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México D.F. Jueves 9 de octubre de 2003

El actor recibió el voto de los medios, aun antes de que se realizaran los comicios

Millones de californianos votaron sólo por un cambio, estiman analistas

Obtuvo Schwarzenegger 30 por ciento del sufragio latino y 40 por ciento del obrero

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

San Francisco, California. 8 de octubre. A la mañana siguiente, el sol de California parece igual que ayer. El puro apellido del futuro gobernador llena las ocho columnas de los diarios.

Predomina la idea de que el vencedor no es tanto el Partido Republicano, como el personaje de las películas que vino a salvar la economía, a dirigir al "pueblo" y echar del gobierno a los políticos tradicionales.

Paralelamente, las dimensiones de la derrota demócrata son inmensas. Cerca de la mitad de los sindicatos, y 30 por ciento de los latinos (parte del electorado duro del Partido Demócrata) votaron por Arnold Schwarzenegger, quien además obtuvo cuatro de cada 10 votos independientes, mientras Cruz Bustamante recibió tres. El ganador captó 69 por ciento del voto conservador y la quinta parte del demócrata.

De acuerdo con el diario Los Angeles Times, Bustamante recibió sólo 60 por ciento del voto latino, muy por debajo de sus previsiones. Del mismo modo, 40 por ciento de los obreros sindicalizados optaron por Schwarzenegger, a quien por lo demás apoyaron ocho de cada 10 blancos. Más de la mitad, de sexo masculino. Davis, el gobernador saliente, conservó el voto afroestadunidense y de la comunidad judía, lo cual es significativo pero marginal.

El candidato republicano sólo fue vencido en el área de la bahía de San Francisco (segundo núcleo urbano de California) y en condados como Monterey, Humboldt, Santa Cruz y otras islas de tolerancia progresista. En esta área, 65 por ciento rechazó el recall. Como lo pone San Francisco Chronicle, Davis se hubiera quedado si California fuera San Francisco. En Berkley, por ejemplo, 25 de cada 27 votantes se opuso a Schwarzenegger.

Otro dato significativo es que en California vive uno de cada siete estadunidenses. También es la entidad con mayor movimiento fronterizo con México, a pesar de tener la menor extensión de vecindad de los estados sureños de Estados Unidos. La población de inmigrantes es muy grande, y en su mayoría de origen mexicano o centroamericano.

De acuerdo con las cifras oficiales, tras el recuento de casi ciento por ciento de votos, Gray Davis fue destituido con 54.5 por ciento, y Schwarzenegger electo con 48 por ciento. Sus rivales más cercanos fueron el demócrata Cruz Bustamante, quien tuvo 32.4, y el republicano Tom McClintock, 13. De los 132 candidatos restantes, sólo dos más recibieron arriba del uno por ciento: el verde Peter Camejo, 3, y la independiente Arianna Huffington, uno.

Las autoridades electorales tienen como plazo el 15 de noviembre para certificar el proceso. El nuevo mandatario tomaría posesión en los siguientes 10 días. El virtual gobernador anunció que su equipo de transición será encabezado por el legislador republicano David Dreier, de San Dimas.

Según Mark Z. Barabak, analista de Los Angeles Times, lo que millones de californianos querían era un cambio. "No les importó la inexperiencia política del ganador, ni la vaguedad de sus propuestas y compromisos, ni las acusaciones de abuso sexual". En 62 días levantó una ola de rechazo contra gobierno demócrata, el cual fue despedido "con una bofetada".

Triunfalmente populista, Arnie dijo anoche en el hotel Century Plaza de Los Angeles (alguna vez cuartel general de otro candidato triunfador: Ronald Reagan): "Para que gane el pueblo, los políticos deben perder".

No convencieron al electorado los augurios del Partido Demócrata de que la democracia estaba en peligro si triunfaba el políticamente incorrecto e inexperto actor. "La gente quería un cambio de cómo se hacen las cosas", declaró el publicista de la campaña republicana Don Sipple.

