Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 18 de febrero de 2003
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Capital

Nora Patricia Jara

PRD-DF

Ni el Distrito Federal es San Luis Potosí ni los ciudadanos somos tan ajenos a las elecciones internas de los partidos, como al parecer piensan nuestros políticos de izquierda, ya que el escándalo suscitado por la elección interna de candidatos del Partido de la Revolución Democrática a puestos de representación popular demostró su incapacidad para organizar un proceso a la altura de la ciudad de México. A cambio, el PRD optó por dilapidar su escaso capital político en una encuesta en la que ganaron no los mejores, sino los que más recursos utilizaron. Al mismo tiempo, los capitalinos le dan a su principal activo, Andrés Manuel López Obrador, él más alto índice de popularidad que un gobernante pueda lograr en estos momentos en el país.

Con este supuesto aval y sin recato monta una precampaña hasta en el estado de México, colgado de los logros sociales del gobierno de la capital, haciendo promesas que aseguran extender los beneficios de la llamada ciudad de la esperanza hasta los municipios aledaños. Sin embargo, además de sus rostros y nombres relacionados con cifras millonarias para pagar tiempos de radio y televisión, espacios escritos, pinta de bardas, pendones en alumbrados públicos, mantas en el Periférico y espectaculares, realizaron acciones que se apropiaron del espacio público con fines facciosos.

En la contienda se vieron imposibilitados de ofrecer movilidad dentro de sus bases, se evidenciaron ante la opinión pública como un partido rijoso y poco ético dentro de la competencia, carente de cuadros profesionales, capaces de acceder al ámbito público sin intereses y con un perfil de lo que debería ser una opción política y administrativa con enfoque social. A esta demanda el PRD respondió con un pragmatismo que lo lleva a aceptar a todo tipo de candidato que pueda asegurarle recursos y posiciones que no se pueden obtener con sus propios militantes.

El absurdo es que éste es el partido político del gobernante más aceptado en el territorio mexicano, un partido que ha sido fustigado por López Obrador y hecho prácticamente a un lado en la tarea diaria de su gobierno. Hoy los ciudadanos nos aprestamos a presenciar una contienda electoral que amenaza ser igual o peor que la que observamos en el perredismo defeño, sin ninguna verdadera opción de izquierda y en medio de estrategias de marketing, donde la imagen y la militancia comprada o heredada dan al traste con la esperanza de millones de votantes y la democracia en esta gran urbe. ƑQué, Marcos tiene razón?

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