Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de noviembre de 2002
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Política

Guillermo Almeyra

Argentina: Menem, Zamora, Carrió

Lula ganó masivamente las elecciones presidenciales brasileñas, como antes las había ganado Hugo Chávez en Venezuela y, en los hechos, el boliviano Evo Morales, y como seguramente las ganará el ecuatoriano Lucio Gutiérrez, si el fraude no se lo impide. En Uruguay, además, mientras se derrumba la coalición derechista gubernamental el Encuentro Nacional-Frente Amplio aparece en las encuestas como seguro vencedor. En Argentina, sin embargo, se avanza inexorablemente hacia las elecciones presidenciales de marzo del año que viene y no aparece ni de lejos la posibilidad de un frente o una candidatura común de izquierda para esos comicios.

Aclaremos desde el comienzo que los mismos son una maniobra del peronismo para mantenerse en el poder, ya que son sólo para elegir presidente y vicepresidente y no se renuevan, por lo tanto, ni las gubernaturas ni los poderes legislativos nacional o provinciales. Precisamente eso da a las elecciones el carácter de una mera disputa interna entre las diversas corrientes peronistas de derecha o de centroderecha, con la eventual participación pour la galérie, de contendientes radicales o de centroizquierda sin ninguna posibilidad real. O sea que incluso en el caso de una abstención masiva, o de un voto "bronca", programático o de insultos al establishment, éste seguirá hambreando a la inmensa mayoría de los habitantes, seguirá reprimiendo, seguirá cediendo ante el capital financiero, y si ganase nuevamente Menem acabará de hundir al país y de convertirlo en colonia. Porque Menem, como su socio George W. Bush, es beneficiario directo de la falta de alternativa al gobierno y, sobre todo, de una posible abstención.

Resulta pues absurda y peligrosa la actitud de la ultraizquierda, que cree estar ante una insurrección ciudadana cuando lo que presenciamos son respuestas defensivas a un ataque en regla del capital, y cuando los agentes de éste siguen reforzando una justicia corrupta, manteniendo una policía asesina, aplicando una política económica dictada desde el Fondo Monetario Internacional.

Si, por ejemplo, hay manifestaciones de desocupados es porque crece la desocupación; si las fábricas se ocupan bajo gestión de los trabajadores es porque los patrones las cierran previamente. La respuesta social es importante y refleja un alto grado de conciencia pero, repitámoslo, es defensiva y no confluye ni detrás de un programa general alternativo ni detrás de un frente único, social y político, de quienes protestan, para intentar movilizar así a las mayorías, que aún pueden ser influenciadas o compradas por los candidatos peronistas.

En particular es absurda y peligrosa la actitud del diputado Luis Zamora de no participar en las elecciones y llamar a la abstención. Repetimos: lo malo no es el rechazo a unas elecciones hechas para perpetuar a los responsables del derrumbe. Ir o no a las elecciones es sólo un problema puramente táctico, que depende de si con ellas se puede organizar un frente social alternativo, aprovechando el proceso electoral para llegar a la mayoría, para esclarecerla y organizarla, con vistas a un proceso extraelectoral de transformaciones sociales profundas si se logra cambiar la relación de fuerzas actual.

Lo grave de la actitud de Zamora y de la ultraizquierda es que es pasiva y no da alternativa alguna a la participación electoral, ya que el no voto es un voto por quien ocupa el gobierno y tiene el poder. El voto "bronca", en efecto, es sólo un gesto moral, importante como síntoma de la crisis de la dominación capitalista pero ineficaz y ni siquiera cuantificable. La anterior propuesta, en cambio, de Zamora y Elisa Carrió, de movilizar para que las elecciones fueran generales (para todos los cargos, con el propósito de "que se vayan todos" si podemos desatornillarlos de sus sillones) y para convocar "a furor de pueblo" una asamblea constituyente popular, ofrecía una alternativa a estas elecciones y un claro objetivo político movilizador y unificador. Por eso si Elisa Carrió se presenta ahora con un nuevo Frepaso, diciendo que va a pagar la deuda y que no estatizará nada, creyendo que poner en su lista algún político peronista de centroizquierda sustituye la tarea de la clarificación programática y la movilización para arrancar a los trabajadores de la influencia corruptora del aparato peronista, la culpa no es sólo de sus limitaciones sino de la impotencia política y el sectarismo de la ultraizquierda.

Reiteramos: en toda América Latina estamos apenas en la fase de la organización de una alternativa. Es una fase defensiva, en la que se utilizan aún las elecciones no porque se crea en ellas o en las instituciones, sino porque no se ve posible la insurrección, que sólo existe en algunas cabezas delirantes. Si se quiere disputar el poder a la derecha hay que combatir por las mentes de la población, dar alternativas y ejemplos, puntos de referencia. Y si se quiere impedir que el gobierno sirva al poder del capital, hay que dar una alternativa de gobierno que pueda unir detrás de puntos comunes a gente de diferentes orígenes políticos.

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