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México D.F. Domingo 28 de diciembre de 2003

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

La "privatización de la guerra": el síndrome Halliburton

Las firmas trasnacionales se convierten en poderosas compañías paramilitares

LA VISITA INTEMPESTIVA del presidente estadunidense número 43 a las tropas invasoras de Irak marcó la metáfora de las guerras modernas: un pavo de plástico para los atribulados soldados utilizados como carne de cañón y las ganancias para Halliburton -la petrolera texana mafiosa de la que fue director el controvertido vicepresidente Dick Cheney y que ha resultado ser la primera trasnacional favorecida con el vellocino de oro negro en la antigua Mesopotamia.

LAS GUERRAS DE Afganistán e Irak representan en cierta forma las "guerras de Halliburton", donde Estados Unidos ha perdido su alma; mucho más que en Vietnam donde el lucro no formaba aún la parte esencial del operativo bélico. Halliburton repite lo que sabe hacer o, quizá para lo que fue creada entre otras cosas. Ya en la década de los 90 su vilipendiada subsidiaria Kellog, Brown & Root (KBR) había iniciado sus experimentos privatizadores en Somalia, Haití, Ruanda y los Balcanes -como componente privado de la guerra estatal que libra Estados Unidos (EU) en todos los puntos cardinales del planeta. En la actualidad KBR, con sus mercenarios alquilados, coparticipa en los operativos bélicos estatales de EU en Agfanistán, Irak, Yibuti, Uzbekistán, Jordania, Kuwait, Turquía y Georgia.

LOS GUERREROS DE las corporaciones: el ascenso de la industria militar privatizada es una tesis doctoral de Peter Singer, de la Brookings Institution -un centro de pensamiento estadunidense que ha sabido conservar el espíritu crítico en medio de la orwelliana Acta Patriótica y del jingoismo en el que sucumbieron las otrora grandes universidades contaminadas por las ganancias y el belicismo.

EN LA DECADA pasada se hablaba profusamente de los "mercenarios de las corporaciones", cuyo papel deleznable se ha incrementado en fechas recientes y que durante la fase de auge de la perniciosa globalización, que tendió a privatizar hasta el aire respirable, dio lugar al campo emergente de las compañías militares privadas (PMC, por sus siglas en inglés). Se calcula que existen entre 10 mil y 20 mil contratistas privados, unos verdaderos chacales, que trabajan solamente para la Secretaría de Defensa y el Departamento de Estado -nótese la imprecisión de cinco dígitos y la ausencia de una estadística confiable en referencia a un asunto de la mayor gravedad en la seguridad "nacional" a punto de convertirse en seguridad "trasnacional" en los países globalizados totalmente desbrujulados.

PETER SINGER DELATA un nuevo mundo que se ha insinuado entre nosotros y que por mera vergüenza totalitaria no se atreve a pronunciar su nombre: un mundo dominado por las PMC a todos los niveles de las actividades humanas redituables "que se han vuelto activas en todos los continentes, con excepción de la Antártida, que incluyen lejanos lugares apacibles así como las zonas estratégicas cruciales donde las superpotencias solían luchar por su influencia". La zona de actividad de las PMC es "borrosa". Se mueven en una zona de permisividad crepuscular donde ni los contratistas ni sus clientes desean que sea conocida su identidad fugaz -mucho menos el contenido de sus contratos. ƑNo prefirió Alfred Heinz (alias Henry) Kissinger, renunciar a la jefatura de la controvertida comisión de investigación de los atentados del 11 de septiembre (que parecía más bien un operativo de autoencubrimiento), antes que dar a conocer la identidad de los clientes de Kissinger Associates? No representa ninguna novedad el alquiler de los guerreros, el mercenarismo, pero las PMC le han dado un nuevo significado a la "deslocalización" (outsourcing), uno de los pilares del modelo de la globalización. Estos nuevos "soldados privados" de la globalización en su aplicación estadunidense son reclutados por la división paramilitar de la CIA con misiones y funciones específicas que representan una prolongación de la actividad bélica: brindan seguridad a los diplomáticos (es el caso de la siniestra firma Dyncorp: tres empleados muertos durante un bombazo en Arabia Saudita), resguardan los yacimientos petroleros, navegan los aviones de fumigación de estupefacientes en Colombia (el caso de Northrop Grumman, que ha recibido mil 200 millones de dólares del gobierno de EU), fungen como guardaespaldas del presidente interino de Afganistán, Ahmad Karzai, entrenan a la nueva policía iraquí y a la guardia nacional saudita, etcétera.

