Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 20 de abril de 2003
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Economía
José Antonio Rojas Nieto

El futuro del resto de la OPEP

¿Recuerda usted cuándo se fundó la Organización de Países Exportadores de Petróleo, la famosa OPEP? Sí, efectivamente, fue a mediados de 1960. ¿Y se acuerda dónde se realizó la primera reunión de esa organización, la conferencia fundacional? Sí, recordó bien, en Bagdad, del 10 al 14 de septiembre de 1960. ¿Quiénes fueron los países fundadores? También lo recordó bien: Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela. A estos primeros cinco miembros, en los 15 años siguientes se les sumarían ocho: Qatar (1961), Indonesia (1962), Libia (1962), Emiratos Arabes Unidos (1967), Argelia (1969), Nigeria (1971), Ecuador (1973) y Gabón (1975). Y, sin embargo, estos dos últimos abandonarían el cártel en diciembre de 1992 y en enero de 1995, respectivamente, para dejarla -como se encontraba hasta hace un par de meses- con 11 miembros. Los primeros cinco años de su vida la OPEP tuvo su oficina central en Ginebra, pero a partir del primero de septiembre de 1964 la trasladó a Viena, donde reglamentariamente se reúne al menos un par de veces al año para -según reza su ideario- coordinar y unificar sus políticas petroleras, con tres objetivos primordiales: 1) asegurar un precio justo y estable para los productores de petróleo; 2) lograr un abasto económico, eficiente y regular que proporcione estabilidad a los consumidores de todo el mundo, y 3) lograr adecuados rendimientos para todos aquellos que invirtieran en la industria petrolera del planeta.

Lo cierto es que luego de la fundación de la OPEP se impulsaron y respaldaron los procesos de nacionalización petrolera. En Argelia en 1971; en Irak y Libia en 1972. Y la nueva situación mundial que generó la fundación y el desarrollo de la OPEP derivó en el famosísimo embargo petrolero de las exportaciones de crudo árabe a Estados Unidos, en octubre de 1973, que impulsado por Arabia Saudita, Libia y otros productores árabes provocó el primer choque de precios.

Actualmente, la organización aporta 40 por ciento de la producción mundial del energético, pero posee 77 por ciento de las reservas probadas. A esa organización perteneció Irak desde su fundación, país sin el cual ese porcentaje de reservas baja a 66 por ciento. ¿Qué pasará con esa membresía a partir de estos días? ¿Asistirá Irak-USA a la próxima reunión de la organización petrolera que se realizará en Viena el próximo jueves 24 de abril? Seguramente que no. Pero, ¿qué pasará con la OPEP con la pérdida de su segundo miembro en importancia en cuanto a reservas? Y, ¿qué pasará con el petróleo iraquí? La noticia más fresca sobre esto se origina en Estados Unidos, donde ya se habla de la responsabilidad adquirida (sic) -se desee o no- ya no sólo con los iraquíes, sino con todo el mundo para administrar ese petróleo árabe, antes que nada en beneficio del pueblo iraquí (Véanse, si no, los artículos recientes de David Frum, del American Enterprise Institue for Public Policy Research, o de otros prominentes miembros del think thank de los halcones en www.aei.org). A decir de algunos de los más importantes ideólogos de la invasión, el gobierno de Bush está dispuesto a realizar la transformación más radical que jamás experimentara esa industria petrolera, al menos desde junio de 1972, año en que el gobierno de Irak nacionalizó la Compañía Iraquí de Petróleo (IPC, por sus siglas en inglés), formada como consorcio por cuatro de las empresas petroleras más importantes del mundo: British Petroleum, Royal Dutch-Shell, Compagnie Francaise des Petroles y Exxon (antiguamente Mobil and Standard Oil of New Jersey).

Pues bien -a decir de los ideólogos de los halcones-, se trata de convertir a Bagdad en ejemplo de democracia y prosperidad económica, y hacer de su industria petrolera un ejemplo de liberalización y privatización, capaz de trascender esa anacrónica y disfuncional idea de la propiedad gubernamental y nacional del petróleo. Pero también de mostrar cómo Estados Unidos debe salir al paso con una alternativa frente al fracaso de las sociedades y la política árabe y musulmana. Esa es la gran ostentación de los halcones del gobierno de nuestros vecinos (¡que nunca se nos olvide esto!), quienes aseguran que a más tardar a finales de año, la producción de crudo en Irak alcanzará los niveles previos a la invasión. Y que en no más de dos años se podrían producir tres y medio millones de barriles al día, gracias a una inversión no inferior a 3 mil millones de dólares que -usted lo puede adivinar- sólo harán compañías británicas y estadunidenses. Pero los planes de mediano plazo indican una expectativa mayor: alcanzar una producción diaria de 6 millones de barriles en un plazo máximo de 10 años, gracias a una inversión esperada de 20 mil millones de dólares. Y ante esa ostentación, estas intenciones y estas expectativas, qué dirán y cómo reaccionarán los 10 miembros restantes de la OPEP.

¡No cabe duda, el futuro de la organización se ve muy negro, más negro incluso que el oscuro color de un petróleo que hoy se ha enrojecido por la invasión británico-estadunidense!

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