Luis Linares Zapata
Problemas ocultos
Como empujados por una ley de flotación imperativa, los problemas que aquejan al país luchan por salir a flote y marcar, con su indeleble sello, la actualidad en que se vive. La invasión angloestadunidense a Irak los ha ocultado desde hace ya casi dos fatigantes semanas de reportes in situ, paracaidistas y balazos. Dicen que no aguantan más esta inmersión a que fueron consignados y, aunque sea de manera tímida, se abren paso en las páginas de los diarios, en el espacio abierto de las discusiones acaloradas o en las ondas difusivas de los medios electrónicos. Ya se verá si su renovada aparición después del intervalo concedido por la cruenta guerra del Medio Oriente los ha modificado en sus formas o contenidos anteriores.
El dúo dramático que forman los financiamientos ilegales a la campaña presidencial de 2000 fue el primer conjunto de ellos que alcanzó a desplazar a los bombardeos y las correrías de tanques por el desierto, ilustradas con horripilantes fotografías de cuerpos destrozados y rostros llenos de angustia u odio. Tanto el caso de los Amigos de Fox, todavía no enjuiciado como es de esperar, como el de Pemex-STPRM-PRI, luchan con denuedo por alcanzar la dimensión que ambos merecen. Su desenlace final ayudará, qué duda cabe, a la sanidad de la vida organizada de los ciudadanos en su tránsito democrático.
La multa de mil millones de pesos impuesta por el IFE al PRI no sólo ha sido un acto de justicia a secas, sino una revancha por los años de ofensas infligidas al cuerpo social de la República. La pendiente determinación del Tribunal Electoral sobre tal castigo, con seguridad, confirmará su razón jurídica. Otros jueces (Chiñas entre ellos), sin embargo, han retardado, y tal vez hasta impedido, la conclusión del proceso de desafuero pendiente en la Cámara. Litigio aceptado por los diputados en contra de los líderes petroleros, que llevaría a una conclusión que bien podría empatar con la verdad colectiva que ya ha sido aceptada de manera generalizada por el público: la participación ilegal de los dirigentes petroleros como intermediarios en el tránsito de recursos de Pemex al PRI. Con esos dolorosos agujeros, se puede aceptar que completa, aunque sea a medias tintas, el castigo que tiene que pagar el PRI por utilizar, inveteradamente, los haberes públicos para financiar sus campañas y por alterar, de un modo rampante, la exigencia ciudadana de una honesta competencia por el poder. Por su lado, el caso Amigos de Fox viene empujando fuerte para situarse como la estrella que hace falta descubrir para finiquitar esta lucha por sanear los procesos electorales del 2000 de todas las alternancias. El desenlace pende de la esperada determinación de la Suprema Corte que fije, de una vez y para siempre, la que debía ser ya indisputada autoridad hacendaria del IFE, y se entregue, a su comisión de fiscalización, toda la información requerida para desenmarañar el trafique de recursos a cargo de personajes tan sonados como Korrodi, Robinson o Rojas Magnon, individuos que actuaron como intermediarios. Recursos con los cuales se dio cuerpo a la ambición de Vicente Fox de sacar de Los Pinos al PRI. Las consecuencias encerradas en el finiquito de la indetenible investigación en curso, a pesar de las maniobras del oficialismo por detenerlas, tendrán, de conocerse en sus detalles y con la debida certeza, graves repercusiones que marcarán la suerte del gobierno en turno así como expondrán, al juicio general, el grado de afectación en la futura capacidad de maniobra presidencial.
Pero otros aspectos de la actualidad de la nación también quieren ocupar la jerarquía que merecen en la atención pública. Uno, de trascendencia singular, es la nueva iniciativa del PRD para reformar el sector eléctrico, que se empata con la que ha venido sosteniendo, contra viento y tironeos tecnocráticos, el PRI. Ambas posturas partidarias contradicen dos tendencias que ha manoseado el oficialismo imperante. La primera es la que tiende a dejar fluir la lenta y legalmente dudosa (ley del 92) intervención del capital privado internacional en la (co) generación de energía, y la segunda consiste en la pretensión de cambiar ciertos términos del artículo 27 constitucional que daría libre entrada a las ambiciones de las trasnacionales para adueñarse de la industria eléctrica de México. Esta feliz coincidencia partidaria refuerza la nueva intención nacionalista que se empieza a configurar en varios países afectados por los impulsos privatizadores a ultranza empujados por los organismos financieros multilaterales como interesado tema central y que terminó poniendo en manos ajenas, y no las mejores por cierto, sus industrias básicas.
Así, y para finalizar esta vuelta a la cotidianidad que, al menos, compartirá crédito con los acontecimientos bélicos, solicita espacio en el escenario de este deprimido año la actividad partidista preparatoria de la contienda del medio término. Y como un remate de intrascendencia, la tan aporreada pareja presidencial, forzada por el recogimiento hospitalario, colocó un paréntesis en la difusión, aunque lo quiere interrumpir a toda costa. Doña Marta, ya bastante añorada en sus confusos desplantes para defender lo que llama ahora sus "derechos de consorte", aparece en el estrado. Nos regala una más de sus alocuciones con extraviado sentido de los deberes y las oportunidades. Se completa así esta vuelta a lo propio.