ASI COMO LAS empresas locales son absorbidas en forma darwiniana por las omnipotentes trasnacionales, las estructuras de "seguridad nacional" de los países subyugados son incorporadas al control de las PMC estadunidenses. Erase en la década de los 90 cuando una PMC sudafricana, Executive Outcomes, inclinó la batalla en favor de los gobiernos de Angola y Sierra Leona contra un antiguo aliado del eje EU-Gran Bretaña-Israel desechado por el peor postor: Jonas Savimbi. En estas fiestas de fin de año dejaremos de lado las nauseabundas hazañas casi caníbales de las tribus vencedoras, estupendamente asesoradas por las PMC anglosajonas.

ƑEXISTE LA GLOBALIZACION militar que cada vez privatiza más su quintaesencia al grado tal de empezar a desfigurar la propia carrera castrense? ƑEl ideal de las trasnacionales de EU, en particular las petroleras y las gaseras texanas (v. g. Halliburton y Grupo Carlyle) consistirá en poseer su propio ejército de mercenarios? Desde el mercenarismo exitoso en Africa, las PMC se han sofisticado y han pasado, en otras partes del mundo, a la segunda generación como magnas empresas trasnacionales: Computer Science Corporation adquirió DynCorp, Armour Group compró Defense Systmes Ltd y L-3 absorbió Military Professionals Resources Inc (MPRI, por sus siglas en inglés), esta última se jacta de "tener más generales por metro cuadrado que el Pentágono". Muchos generales jubilados que se han portado convenientemente son recompensados con la integración a las PMC.

LAS FRONTERAS ENTRE lo militar estatal y lo trasnacional privado han sido borradas con la privatización paramilitar. De hecho, no existe una trasnacional estadunidense que se respete que no sea una genuina empresa paramilitar. De allí que en EU sea muy común ver el incesante y reversible intercambio bidireccional entre funcionarios del Pentágono y del Departamento de Estado al más alto nivel con puestos ejecutivos en las trasnacionales paramilitarizadas. En realidad, las PMC se volvieron indispensables para el Pentágono que se despliega así subrepticiamente detrás de la cobertura honrosa de la privatización y la deslocalización (outsourcing). Se desprende por sus declaraciones, al menos, que no se encuentran comprometidos hasta la médula en transacciones bursátiles metastáticas, solamente la triada tan traída del salinismo-zedillismo-foxismo, con sus empleados de pacotilla, no se percata que las privatizaciones, en particular las energéticas, representan un genuino modelo de ocupación paramilitar, como documenta soberbiamente Peter Singer, quien detecta que desde 1994, precisamente en el acmé de la globalización, el Pentágono intervino en 3 mil contratos con trasnacionales estadunidenses con un valor estimado de 300 mil millones de dólares (šla mitad del PIB de México!). Los rubros "deslocalizados" incluyen justamente áreas cruciales para las misiones militares de EU. Por arte de magia y sin licitación de por medio, de los 3 mil contratos, 2 mil 700 fueron descolgados por las dos "mejores": KBR, la filial de Halliburton, donde sigue cobrando sin nula rubicundez Dick Cheney, y la insigne consultora tecnológica Booz Allen Hamilton (donde labora el controvertido James Woolsey, el ex director de la CIA, para quien ya nos encontramos de lleno en la "cuarta guerra mundial" contra el terrorismo global, que suena a coartada para otros fines aviesos y traviesos). Dejaremos de lado la reciente adquisición por Microsoft de los invaluables servicios del general Tommy Franks, encargado de inicial la guerra de Irak y quien acaba de asustarnos al haber insinuado, en la revista Cigar Aficionado de diciembre, un golpe de Estado militar en caso del empleo de "armas de destrucción masiva" en suelo estadunidense.

