Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 18 de febrero de 2003
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Cultura

Teresa del Conde

ƑPor qué la guerra?

Aplazo la segunda parte de mi nota sobre José Clemente Orozco para recordar a los posibles lectores que Sigmund Freud y Albert Einstein sostuvieron una correspondencia con este título, a instancias del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual en París. El mencionado Instituto publicó en 1933 la correspondencia en tres idiomas: francés, inglés y alemán. No obstante, su circulación fue prohibida precisamente en Alemania.

En la carta inicial, Einstein pregunta a Freud si existe algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra, advirtiendo que él es ''un lego en las ciencias del alma". Añade que ''la clase dominante (de entonces) tiene bajo su influencia las escuelas y la prensa y por lo general también la Iglesia. Eso les permite organizar y gobernar las emociones de las masas y convertirlas en su instrumento". Obviamente esa noción no es la que priva en el conflicto actual, pues todos nos percatamos de que el ímpetu antibélico es universal y masivo. Como quiera que sea la carta de este sabio desemboca en el meollo de lo que quiso plantear a Freud: ''ƑEs posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las sicosis de odio y destructividad?".

Freud responde mediante un texto en el que retoma cuestiones abordadas en un trabajo de 1915, titulado De guerra y muerte. Temas de actualidad, escrito poco después de iniciada la Primera Guerra Mundial.

El siempre fue pesimista y más ese año, cuando ocurrió la tan temida por unos y anhelada por otros, anexión de Austria a Alemania: ''Dentro de una unidad de derecho no fue posible evitar la tramitación violenta de los conflictos de intereses".

Alude a la Liga de las Naciones, concebida ''como una instancia superior de carácter ético", pero esa liga, dice, ''no tiene un poder propio. Lo tendría si los miembros en conflicto (los diferentes Estados) se lo traspasaran... por el momento parece haber pocas perspectivas de que eso ocurra". Habla de que la posibilidad antibélica descansaría en la posesión del poder mediante la invocación de determinadas actitudes ''ideales". Son dos cosas las que mantienen cohesionada a una comunidad: la compulsión encaminada a defenderse de la violencia y las ligazones de sentimiento -''técnicamente se les llama identificaciones (sic) entre sus miembros".

Valiéndose de su propia doctrina de las pulsiones, plantea el binomio Eros-destrucción. Eros mantendría la pulsión destructiva dentro de ciertos límites (exactamente en el sentido de Eros en El banquete, de Platón). Pero sucede que también existe placer en agredir y destruir; ''innumerables crueldades de la historia y de la vida cotidiana confirman la existencia de este placer y la intensidad a la que puede llegar", Las pulsiones eróticas representan ''los afanes de vida" y la pulsión de muerte (planteada desde Tótem y Tabú) deviene pulsión de destrucción porque está dirigida hacia fuera, hacia lo otro. ''Si la aquiescencia a la guerra es un desborde de la pulsión de destrucción, lo natural será apelar a su contraria, al Eros. Todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la guerra".

Freud apela a la cultura (usó siempre ese término, explicando por qué lo prefería a la palabra ''civilización"). A los procesos de la cultura, ''les debemos lo mejor que hemos llegado a ser (...) y nuestros ideales éticos y estéticos reconocen fundamentos orgánicos" (es decir, biológicos), pero la guerra ''contradice de la manera más flagrante las actitudes síquicas que nos impone el proceso cultural y por eso nos vemos obligados a sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más". Antes de concluir así, Freud enunció que ''a consecuencia de la guerra y el sometimiento, vencedores y vencidos se transforman en amos y esclavos". Y entonces (me digo) podemos imaginarnos que el mito de Sísifo se restablece: no será esta guerra, se desatarán más y más guerras hasta que acabemos con todo.

En otro trabajo del mismo periodo, Freud habla de Karl Marx: ''Sus indagaciones sobre la estructura económica de la sociedad y el influjo de las diversas formas de economía en todos los ámbitos de la vida humana han conquistado en nuestra época una autoridad indiscutible (...) Mas no puede admitirse que los motivos económicos sean los únicos que presiden la conducta de los hombres (...) sobre las masas humanas sometidas a la necesidad objetiva de lo económico, discurre también el proceso del desarrollo de la cultura..." Lo que Freud entiende por ''cultura" abarca todos los estratos del aparato síquico y como anoté antes, arraiga esa noción también como aspiración pulsional por medio del mecanismo llamado ''sublimación".

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