Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 20 de abril de 2003
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Editorial
 

ARGENTINA: OBSCENA FALTA DE MEMORIA

sol-2Ya el hecho mismo de que encabece en las encuestas las expectativas de voto para las próximas elecciones presidenciales argentinas el dos veces ex presidente Carlos Saúl Menem, responsable directo y principal del desastre económico, político, social, cultural y moral que ha semidestruido el país que lo padeció en la Casa Rosada, es de por sí escandaloso y obliga a algunas reflexiones.

¿Cuál es la base social y cultural de esta persistencia del menemismo? ¿Cuáles son los ingredientes subjetivos del apoyo relativamente importante de que goza un hombre al que la justicia ha condenado como delincuente? ¿Qué lazos existen entre, por un lado, el crédito de que aún goza en ciertos sectores populares argentinos este corrupto y corruptor socio de Bush padre, y por otro, la base social del presidente George W. Bush, también fraudulento y públicamente corrupto, como lo mostró el escándalo Enron, y el electorado del también corrupto y defraudador Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia? A nuestro juicio, el elemento común es la destrucción de valores, la anulación de la ética y la restricción de los espacios para lo político y la política resultantes de más de un cuarto de siglo de neoliberalismo.

El primitivismo político, el amoralismo, la ruptura de las relaciones e ideas solidarias, el desarrollo del hedonismo y del pragmatismo sin principios promovidos internacionalmente y desde los gobiernos, erosionaron en efecto la preocupación por un proyecto soberano de país, la noción de que la prosperidad personal no se puede lograr pisoteando los intereses colectivos y de que el éxito no se mide sólo en dinero y satisfactores personales. El ladrón de los recursos públicos, lejos de ser repudiado, pasó a ser admirado y considerado hábil y astuto, el reaccionario que fomenta la delincuencia de guante blanco pero reprime con las fuerzas armadas la otra delincuencia, la social, resultante de su política que concentra la riqueza y desarrolla la miseria de masas, pasó a ser considerado "un hombre fuerte", preocupado por la "seguridad", y los valores nacionales, o de clase, o humanistas y solidarios, perdieron importancia entre los sectores menos cultos de las clases populares.

En Argentina, además, la miseria de vastos sectores lleva a vender el voto, que no se valora porque "no da de comer" y porque "total, todos son iguales", y el único con dólares para comprarlo es el socio de Bush, Menem. Pero también la educación peronista en el "primero yo" y en el antisocialismo y el desprestigio de los valores cristianos por el lazo que siempre tuvo la Iglesia católica con la oligarquía y las dictaduras, llevan a la amoralidad. Así fue durante toda la dictadura militar, cuando un vasto sector cerraba los ojos ante la represión salvaje a decenas de miles de personas murmurando "algo habrán hecho", así fue cuando la mayoría se ilusionaba con el supuesto ingreso al Primer Mundo debido a la paridad peso-dólar que les permitía viajar barato (sin pensar que eso se pagaba carísimo con el desmantelamiento de la economía del país y la venta de todo lo que era vendible, empezando por el gobierno).

Esa combinación entre conservadurismo clásico de tipo peronista y los antivalores del neoliberalismo permite hoy a Menem gozar de un apoyo de la "mayoría silenciosa" ,la cual, por supuesto, es hipócrita y no se anima a hacer públicas sus ideas. Por eso el fraude, que llevó a Bush a la presidencia o el apoyo mafioso a Berlusconi no son ni siquiera condenables para sus partidarios, como tampoco lo es la delincuencia menemista: lo que cuenta para ellos, en cambio, es el racismo (contra los africanos y árabes en Italia, contra los bolivianos y paraguayos o chilenos en Argentina, contra el resto del mundo en Estados Unidos) que hace que los pobres locales se sientan colocados entre los dominadores y la ilusión infame de poder llegar a ser ricos, aunque el país se hunda y todos los demás caigan en la crisis.

El egoísmo, el individualismo, la ignorancia provinciana, prexistentes ya antes del neoliberalismo en las sociedades sin raíces comunitarias como la argentina, se han convertido en monstruos desde los años 80. Buena parte de la responsabilidad también recae sobre los liberales antimenemistas, cuya opción era el robo o el fraude, pero con elegancia, o en una izquierda charlatana y sectaria, incapaz de entender la historia de su país y de construir unitariamente una alternativa democrática, como en Uruguay, Bolivia, Brasil y Ecuador.

Ahora sólo queda esperar que las urnas desmientan las previsiones o que, en el peor de los casos, en un eventual segundo turno, el peor de todos, Menem, sea derrotado por una alianza entre los otros un-poco-menos-peores. Evidentemente no sería una alternativa, pero no gobernaría Bush.
 

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