.. | México D.F. Sábado 24 de mayo de 2003
Convirtió el escenario en el lobby
de un hotel
Arjona ofreció el primero de sus conciertos
teatralizados en el Auditorio Nacional
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Este jueves se realizó el primero de los seis conciertos
que Ricardo Arjona va a ofrecer en el Auditorio Nacional. Como parte de
una gira de seis meses, en la que recorre varias ciudades de Latinoamérica,
Estados Unidos, España y México, el cantautor presenta su
más reciente trabajo, titulado Santo pecado, donde deja atrás
los ritmos latinos de su anterior producción para explorar nuevos
sonidos. En este disco encontramos a un Arjona más dramático,
sufrido y sincero, que le presta más atención a la franqueza
del mensaje que a la belleza de la poesía.
Una
de las cosas que siempre ha caracterizado al guatemalteco es la puesta
en escena de sus conciertos, donde busca entremezclar la música
con la teatralidad de sus canciones. En esta ocasión, el Santo
pecado transcurre en el lobby de un hotel, en el que podemos
apreciar un piano, pequeñas mesas, una barra de bar, un botones
y un elevador de acceso al lobby-escenario. Sobre el elevador, dos
pantallas de video simulan el pasillo hacia las habitaciones de un segundo
piso. Pasados 20 minutos de la hora estipulada, vemos a Arjona en la pantalla
esperando el elevador. Los gritos de las fans apenas dejan oír
que ya está cantando Caribe en Nueva York, tema de su anterior
disco. Sube al elevador, desciende hacia la planta baja, se abren las puertas
y aparece en el escenario ante un caluroso recibimiento. Acompañado
por siete músicos, y vestido totalmente de negro, los años
lo han vuelto más atractivo y seductor, armas que maneja a la perfección
en beneficio propio.
De taxis y besos
Canta El y ella e Historia de taxi, tema
que es interrumpido por el cantante para hacer una especie de reconstrucción
actoral de la situación en que se desarrolla la canción.
El taxi, Paseo de la Reforma, el retrovisor, la rubia y él intentando
conquistarla. En plena explicación, una admiradora le tira un brasier
que levanta del suelo, bromea y agradece. Continúa la canción
y, cuando llega a la última frase que dice "... era mi mujer", pide
al público que le ayude a acabarla, porque "no es fácil acabar
esta canción después de haber confesado tantas cosas por
el mundo".
Interpreta Si el norte fuera el sur, Se nos muere el
amor y Tu reputación, tema que introduce con una larga
explicación: "cuando yo tenía 12 años y unas enormes
ganas de aprender a besar, apareció una vecina dispuesta a enseñarme.
Su primera lección fue que es falso que los besos son como piezas
de museo que hay que darlos en determinados momentos, los besos hay que
darlos cuando se tienen ganas. Es falso también que los besos sólo
hay que darlos en la mejilla o en la boca, los besos se dan por todos lados.
Y, sobre todo, me enseñó que los besos no mejoran con la
práctica, sino con el amor".
De su más reciente disco cantó Santo
pecado, Mujer de lujo, Dame, Minutos y El problema, tema que
inició sentado al piano, resultando uno de los más coreados
y aplaudidos de la noche.
La sorpresa llegó con la canción Casa
de locos, en la que presenta un video surgido de esa historia. Se trata
de una especie de cortometraje, que simula haber sido grabado en la época
del cine mudo y que muestra una escena de petición de mano actuada
por el mismo Arjona.
Tras dos horas de concierto pudimos ver a un cantautor
comunicativo, al que le gusta contar historias, unas cantadas y otras más
habladas, donde la rima o el ritmo pierden relevancia. Un compositor con
puntos fuertes y débiles. Frágil ante temas sociales o políticos,
con poco dominio del lenguaje poético, pero fuerte al cantarle a
la mujer, a la que conoce muy bien. Le canta a una mujer común y
corriente, donde no ensalza su belleza sino su cotidianidad. En ese terreno,
Arjona ha encontrado una acertada fórmula que, aunada a su imagen,
lo convierten en un artista de éxito.
El cantante se vuelve a presentar en el Auditorio Nacional
los días 24 y 25 de mayo, así como el 5 y 6 de junio.
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