofrecen la posibilidad de construir o redefinir a través de la perspectiva de género la relaciones entre los sexos, sino de ir al poder político".

Por otro lado, estimó que el feminismo y la perspectiva de género han fallado a raíz de plantarse metas graduales para acabar con situaciones precisas como "la brutal violencia doméstica" o la semiesclavitud en la que viven miles de mujeres que laboran en las empresas maquiladoras.

"Si la perspectiva de género -como victoria conceptual académica- no tiene su correspondiente en una asimilación política, social y cultural de lo que el desarrollo ofrece, va tener por resultado la languidez, la burocratización del ánimo y la idea de que se tienen certezas, pero se desconoce el modo en que es posible transformar a la sociedad", finalizó. (Yssel Hernández)