LA "INDUSTRIA MILITAR privatizada" representa un enorme negocio de más de 100 mil millones de dólares de ingresos al año, de acuerdo con el magistral reporte del Center for Public Integrity: Un exitoso asesinato: El negocio de la guerra. ƑNo existe inocencia entonces en las privatizaciones energéticas como firmaron y afirmaron en Washington en el documento entreguista Nuevos horizontes, patrocinado por el Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés), los "reformistas" Jesús Reyes-Heroles González Garza, el venezolano naturalizado mexicano Andrés Rozental Gutman (por cierto, con un presunto cadáver en el clóset), Rafael Fernández de Castro (en nombre del ITAM), Jaime Serra Puche (por Córdoba, Salinas y Zedillo), et al?

LO MAS EXTRAÑO es que el Pentágono no conozca el número de los contratados para su "guerra moderna" y de acuerdo con un reporte preliminar al Congreso en abril de 2002, se adivinaba una amplia oscilación entre 124 mil y 605 mil personas, todo un ejército en sí, como fenómeno de su mundo borroso y borrascoso que confunde los límites de las operaciones de combate con las de no combate. Lo cierto es que no pocas veces las PMC, que no son obligadas a seguir el código militar de guerra -"el nuevo rostro del negocio de la guerra", como los llama The New York Times-, son empleados por el gobierno de EU para desempeñar actividades que la opinión pública desaprobaría. Lo más grave es que su carácter "privado" los exime de cualquier escrutinio público, lo cual representa un desastre para las instituciones democráticas. Con nula rendición de cuentas, las compañías privadas operan en el mayor secreto y lo peor es que el Pentágono ya no puede librar una guerra sin su colaboración al mantener 28 por ciento de la operatividad de todos los sistemas de armas.

EN UN SOBERBIO artículo reciente (The Boston Globe 19.10.03), Peter Singer fustiga que la privatización de la guerra lleva a las mismas consecuencias que Enron (la gasera mafiosa texana que burló todas las leyes escritas y no escritas y fincó su imperio en los paraísos fiscales por medio de una contabilidad fraudulenta, estimulada por el gobierno de Bush); la "industria militar privatizada" opera en más de 50 países, pero su cliente principal es el contribuyente estadunidense: en la década anterior el gobierno de EU ha firmado más de 3 mil contratos con las firmas militares privadas. En estos momentos, en la región del Golfo Pérsico, la proporción es de 10 a uno entre el personal militar y los contratistas privados: "en lugar de llamar a más reservas, la asistencia privada ha ayudado (a EU) a cumplir nuevos compromisos globales sin precedente". Global Risk Management, una empresa militar privatizada de Gran Bretaña, mantiene a un "contingente" civil de mil 100 personas. Al igual que en el modelo de la globalización, el objetivo principal se centra en la reducción de los costos mediante la competencia -que no siempre se da, como sucede con la ausencia de licitaciones en favor de Halliburton y su subsidiaria KBR, o la gran negociación geopolítica tras bambalinas con Francia, Alemania y Rusia que emprende el texano James Baker III, "enviado personal" del presidente número 43, para la "reconstrucción" de Irak, es decir, el reparto global del vellocino de oro negro. Con nula vigilancia ciudadana, "Irak se ha vuelto la gran bonanza de las empresas con una gran pérdida en la rendición de cuentas y la contabilidad públicas". ƑQué pasa con las empresas privadas militares que no cumplen? Hace poco, el Pentágono pegó el grito en el cielo debido a las inmundicias que proveía como alimentos la muy mancillada KBR a los soldados en Irak (Asia Times 20.12.03). El estallido del megaescándalo de un contrato del Pentágono por 18 mil millones de dólares con la poderosa empresa Boeing, que llevó a la defenestración de su director, arrojó más gasolina a la hoguera de los conflictos de interés y del cabildeo sin escrúpulos donde han emergido los nombres muy bien lubricados de Richard Perle (aliado del subsecretario del Pentágono, Paul Dundes Wolfowitz) y de James Woolsey (ex director de la CIA), cuyo fervor bélico parece ir a la par con la venta de armas que los surte de enormes ganancias personales.

PETER SINGER, EXPERTO en "seguridad nacional", realiza dos preguntas acuciantes sobre la "privatización de la guerra": Ƒcómo asegurar que la privatización ahorra dinero? ƑPrivatizar constituye el mejor interés público y la mejor seguridad nacional?

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