Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 10 de octubre de 2002
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Cultura
Apertura de las muestras de artes plásticas en el primer día de actividades

Recibió José Chávez Morado la moneda conmemorativa por 30 años del Cervantino

Reconocimiento al pintor guanajuatense por su trayectoria y su apoyo al festival

A sus 93 años, el maestro vive una etapa de gran vitalidad e intensa creatividad

ANGEL VARGAS Y ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADOS

Guanajuato, Gto., 9 de octubre. A sus 93 años, José Chávez Morado, el último superviviente de los exponentes de la Escuela Mexicana, vive una etapa de gran vitalidad e intensamente creativa. Luego de que hace menos de un lustro un problema de salud le dificultó continuar pintando, a principios de este 2002 recobró el entusiasmo por el pincel y el lienzo, y en el transcurso de estos meses ha dado vida a dos cuadros y un tercero está en el caballete, a punto de ser concluido.

Las obras ya finiquitadas son de corte naturalista y denotan su amor por el país: ''La nopalera, que sobresale entre la aridez de la tierra", explica el maestro, ''y el otro cuadro es Un maguey mágico".
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Un payasito ''de colores que estallan" es el lienzo inconcluso y, según Rafaela Montes, su asistente, se trata de un autorretrato, ''porque la cara es idéntica a la de don Pepe; él es muy bromista".

Ese humor del creador, lo mismo que su ánimo jovial y extrovertido, fueron evidentes durante el reconocimiento que la trigésima versión del Festival Internacional Cervantino (FIC) le brindó esta mañana por su apoyo incondicional al encuentro y su larga y prolífica trayectoria.

La ceremonia ocurrió en el Museo Olga Costa -nombre de quien fue esposa de don José- y consistió en la entrega de la moneda conmemorativa del 30 aniversario del FIC, de edición limitada a 500 piezas, hecha en plata y que en una de sus caras reproduce la imagen que identifica desde hace varias versiones al festival, la pintura Guanajuato geométrico, de Chávez Morado.

Feliz por pintar

El pintor guanajuatense (Silao, 1909) charló y bromeó con los asistentes. Lo mismo con el gobernador, Juan Carlos Romero Hicks, que con el director del Cervantino y el embajador de Canadá, Ramiro Osorio y Keith Christie, respectivamente.

También lo hizo con algunos de los reporteros que cubrieron este primer día del festival, cuyas actividades comenzaron desde la mañana, con la apertura de las muestras de artes plásticas, aunque la inauguración oficial fue por la noche en el Teatro Juárez, con un concierto de la Sinfónica de Guanajuato.

El maestro cuenta a quien se le acerca que en una de las macetas del museo ubicado frente a su casa, en la calle de Pastita, se encuentran las cenizas de su compañera, la pintora Olga Costa, nutriendo una frondosa planta de siempreviva. ''Es una forma de tenerla siempre conmigo".

Habla de los cuadros que ha hecho recientemente, pregunta por qué no se encuentran sus nietas en el lugar, busca a sus amigos y saluda a los trabajadores del recinto por su nombre y hace bromas.

A don José le han sentado muy bien las caminatas diarias que realiza durante una hora en el jardín Antillón, como parte de la terapia recomendada por el médico, platica Rafaela, quien ha estado a su lado desde hace casi cinco lustros.

''Un día de don Pepe es muy productivo -comenta-. Se levanta muy de mañana, desayuna y se alista para su caminata. Cuando regresa, descansa un rato y luego pinta dos o tres horas. Reposa de nuevo, toma su copa de vino tinto, come, duerme un rato y luego viene su terapista. Así llega la noche, ve televisión, sobre todo programas de Discovery channel o donde haya temas de cultura, como conciertos; se duerme como a las 10 y media u 11".

La temática de la nueva etapa creativa del artista proviene de los apuntes que hace en sus salidas, de recortes de periódicos, revistas o libros, de fotografías e incluso de programas de televisión, según confía. ''Soy feliz de estar pintando", repite.

Sus proyectos lo llevan a pensar incluso en una exposición, pero es esencial para él mantener vivo el Museo Olga Costa. Algo en lo que está también atento es la adaptación del sitio que albergará la biblioteca que donó a Guanajuato: ''El Museo del Pueblo es muy bonito para eso".

Según Mario, chofer del maestro desde hace 10 años, éste no pierde oportunidad para ser coqueto, y cada vez que salen de paseo chulea a una que otra muchacha, pues les grita ''soy José Chávez Morado".

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