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México D.F. Lunes 28 de julio de 2003

Nunca filmé una escena que comprometiera mis convicciones, decía el cineasta

Mañana se conmemora la muerte de Luis Buñuel, ocurrida hace 20 años

En sus trabajos hizo un severo juicio a la Iglesia católica y bromeó sobre su ateísmo, lo que provocó el rechazo y la censura de la jerarquía eclesiástica y los conservadores

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Cuentan que hace muchos años, cuando se proyectó en la vieja Cineteca Nacional Jesús de Nazaret, de Franco Zefirelli, dos personas abandonaron la sala a la mitad de la película. Eran Luis Buñuel y su esposa Jeanne Rucar. La justificación del director aragonés fue que la cinta era demasiado melosa. No se podía esperar menos de un artista a quien la Iglesia y la derecha de diversos países consideraban amenaza a los preceptos religiosos y ''los pilares de la sociedad''. Este martes se cumplen 20 años del fallecimiento de Luis Buñuel, ocurrido en la ciudad de México cuando el cinerrealizador tenía 83 años.

Luis Buñuel decía a modo de broma y para que no quedara duda de su carácter de ateo convencido que en su lecho de muerte ''llamaría a un cura para confesarse". Ese ateísmo se manifestó como crítica profunda a la Iglesia católica en casi todas sus películas. Incluso se animó a interpretar a un cura en la película En este pueblo no hay ladrones, que dirigió su amigo Alberto Isaac en 1965, basado en el cuento homónimo de Gabriel García Márquez. La imagen es cautivadora e irónica: Buñuel/sacerdote trepado en el púlpito arengando a los fieles.

Con todo, Luis Buñuel reflexionaba sobre su trabajo: "Nunca he filmado una sola escena que comprometiera mis convicciones o mi moralidad personal".

Acérrimo crítico de la religión

Buñuel nació en 1900 en Calanda, ciudad de la provincia española de Aragón. El director de Un perro andaluz, en cuyo guión participó Salvador Dalí, estudió con los jesuitas, pero después, en 1915, rompió relaciones con la Iglesia católica. Su conocimiento sobre las debilidades eclesiásticas le permitió elaborar una crítica especialmente ácida de esa doctrina, que comenzó con su película La edad de oro (1930).

Basta mencionar, entre otros, títulos como Viridiana (1961), Nazarín (1958), Simón del desierto (1965) y La vía láctea (1969), esta última relacionada con seis cuestiones teológicas: el origen del bien, los misterios marianos, la naturaleza de Cristo, el origen del mal, la trinidad, y la gracia y la libertad.

Una de sus frases célebres fue cuando estuvo a punto de recibir un premio de la Oficina Católica de Chile por Nazarín, por la que obtuvo la Palma de Oro. Ante la posibilidad del galardón católico, el cineasta, naturalizado mexicano en 1949, sentenció: ''si me lo hubiesen dado, me habría visto obligado a suicidarme. Gracias a Dios todavía soy ateo".

En Simón del desierto, Buñuel muestra su irreverencia frente al fanatismo, la penitencia y la religión, y se basa en la vida del santo que pasó más de tres décadas trepado en una columna predicando. En la cinta de Buñuel, Simón es tentado por el diablo, que es nada más y nada menos que una mujer.

El que es considerado el más antirreligioso de sus largometrajes es sin duda Viridiana, en que presenta una versión ''blasfema'' de la última cena, y que le valió la condena de la Iglesia. L'Osservatore Romano, órgano de difusión oficial del Vaticano, calificó al filme y su realizador de sacrílegos. La censura española lo prohibió. Sólo en 1977 cuando se pudo exhibir en España, con gran éxito. Pero así como critica al clero, imagina mundos sin moral ni religión, como en Subida al cielo (1952).

Así concebía su muerte: ''A menudo imagino una última broma. Convoco alrededor de mi lecho de muerte a mis amigos que se han declarado ateos como yo. Luego un cura, a quien he mandado llamar, llega, y para horror de mis amigos me confieso, pido la absolución de mis pecados y recibo la extremaunción. Después de eso volteo a un lado y expiro. Pero ¿tendré la fuerza de bromear en ese momento?" Si lo hizo o no, sólo unos pocos lo saben.

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