"Arnold Schwarzenegger es el epítome del cambio."

El irresistible ascenso de Arnold S.

Sus escenas cinematográficas son, más que memorables, memorizables. El triunfalismo de su partido oculta el riesgo de que Arnie despierte un día preguntándose, como hacía en Total Recall (el set, por cierto, era la estación de Metro Chabacano, en el Distito Federal): "Si yo no soy yo, Ƒentonces quién carajo soy?" ("If I'm not me, then who the hell am I?")

Educado en los reflectores, más que en las responsabilidades, el inminente gobernador de California recibió el definitivo "voto" de los medios, aun antes de los comicios. Además, las agencias internacionales señalan hoy que Schwarzenegger movilizó una "sofisticada" campaña de televisión, que ningún otro candidato tuvo.

En uno de sus comerciales, los ojos clavados en la cámara, Arnie denunciaba valientemente que "los casinos indios no pagan impuestos" (dichos casinos son la única migaja que su país da a los nativos).

"Yo no juego ese juego", decía el héroe, antes de agregar: "Dénme su voto, y les aseguro que las cosas van a cambiar". Vamos por ellos, una vez más.

Cruz Bustamante, quien a pesar de la derrota seguirá como vicegobernador tresnyg02-110154-pih años más, quiso ponerse a la altura del guión y le dijo a su nuevo jefe: "Arnold, yo sé que tienes fama de filmar películas en todo el mundo. Espero que te sientas en libertad de seguirlo haciendo". Ante el fuerte, que le queda al pequeño sino la ironía. Tú paséate, yo me encargo de la oficina, quería decirle. De todos modos, ya desde su campaña, Schwarzenegger anunció que no se piensa mudar a Sacramento (la capital de California), sino que volará todos los días desde Los Angeles, donde vive tan a gusto.

Nada (o casi) es secreto en su elocuente triunfo electoral. Ni siquiera que un día antes de las elecciones se reunió con los directivos de Enron, la empresa cuyos fraudes estuvieron a punto de colapsar la economía y el suministro eléctrico de California, poco antes de que empezaran las guerras de Estados Unidos en Medio Oriente. Acusaciones de "mala conducta", expresiones racistas en su vocabulario, pobreza intelectual. Nada.

La dientona familia Shriver-Kennedy compartió anoche el escenario del Century Plaza con varios actores de Hollywood, además de su yerno-cuñado, electo gobernador. Allí estaba, icónicamente, el desertor de la serie televisiva The West Wing, Rob Lowe, luego de que el "presidente" Martin Sheen se opuso a la guerra en Irak. En dicho programa, Lowe interpretaba a una especie de Karl Rove (jefe del gabinete del presidente de la vida real, George W. Bush). Ahora personifica a un abogado en la serie The Lyon's Den.

Peter Camejo, candidato del Partido Verde (y quien ocupó un lejano cuarto lugar en la elección) denunció ayer la casi absoluta parcialidad de los medios, y el silencio que siempre recibió su señalamiento de que la propuesta del Partido Republicano implica que los ricos paguen menos y los pobres más.

Aun así, casi la mitad del electorado más "pobre" votó por Shwarzenegger. Su ausencia de propuestas de campaña (más allá de "pasar la escoba al cochinero") y la vaguedad, que nadie ignora, de sus compromisos, no hicieron mella en su arrasadora simpatía. Las avalanchas de votos no siempre han sido anuncio de mayor democracia. Adolf Hitler arrasó a la clase política en las urnas con promesas de orden, grandeza y renacimiento económico "para todo el pueblo". En nuestro subcontinente, un desconocido Alberto Fujimori también "barrió" con los políticos en Perú en su momento.

Así, el temor de muchos es que la oleada republicana confirme, goyescamente, que los sueños de la democracia pueden producir monstruos.

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